XLI Incursión Arácnida- Tranquilo, los pájaros cantan, habrá paz.

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POV de Arthur Leywin

-Es un gran agujero mi general-

-Si...definitivamente, ¿cuantos metros?-

Su mirada se volvió pensativa, se pasó una mano por la barba.

-Alrededor de 300-400 de largo-

-Esto suele ser normal-

-No, nunca había visto una cosa asi- su mano se poso en las grietas del borde.

-No parece natural- raspó ligeramente la roca, era dura.

-Eso leí en los informes...cada vez esto me parece más extraño- Marco asintió.

-Bien...debemos encontrar el medio de esta entrada, así que a andar Marco- comencé a dirigirme hacia el otro extremo.

Mi idea era simple ir andando desde un extremo al otro, y el punto en el que chocásemos sería más o menos el centro.

O eso espero.

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POV de Tessia Eralith.

-Son imbéciles- me gire para ver a Jasmine, mi exasperación clara.

-No te sorprendas- su respuesta monótona, aunque aún atenta a todo lo que sucedía en la entrada.

-Pero no lo entiendo, he visto a Arthur hacer planes super elaborados, ¿se puede saber que hacen andando una contra otro? ¿se dan cuenta de que sus pies no son iguales?- me tiré ligeramente del pelo, me desquiciaba.

Ayer mismamente Arthur había credo un plan para transformar a los aventureros de viento a arqueros.

Dinero, si hacías prácticas bajo los pocos que había actualmente se te aumentaría el serio un cuarto; era una gran idea.

El dinero mueve el mundo, y por dinero estos mercenarios harían cualquier cosa.

De ahí lo iría subiendo, si uno se hacía arquero e iba al muro se aumentaría en dos cuartos, y si además ayudaba a tres cuartos.

De hecho cualquier aventurero que ayudase ganaría un cuarto más.

La única falla de su gran plan era la cantidad de dinero que necesitaría.
Pero el tener una princesa de tu lado ya te cubre todos tus gastos.

Hice que me rogase por ese dinero, fue más que suficiente compensación, ver su petulante y linda-digo estúpida cara al tener que rogarme. Nunca lo olvidaré.

-¿Deberíamos decirles que tú abuelo ha accedido a mandar también a un arquitecto, tal y como Art pidió ayer?- reí ligeramente.

Cierto, el sugirió llamar a un arquitecto o ingeniero, yo llamé a mi abuelo y además de darme el dinero suficiente, me prometió que enviaría uno. Beneficios de ser una princesa.

-No, déjalos, así se sienten importantes-

Hubo unos segundos de silencio entre ambas, mientras veíamos a ambos machos andar hacia el centro de la entrada.

-Perdone señorita Rosa, donde colocamos las maderas- uno de los aventureros se me acercó.

Alto piel bronceada, algo musculoso, pero claramente con cara de tonto.

Este había sido el gran plan de Arthur.

-Allí, con donde están las enredaderas- señalé dicha posición.

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