El verano de 2016 fue el momento en que Eugenia De Lucca decidió cambiar el rumbo de su vida. La fotografía había sido algo que siempre le había apasionado, a pesar de la insistencia de su familia de que se trataba de un simple hobby. Lo veían como una fase, una simple distracción para la adolescente en medio de los campos de Córdoba.
Sin embargo, Eugenia no lo veía así. Huir a Buenos Aires para poder estudiar fotografía le pareció lógico a sus dieciséis años, y todavía mantenía esa decisión hasta la actualidad.
A sus veintiún años, conocida por su nombre artístico, Nina Lucca rememoraba aquellos días en los que mezclaba sus estudios con su trabajo de mesera, en un bodegón cerca del motel barato de Once en el que se hospedaba.
Era el mismo café al que otro de los huéspedes del motel siempre la acompañaba. Con la misma edad que Eugenia, la atracción por parte de Dylan hacia ella fue inmediata, y por las vueltas en sus vidas, ninguno de los dos dudaba en que aquellos sentimientos volvieran a flote por el reencuentro de ambos a sus veintiún años.
EUGENIA DE LUCCA
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