Capítulo 6

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No todo es lo que parece.

Hailey.

Sé que dije que no era presa sino cazadora, creo que me equivoqué.

Portando el mismo uniforme que ellos; negro, con un cierre que si quiero puedo bajarlo para dejar ver mis pechos, y ligas elásticas para guardar armas, no me siento preparada para nada de esto.

Leah modela su uniforme frente al espejo, luciendo tan sensual y coqueta como ella sola. Ethan fue a caminar por los pasillos para liberar estrés y yo pienso en que dirá mi lápida cuando me asesinen.

Al principio me mostraba segura, pero ahora solo deseo huir de todo este desastre en lo que se convirtió mi vida. No sé que pasará cuando crucemos esa puerta, cuando comience esta especie de prueba desquiciada.

No puedo dejar de repiquetear la punta del pie en el suelo, nerviosa.

La puerta se abre y deja ver al chico de ojos ámbar.

—Comencemos con esto, debo ir a deshacerme de unos cadáveres —su mirada clavada en su teléfono mientras nos habla.

Lo seguimos por los pasillos, Ethan no se ve por ninguna parte y no sé porque tengo el presentimiento de que se escapó y nos abandonó. No. No sería capaz o bueno... tal vez.

Llegamos a un pequeño cuarto con un ventanal de cristal que deja ver al otro lado, algo así como los de las salas de interrogatorios; solo que la que está del otro lado del cristal es demasiado grande, como una cancha especializada para estas cosas puesto que tiene barreras de metal que se alzan a través del suelo para protegerse de tiros. Varios muros que te dejarán ocultarte y luz tenue. Trago grueso al ver la figura de Alexc, Ethan y Siena entrar.

—¿Quién será el primero? —la voz de Alexc me congela.

Nos mira serio. Nosotros evadimos su mirada.

«Si no te mueves no te ve, si no te mueves no te ve»

Al parecer esa es la que estamos aplicando en este momento.

—Tú, adentro —señala a Leah y estoy segura de que escuché a Ethan sacar todo el aire que estaba reteniendo.

Mi amiga escoge sus armas mientras repite los pasos que hay que seguir para inmovilizar a alguien. La veo temblar y sostengo sus manos, beso su mejilla y le digo que todo estará bien. Ella se repite una y otra vez "Son monstruos, son monstruos" "vendió a sus hijas" "estaban pequeñas, eran niñas" y al parecer eso logra ayudarle a calmarse.

A la hora de entrar sus pasos son seguros, al cerrarse la puerta puedo ver como se van tornando dudosos.

Siena, Chase y Alexc se sientan frente al cristal con unos comunicadores puestos, para poder aconsejar a mi amiga que ahora se encuentra recargando su arma para guardarla y practicar los movimientos con el bate de béisbol de aluminio. La idea fue de Chase, obviamente.

—La dejáremos entrar ya, ¿Preparada? —Siena le hace una señal al chico de ojos ámbar para que aún no aprete el botón que dejará pasar a la mujer.

Veo a Leah caminar hacia atrás de un pilar, escondiéndose.

—Deja que entre la perra.

La puerta metálica del otro lado de la habitación se abre y deja ver a una mujer de piel morena, sus ropas son blancas y su cabello se encuentra recogido. Al detallarla bien noto que no tiene síntomas de desnutrición ni mucho menos heridas y me parece algo extraño.

—Nosotros no somos los monstruos —los ojos oscuros de Alexc se encuentran con los míos—. ¿Qué creías? ¿Que los tendríamos raquíticos y moreteados? Eso es solo con los peores.

Oscura PerfecciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora