Capítulo I

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La vida, la muerte y dios

— Siempre me pregunté, ¿quién es el que vela por el bien de los doctores? Digo, veo cómo todos los grandes doctores viven para proteger a los demás y cuando se trata de la suya, nadie se inmuta o bueno, sí, lo hacen, pero por su bien, no porque les interese la persona. Un claro ejemplo serias tú — Con su arma de fuego apuntó directo a la frente de la joven doctora que se encontraba frente a él de rodillas.

Él no mentía en lo absoluto, esa era la cruel realidad.

Nunca lo había pensado bien hasta ese momento en el que su vida corría peligro. Podía sentir el frío del arma en su frente, apuntando, esperando el momento indicado para acabar con todo de un solo tiro. Su vista estaba perdida y lo único en lo que podía pensar era en que si este sería su fin, pues cuando por fin sentía que la vida empezaba a sonar como una melodía, sucede esto.

— Ay, querida muerte, no vengas hoy — pensó antes de escuchar cómo uno de los hombres le gritó al que sostenia el arma de fuego entre sus manos que ya la matara de una vez, que tenían más cosas que hacer.

— ¡POR FAVOR, DIOS! — gritó finalmente después de no aver podido formularon ni una sola palabra desde que se mantenía de robillas, para tras esto escuchar el estallido del arma, sintiendo el calor de la bala atravesar su cráneo.

Unas horas antes.

— ¡Señorita Elizabeth, por favor mire a las cámaras para una entrevista! — gritó uno de los tantos reporteros que se encontraban fuera del hospital "Santa Cruz", pidiendo tener alguna noticia o información acerca del caso que sucedió en la noche de ayer.

Todo era un caos, gente por doquier, familiares llorando y pidiendo que se les permitiera pasar a ver a sus familiares, cosa que les era impedida por el caos de la policía y los enfermeros que tenían al tratar de alejar a los medios y a uno que otro chismoso.

El chisme es vida para muchos.

— ¡Les pido de la forma más atenta que desalojen el área, hay familiares que necesitan pasar, además están afectando el trabajo de todos! — gritó un joven enfermero con fuerza al entrar en estrés por todo el alboroto causado.

Por otro lado, la joven de cabellos naranjas, quien tenía un severo dolor de cabeza por todo lo que estaba pasando en estos momentos y lo acumulado de la noche le pedía a los oficiales que sacaran a toda esta gente de una vez por todas fuera del hospital.

— ¡No pienso ofrecer ninguna entrevista a ningún medio, les pido que todos salgan y nos dejen hacer nuestro trabajo, los oficiales responderán a sus preguntas! — gritó ya molesta, habían logrado romper ese pequeño hilo de cordura que le quedaba.

No había dormido nada desde ayer debido a lo que sucedió. El hospital parecía una escena digna de una película de terror: había muchos heridos y, lamentablemente, algunos no lograron sobrevivir a los ataques de los delincuentes. Así es, la noche anterior, un grupo delictivo fue a un pequeño pueblo a cometer una masacre para apoderarse de esas tierras y poder continuar con sus actos ilegales. Pareció no importarles quitarle la vida a niños y niñas.

Muy pronto se daría cuenta que no fue solo por las tierras aquel ataque.

ya habian pasado unas horas desde lo ocurrido esta mañana y el hospital parecia estar mas calmado, no del todo pues aun se podia escuchar uno que otro grito, llanto y charlas entre enfermeros  y doctores, mas el comedor era el unico lugar con mas calma de todo el hospital.

𝑴𝑨𝑺 𝑨𝑳𝑳𝑨 𝑫𝑬𝑳 𝑪𝑰𝑬𝑳𝑶. 𝒓𝒆𝒚 𝒃𝒂𝒍𝒅𝒖𝒊𝒏𝒐 𝑰𝑽Donde viven las historias. Descúbrelo ahora