XVIII: Un día de descanso

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Pov de Arthur Leywin

-Benditos sean los colchones- oí mi propia voz amortiguada en mi almohada, mientras descansaba.

Hoy era sábado, nadie de mi familia estaba en casa, mi madre y la señora Tabitha se habían ido de compras, y papá y el señor Vincent estaban en la casa de apuestas.

Los únicos que quedaban en casa éramos mi hermana, Lilie, y yo; bueno y Silvie, pero ella siempre esta durmiendo.

Ayer la anciana bastarda me dijo que este fin de semana descansaría, eso había sido un alivio, aunque, luego vino su perorata sobre Silvie, sabía que era peligroso, ¿pero podría realmente suceder algo?

-Es mejor prevenir antes que curar- me recordé a mi mismo en cuantas ocasione la preparación me había salvado la vida, y me levante, serían cerca de las 10 de la mañana.

-Silvie, despierta- le indiqué a mi vínculo/hija en voz alta, aunque podía hablarle perfectamente vía mental, no pasa nada, estamos solos.

-Aun no es la hora de comer- fue su somnolienta respuesta mental mientras se revolcaba.

La cogí de una pata y la levante de esta, como a un cordero, ella quedó suspendida en el aire, retorciéndose, no parecía muy contenta.

-Arriba niña perezosa- dije antes de ponerla encima de la cama, ella se acicalo las escamas con su áspera lengua, una vez terminó, me miró e infló sus  mofletes como muestra de enfado.

-Eres malo papá, mamá me dejaba dormir- cierto su obsesión por calificar a Tess como su madre, ella es tan testadura que se niega a llamarla de otra forma.

Me imagino que un niño o niña siempre necesitará una figura materna, mucho más emocional y sentimental, quizás por eso Silvie se ha empeñado tanto en ver a Tess como su madre.

-Si, pero es que tengo que hablar algo importante contigo- observé como se sentaba en el colchón, mirándome con ojos curiosos, la inteligencia que mostraba me fascinaba cada vez más, ella apenas tenía medio año y ya podía hablar perfectamente.

Ciertamente los dragones son muy superiores a los humanos, al menos en la capacidad de aprendizaje.

-Silvie, hay alguna forma para evitar que se percaten de que eres un dragón- le pregunte, acordándome que su madre podía, quizás Silvie también, aunque quizás ella era demasiado pequeña.

-No se- casi me caí para tras ante una respuesta tan simple e inocente

-Que tal si pruebas a convertirte en al algún animal, como un gato o un perro- le sugerí, cierto era que ella había nacido con la capacidad para manipular el mana de una forma impresionante, ventajas de ser un dragón, imagino, quizás tendría dicha capacidad desde el nacimiento

-Pero...papá... ¿por qué quieres que deje de ser yo misma? ¿No te gusto?- me maldije por haber usado unas palabras tan inadecuadas con quien al fin y al cabo seguía siendo una niña, bastante inteligente pero sin la perspicacia que te otorga la madurez. Debería primero de haberle explicado la situación

-No es eso Silvie, tu eres preciosa, hija- le dije mientras la cogía en brazos y comenzaba a acariciarla, pensándolo bien, con el entrenamiento casi no había pasado tiempo  con Silvie.

-Entonces... ¿por qué?- su pregunta inocente mientras me miraba apoyada en mis brazos me robó una sonrisa.

-Es para protegerte, eres... alguien muy especial, tanto que la gente mala podría llegar a mirarte y desear tenerte para si, por eso debes intentar no llamar su atención, ¿Entiendes?- nunca había sido partidario de que a un niño se le diese todo masticado, más cuando mi hija había sido capaz de entender cosas bastante complejas siendo muy joven.

TBATE: DestinyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora