Capítulo 7

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Ven a mí

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Ven a mí.

Extraño.

Camino por las calles de este pueblo tan simple. Las personas se notan amables, las mujeres me sonrien y los hombres me regalan un asentimiento de cabeza como saludo.

Mis ojos evalúan a las jóvenes y noto que la mayoría son tímidas. Típico de vivir en lugares como estos.

Cuando vives en un espacio como este es casi imposible olvidar algo que pase ya sea bueno o malo, por ende los padres sobre protegen a sus hijas para que no dañen su reputación. Admirable.

Entro a un tienda por lo que necesito, tijeras de jardinería y un saco de abono; lo último solamente para disimular. He enviado a mis hombres a comprar lo que me faltaba pero quise ir yo esta vez para estudiar el terreno. Interactuar con las personas de esta pocilga y saber porque ella desea estar en este lugar tan tétrico.

Una señora mayor se encuentra pagando con tarjeta mientras yo espero mi turno detrás de ella.

Observo la pantalla de la televisión de la tienda la cual transmite una noticia policial que llama mi atención.

"Con este ya han sido veintiséis cuerpos de mujeres encontrados en callejones de distintas ciudades —habla una mujer con una muy notable cara de preocupación—. Estamos en presencia de un asesino serial del cual aún no tenemos pistas claras, por ende se le pide a la comunidad no permitir salir a los jóvenes a altas horas de la noche y mantener puertas y ventadas cerradas. El hombre que estamos buscando es peligroso y meticuloso con lo que hace, creemos que solo es cuestión de tiempo para que aparezca otro cuerpo"

Veintisiete. Esta noche su lista sumará otro cadáver.

Que divertido.

—Es abominante lo que ese ser está haciendo, el horror que está desatando con sus crímenes —la señora mayor se dirige a mi.

—Correcto, las personas como esas no deberían ni existir —le respondo.

Ella asiente con la cabeza.

—Su tarjeta ha sido rechazada señora —el cajero mira a la mujer mayor a la espera de que saque dinero en efectivo u otra tarjeta.

—¿Rechazada? pero si yo no he comprado nada —la señora se ve confundida y cansada—. He ahorrado para esas pastillas, no gasté ese dinero...

Se intenta excusar pero yo saco efectivo y compro el triple de lo que ella iba a comprar.

Sus ojos se iluminan en agradecimiento y la sonrisa con la que le he sonreído a muchas de mis víctimas aparece para ella.

—Muchas gracias joven, que dios te lo pague. Eres un ángel.

No señora, no soy ningún ángel ni nada que se le parezca. Soy un demonio en persona.

Ella sale contenta y yo pago lo mío para volver a la casa que renté. Pido a mis hombres que no me molesten y bajo al sótano donde la encuentro. Atada de pies y manos, con solamente una bata que apenas cubre su cuerpo delgado.

Su cabello castaño cubre sus hombros y parte de sus rostros. Su piel ahora es tan pálida que sus ojeras se le marcan de más.

Quiero imaginármela como ella pero lo cierto es que jamás nadie llegará a ser tan hermosa como lo es mi pequeña. Nadie jamás me causará una erección como lo ha hecho ella con tan solo una foto descuidada.

Me acerco a la joven y acaricio su rostro, ella solo lloriquea y la cacheteo con el dorso de mi mano para que no comience a suplicar. Odio eso. Las únicas súplicas que perdonaría serían las de ella.

—Por favor... Déjame ir, prometo no decirle a nadie de ti —me suplica.

—Shh —toco sus labios imaginándomela a ella—. Compláceme y prometo no hacerte sufrir más.

Lágrimas corren por sus mejillas y yo desabrocho mi cinturón para bajar el pantalón, dejándole expuesto mi miembro semi erecto por los pensamientos que me cargo. Lo acerco a su boca y ella hace el trabajo.

Cierro los ojos pensando en esa diosa y todo lo que podré hacerle cuando la tenga conmigo.

Gruño su nombre una y otra vez. Tomo el cabello de la chica para ocupar el control. Ella comienza a hacer ruidos de ahogo y tengo que bajar el límite de brusquedad para seguir disfrutando de esta sensación que me brinda la fantasía de poder tenerla conmigo.

Cuando me siento en el colapso salgo de su boca y me corro en otro lugar lejos de ella.

Ella busca aire desesperadamente y yo rio, satisfactorio.

Me coloco unos guantes y sus ojos casi negros me observan aterrada. Intenta excusarse de que podrá hacerlo mejor la próxima, de que no la mate, pero yo niego.

—No eres ni serás ella —lo que siempre les digo a mis víctimas antes de matarlas.

Mi mente desea sentirse bien con esas chicas pero una parte de mí sabe que no son ella.

He matado a muchas más personas pero de todas estas son mis favoritas. Me complace más.

Pongo mis manos alrededor de su cuello y apreto hasta que el aire comienza a cortarse, hasta que su cuerpo se retuerza de agonía en busca del oxígeno que le niego y sus ojos queden vacíos. Sin vida.

Silbo alegremente mientras preparo mi obra maestra.

En tan solo cuatro horas ya el cuerpo está listo para ser llevado a su lugar de encuentro.

Aprecio la escena cuando es transmitida en televisión.

El cuerpo envuelto en un vestido blanco, la rosa en su pecho siendo cubierta por sus manos, su lengua cortada y sin ojos. Su cabello teñido de negro y una nota en su garganta escrita con su propia sangre.

"No es ella, ella no es mi flor"

Seguiré haciendo estos homenajes a mi pequeña hasta que la tenga en mis manos, comiendo en mi mesa y cabalgando sobre mi. Lo seguiré haciendo hasta que la tenga de rodillas implorando mi amor.

Porque haré lo que sea y mataré a quien tenga que matar para poder tenerla.

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Amber. H

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⏰ Última actualización: Jul 18 ⏰

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