Lecciones De Fortaleza

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Hace 8 años, Domingo 12 de noviembre del 2013

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Hace 8 años, Domingo 12 de noviembre del 2013.

Desde la puerta, Aremis observó a su hijo, quien se encontraba realizando una serie de ejercicios físicos y practicando técnicas de combate.

—Areu, ya es hora de cenar. ¿Por qué entrenas tanto últimamente? —preguntó Aremis con curiosidad.

Areu se detuvo y miró a su padre.

—Quiero ser como tú... ¡Quiero ser un policía espacial!

Aremis frunció el ceño, evaluando la determinación en los ojos de su hijo.

—Mira hijo, te seré directo y sincero. Ya tienes diez años y creo que deberías de entender que no tienes la fuerza suficiente para ser un policía espacial. No es solo cuestión de entrenamiento físico, requiere fortaleza mental y habilidades que aún no has desarrollado.

—Ya no importa lo que diga, para ti yo siempre seré un débil e indefenso niño... Pero algún día, ¡te demostraré que puedo ser igual, o más fuerte que tú!

Desde la cocina, su madre escuchó aquellas palabras que salieron con un tono intenso desde Areu, lo que la hizo dejar de lavar los platos y dirigirse rápidamente hacia el patio, preocupada por lo que estaba sucediendo.

—¡Baja ese tono Areu! Es tu padre.

—Si realmente fuera mi padre, me entendería y me alentara a seguir mi sueño... —Bajó la mirada, con impotencia.

—Tranquila, deja que me encargue de esto. Sé exactamente cómo solucionarlo.

Aremis tomó a Areu en brazos y lo llevó hacia lo más profundo del patio, donde la oscuridad se cernía y un frío insoportable penetraba hasta los huesos.

—¡Perdón papá! ¡No quise decir eso!

—Lección número uno; un hombre nunca pide perdón.

Areu se veía visiblemente asustado, rodeado por la oscuridad mientras su madre observaba con preocupación desde el inicio del patio, acercándose más para intentar ver lo que Aremis estaba haciendo.

—¡Repítelo! Un hombre nunca pide perdón.

Tras unos segundos de silencio, Areu lo repitió.

—Un hombre nunca pide perdón. —susurró, con la voz entrecortada por el miedo que le transmitía su padre.

—¡Dilo más fuerte!

—¡Un hombre nunca pide perdón!

—Bien. Así me gusta...

—Padre... ¿A qué se debe esto?

—¿Quieres ser un policía espacial?

—Sí.

—Yo te enseñaré cómo, sólo si me ganas en un combate. 

—¡Trato hecho! —Areu se mostró decidido.

La agencia de policías ©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora