Lazos de confianza

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Tras la última misión, Ian y Areu se dirigieron al campo de entrenamiento

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Tras la última misión, Ian y Areu se dirigieron al campo de entrenamiento.

—¡Maldita sea! —Lanzó los cuchillos con una precisión casi perfecta, pero, para su frustración, volvió a fallar. A su alrededor, un aura eléctrica danzaba con energía, iluminando el campo de entrenamiento con destellos chispeantes.

—Tranquilo, Ian. —Se acercó y detuvo su brazo —. Intenta lanzar los cuchillos con un poco menos de fuerza. Concéntrate en el blanco; solo eso.

Siguiendo sus indicaciones, lo volvió a intentarlo y ésta vez acertó todos los cuchillos.

—¡Lo logré! —exclamó, saltando de emoción mientras le agradecía a Areu por el consejo.

—No hay de qué. Eres mi discípulo, te enseñaré todo lo que sé.

—Antes de iniciar con el entrenamiento hay algo que necesito contarte... Me trasmites confianza y siento que eres el único en quien puedo confiar en esta agencia.

—Claro que puedes confiar en mí. —Llevó su mano hacia su hombro —. La confianza es un pilar fundamental en el combate. Sin ella, cada movimiento se vuelve incierto y cada decisión, arriesgada. Debes confiar en tu compañero, en su habilidad y fortaleza, sabiendo que ambos están alineados con un mismo objetivo. Esa conexión no solo fortalece la estrategia, sino que también crea un lazo que te permite anticipar los movimientos del otro. Mira Ramiro, yo confío plenamente en él y él en mí, es algo mutuo.

—Es algo que sucedió hace varios años y aún no he podido superar. He recibido ayuda profesional y por más que lo intente no puedo sanar... Es algo que me dejará marcado hasta el día que muera.

—Se escucha como algo catastrófico. —Suspiró profundamente al notar que sus ojos comienzan a llenarse de lágrimas, reflejando una tristeza que parecía abrumadora y que lo atormentaba constantemente.

—Vi a mi familia morir ante mis ojos... Los vi, los vi tirados en el piso pidiendo mi ayuda y no pude hacer nada... Era un niño, aún no había aprendido a utilizar la magia y una gran parte de mí me repite todos los días en la cabeza que es mi culpa. —Con la voz entrecortada y el corazón destrozado, una lágrima se escapó de sus ojos, recorriendo su mejilla como un río de dolor, un recordatorio constante de su impotencia y del vacío que dejó aquella tragedia en su vida.

—Lamento tu pérdida... Es difícil y doloroso, te entiendo. Mi padre falleció cuando era un niño... No fue el mejor, pero lo quería.

—Mi madre era una maga, muy poderosa de hecho, pero cuando yo nací perdió una gran parte de su magia, casi falleciendo en el parto... Desde ese día, ella creía que fui una maldición. Yo al contrario siempre la amé y la seguiré amando. —dijo, con la mandíbula tensa y aunque en su fondo aún ese recuerdo lo seguía lastimando, el amor que sentía por su madre era inquebrantable.

La agencia de policías ©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora