My little star

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James Potter, hijo del dios del Sol, era conocido en los cielos por su resplandor y alegría. Su energía y calidez eran tan contagiosas que iluminaban a todos a su alrededor. Pero, en el fondo de su brillante existencia, había un lugar especial reservado para alguien muy querido: Regulus Black, hijo del dios de las Estrellas.

Regulus, con su aura misteriosa y serena, era el complemento perfecto para James. Su relación era una danza entre la luz y la oscuridad, el día y la noche. Los dos se habían encontrado durante una convergencia celestial y, desde ese momento, sus almas se habían entrelazado de manera irrompible.

Sin embargo, la paz en los cielos no duraría para siempre. Una antigua disputa entre el Sol y la Luna resurgió, desatando una guerra que amenazaba con destruir el equilibrio del universo. En medio del caos, Regulus no dudó en arriesgar su propia existencia para proteger a James. Durante la batalla final, una ráfaga de energía oscura se dirigió hacia James, pero Regulus se interpuso en su camino, sacrificando su vida por el amor que compartían.

La muerte de Regulus dejó a James devastado. El resplandor del hijo del Sol se apagó, y durante dos mil años, vagó por los cielos con el corazón pesado, incapaz de olvidar a su amado.

Una noche, mientras James observaba la Tierra desde su morada celestial, algo captó su atención. Un joven de veinte años, con el rostro y los ojos que James conocía tan bien, apareció ante él. Su nombre era Regulus Black. El dios del Sol reconoció inmediatamente a su amado reencarnado en este mortal.

Desesperado por una segunda oportunidad, James acudió a sus padres, los dioses del Sol, para pedirles un milagro.

-Padre, Madre -imploró James-, he visto a Regulus en la Tierra. Ha reencarnado como un joven llamado Regulus Black. Denme la oportunidad de estar con él nuevamente.

Los dioses del Sol, compadecidos por la tristeza de su hijo, le concedieron su deseo, pero con una condición.

-Tendrás cincuenta días en la Tierra para enamorar a Regulus nuevamente -dijo su padre con voz solemne-. Si no lo logras, regresarás al Sol y no se te permitirá volver a verlo.

Con el corazón lleno de esperanza y determinación, James aceptó el desafío. Bajó a la Tierra, listo para reencontrarse con el amor de su vida y luchar por la oportunidad de recuperar lo que una vez tuvieron.

Al llegar a la Tierra, James asumió la apariencia de un joven normal y se preparó para encontrar a Regulus. Tenía cincuenta días para hacer que el joven humano se enamorara de él, y cada segundo contaba.

Mientras caminaba por las bulliciosas calles de Londres, su corazón latía con fuerza al pensar en el reencuentro inminente. Allí, en una cafetería acogedora, sentado con un libro en la mano, estaba Regulus Black, ajeno a su pasado celestial y a la mirada de amor que se fijaba en él desde el otro lado de la sala.

James respiró hondo, consciente de que el tiempo era limitado, y se acercó lentamente a la mesa donde estaba sentado el joven. Con una sonrisa que irradiaba calidez y esperanza, saludó:

-Hola, ¿te importa si me siento aquí?

Regulus levantó la vista, sus ojos grises reflejando una familiaridad desconocida. Algo en su interior se agitó al mirar a aquel extraño.

-Claro, no hay problema -respondió, sintiéndose inexplicablemente atraído por aquel joven de cabellos oscuros y mirada brillante.

Así comenzó la segunda oportunidad de James para conquistar a Regulus, con la esperanza de que el amor que compartieron una vez pudiera renacer y brillar aún más fuerte que las estrellas.

James se sentó frente a Regulus, tratando de calmar el torbellino de emociones que lo invadían. Aunque Regulus no recordaba su vida pasada, James podía sentir la conexión que aún los unía. Con una sonrisa, James decidió dar el primer paso hacia su objetivo.

-Me llamo James, por cierto. -Extendió la mano, esperando que Regulus la estrechara.

-Regulus. -Respondió, estrechando la mano de James con una leve sonrisa. -¿Te gusta el café?

-Sí, bastante. -James miró a su alrededor, buscando un tema de conversación. Sus ojos se posaron en el libro que Regulus estaba leyendo. -Veo que te interesa la astronomía.

Los ojos de Regulus se iluminaron momentáneamente.

-Sí, siempre me ha fascinado el cielo nocturno. Las estrellas tienen algo... mágico.

James sintió una chispa de esperanza. Sabía que este interés compartido podía ser el puente para acercarse a Regulus.

-A mí también me encanta la astronomía. Es increíble pensar en todo lo que hay allá afuera, más allá de lo que podemos ver a simple vista. -Hizo una pausa, buscando las palabras adecuadas. -¿Tienes algún lugar favorito para observar las estrellas?

Regulus lo miró con una mezcla de curiosidad y cautela.

-Hay un observatorio en las afueras de la ciudad al que suelo ir. Es tranquilo y el cielo se ve increíble desde allí.

James sonrió, sintiendo que la conversación fluía.

-Eso suena genial. ¿Te importaría mostrarme el lugar algún día? Me encantaría verlo.

Regulus dudó por un momento, pero algo en la sinceridad de James lo hizo asentir.

-Claro, algún día podría llevarte.

Mientras tanto, en el reino celestial, los padres de James observaban con atención el desarrollo de los acontecimientos. La diosa del Sol, con su mirada cálida y preocupada, comentó:

-Nuestro hijo tiene un gran desafío por delante. Regulus parece interesado, pero también es muy reservado.

El dios del Sol asintió, observando a su hijo con una mezcla de orgullo y preocupación.

-James tiene un espíritu fuerte y un corazón lleno de amor. Si alguien puede romper las barreras que rodean a Regulus, es él. Pero debemos estar preparados para cualquier cosa. Estos cincuenta días no serán fáciles.

De vuelta en la Tierra, James y Regulus continuaron conversando, compartiendo anécdotas y sueños bajo la cálida luz de la cafetería. A medida que la tarde avanzaba, James pudo ver pequeñas grietas en la coraza que Regulus había construido a su alrededor.

Finalmente, después de varias horas, Regulus miró su reloj y se levantó.

-Ha sido una buena charla, James. Pero tengo que irme. -Hizo una pausa, como si estuviera considerando algo-. ¿Te gustaría venir al observatorio mañana por la noche?

El corazón de James dio un vuelco de alegría.

-Me encantaría. Gracias, Regulus.

Con una última sonrisa tímida, Regulus se despidió y salió de la cafetería. James se quedó allí, mirando cómo se alejaba, lleno de esperanza y determinación. Sabía que había dado un paso importante, pero también que el camino hacia el corazón de Regulus sería largo y lleno de desafíos.

Mientras caminaba de regreso a su temporal hogar, James levantó la vista al cielo nocturno y susurró:

-Voy a hacer todo lo posible por ganar tu corazón de nuevo, Regulus. No importa cuántos obstáculos se interpongan en nuestro camino.

Y con esa promesa en su corazón, James se preparó para el siguiente día, listo para enfrentar cualquier desafío con tal de estar junto a su amado una vez más.

I will always look for youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora