Bosque boreal

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Sólo cuando sintió cerrarse detrás suyo las puertas del observatorio y, por ende, abandonar al griego aquel lugar, es que se permitió analizar lo que acababa de pasar. Alejó sus ojos del telescopio frente a él y por un minuto también su atención del astro rey en el firmamento, al que por horas se la había dedicado aquella mañana. Una extraña y poco conocida sensación lo inundaba en ese momento. No sabía exactamente cómo describirla pues no estaba acostumbrado a sentirla, de eso estaba seguro. ¿Querido? ¿Aceptado? ¿Cuál era la mejor palabra para detallar lo que sentía?

Pudiendo haber escogido a cualquier otro compañero de armas, hombres a los que Milo conocía hacía años, con los que había entrenado, estudiado y crecido, lo había elegido a él, alguien a quien prácticamente acababa de conocer. Un inevitable gesto de incredulidad acudió a su rostro al repetir aquello en su mente. No podía evitar sorprenderse por muy bien que hoy se llevara con el caballero de Escorpio, pues su buena relación era sumamente prematura. No hacía demasiado tiempo juzgaba a Milo como un hombre con el que simplemente no tenía nada en común. Un compañero con el que no podría mantener una relación más que exclusivamente cordial debido a compartir el mismo estilo de vida.

No debía remontarse demasiado atrás para encontrar a esa versión de sí mismo, con apenas tres o cuatro meses bastaba. Su orgullo no le impedía, sin embargo, admitir que se había equivocado. Francia le había permitido observar de cerca a un Milo muy distinto al que él creía conocer. Considerándolo absolutamente incompatible, había arrancado de raíz toda posibilidad de establecer una amistad con él. Lo hizo aún cuando era consciente de que en aquel entonces el griego en verdad se esforzaba por acercársele.

Por fortuna, estaba a tiempo de enmendar su error. Aquella había sido la razón por la que luego de regresar de Siberia, lugar a donde había viajado inmediatamente después de Francia, comenzó a considerar la idea de acercársele poco a poco. Y éste, para ser franco, lo había recibido con los brazos abiertos.

Habían hasta ahora compartido realmente muy poco, conversaciones que podía contar con los dedos de su mano pero que, sin embargo, habían sido inmensamente más profundas que las muchas más que había compartido con sus otros compañeros. Recordaba a la perfección cómo la fluidez, la facilidad y la confianza con que se daban sus encuentros lo había dejado pasmado en un comienzo. Milo de Escorpio era por lejos su polo opuesto, la contraparte menos esperada con la que él pudiera tener algo en común. Sin embargo, allí estaban. El griego acababa de demostrarle que él también apostaba a aquella relación.

Una leve, muy pequeña sonrisa asomó a sus labios. El escorpiano tenía una innata capacidad para arrancarle sensaciones que nunca había experimentado. Tal vez por lo diferentes que eran, pero poco a poco comenzaba a acostumbrarse a todas esas nuevas emociones que el arrebato, la impulsividad y pasión que eran características suyas le provocaban. Al fin y al cabo, por muy distintos que fueran, era agradable tener a alguien con quien distraerse de tanta responsabilidad. Y aunque no estaba para nada acostumbrado a que quisieran compartir tiempo con él, mucho menos que se lo demostraran, no podía negar que la sensación que en ese momento sentía era agradable.

Volvió su cuerpo hacia el escritorio en donde en diversos cuadernos escribía la información que pretendía compartir con sus alumnos, relajó su mente y se dedicó a terminar su trabajo. No sabía exactamente cuánto tiempo les llevaría aquella incursión, por lo que era mejor ser precavido y aprovechar lo que quedaba del resto del día dedicándose de lleno a eso.

- Convengamos que el rango de búsqueda es un poco amplio, ¿no te parece? - observó junto al griego el mapa que el patriarca les había proporcionado, en donde con un marcador de color rojo había señalado el perímetro en el que aquel caballero de plata había sentido una extraña energía. Este iba desde gran parte del norte de Canadá hasta el sur de Alaska. - Si lo que buscamos es apenas un resabio de energía, nos llevará más tiempo del que esperábamos.

El hotel (MiloxCamus)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora