James continuó dedicando cada día a acercarse más a Regulus. Salían a pasear, visitaban museos, y compartían largas charlas bajo el cielo estrellado. Poco a poco, James notaba cómo las barreras de Regulus comenzaban a desmoronarse, y un vínculo más fuerte empezaba a formarse entre ellos.
Una tarde, mientras caminaban por un tranquilo parque, Regulus miró a James con una expresión pensativa.
—Sabes, James, eres diferente a cualquiera que haya conocido. —Dijo, su tono serio pero suave.
James sonrió, agradecido por las palabras de Regulus.
—¿Eso es algo bueno o malo? —Preguntó con una sonrisa traviesa.
—Definitivamente algo bueno. —Regulus respondió, sus ojos reflejando una sinceridad que James no había visto antes.
Las palabras de Regulus llenaron de esperanza el corazón de James. Sentía que estaba logrando romper las capas de sarcasmo y reserva, y cada día se acercaba más al corazón del joven que había amado en su vida pasada.
Sin embargo, había algo más que James no sabía: Regulus comenzaba a tener sueños extraños. En esos sueños, veía imágenes de un pasado desconocido, pero familiar. Soñaba con un James que brillaba como el sol, un Regulus que reía con una calidez que no reconocía en sí mismo, y una conexión tan profunda que trascendía el tiempo y el espacio.
Una noche, Regulus se despertó sobresaltado, su corazón latiendo con fuerza. Las imágenes del sueño aún eran claras en su mente: él y James, juntos, riendo y amándose bajo un cielo estrellado. La confusión lo abrumaba, pero también una extraña sensación de paz y anhelo.
A la mañana siguiente, Regulus se encontró con James para desayunar. Mientras comían, James notó que Regulus estaba más callado de lo habitual.
—¿Estás bien, Regulus? —preguntó con preocupación.
Regulus levantó la vista, encontrando consuelo en los ojos de James.
—He estado teniendo sueños extraños últimamente. En ellos, te veo a ti, pero de una manera diferente. Es como si... como si te conociera desde siempre. —Dijo, su voz llena de incertidumbre.
James sintió una mezcla de sorpresa y esperanza. Los recuerdos de su vida pasada estaban empezando a emerger en Regulus, aunque él no lo comprendiera completamente.
—A veces, los sueños pueden ser reflejos de nuestros deseos más profundos o de recuerdos olvidados. —James respondió con suavidad, queriendo apoyar a Regulus sin revelarlo todo aún.
Regulus asintió, pensativo.
—Tal vez. Pero es extraño, porque esos sueños se sienten tan reales. Como si realmente hubiéramos vivido esas cosas juntos.
James tomó la mano de Regulus, dándole un apretón reconfortante.
—Lo que importa es lo que sentimos ahora, Regulus. Y estoy aquí para ti, pase lo que pase.
Regulus miró la mano de James sobre la suya y sintió una oleada de calidez que lo reconfortó. Lentamente, una sonrisa apareció en sus labios.
—Gracias, James. No sé qué haría sin ti.
James sonrió, sabiendo que cada día estaba más cerca de reencontrar el amor de su vida. Y aunque el camino era difícil y lleno de incertidumbre, estaba decidido a luchar por cada momento junto a Regulus.
Mientras tanto, en el reino celestial, Sirius y Remus observaban con interés renovado. Remus, con una sonrisa tranquila, miró a Sirius.
—Parece que estoy ganando la apuesta, Sirius. Los recuerdos están comenzando a volver.
Sirius suspiró, sin poder evitar sonreír también.
—Aún hay tiempo. Pero debo admitir que James está haciendo un gran trabajo.
Con cada sueño y cada pequeño gesto de afecto, James y Regulus seguían tejiendo su historia, una que estaba destinada a superar el tiempo y los obstáculos. Y así, día a día, el amor verdadero comenzaba a renacer.
Sirius y Remus se sentaron en el mirador del reino celestial, contemplando la Tierra y la evolución de James y Regulus. La quietud del momento los llevó a rememorar eventos del pasado que habían cambiado el destino de todos.
—¿Recuerdas la guerra de hace 2 mil años? —preguntó Sirius, su tono más serio de lo habitual.
Remus asintió, sus ojos reflejando la gravedad de aquellos tiempos.
—Cómo olvidarlo. La guerra entre el Sol y la Luna fue devastadora. La tensión entre nuestras familias había alcanzado un punto crítico.
Sirius miró hacia las estrellas, como si buscara respuestas en ellas.
—El conflicto comenzó por un malentendido entre los dioses del Sol y de la Luna, y pronto se extendió a todos nosotros. Fue una época de oscuridad, donde la paz parecía un sueño lejano.
Remus suspiró, recordando la desesperación de aquellos días.
—En medio de todo eso, James y Regulus encontraron su amor. Fue un rayo de esperanza en medio del caos. Pero la guerra no perdona a nadie. Regulus sacrificó su vida para proteger a James, creyendo que su amor podría traer la paz.
Sirius asintió, su voz llena de tristeza.
—El sacrificio de Regulus fue el catalizador para que las fuerzas del Sol y la Luna se detuvieran y reconsideraran sus acciones. Pero el precio fue alto. James quedó devastado, y el reino celestial nunca volvió a ser el mismo.
Remus miró a Sirius, tomando su mano en un gesto de apoyo.
—Y ahora, después de todo este tiempo, James ha vuelto a encontrar a Regulus. O, al menos, su reencarnación. Las memorias de aquel sacrificio aún viven en ambos, incluso si no las recuerdan completamente.
Mientras hablaban, una estrella brillante en el firmamento comenzó a resplandecer con más intensidad. Desde esa estrella, una figura etérea observaba la Tierra. Era el Regulus que James había conocido, su presencia apenas una sombra del ser que una vez fue. Esta memoria celestial observaba con una mezcla de melancolía y esperanza.
—James... —susurró la figura, sus palabras resonando en el silencio del cosmos.
Aunque esta figura no era más que un eco, una memoria del Regulus original, sus sentimientos y recuerdos estaban profundamente conectados con la reencarnación de Regulus en la Tierra. El alma del verdadero Regulus no había desaparecido; simplemente había encontrado un nuevo hogar en el Regulus que James estaba conociendo ahora.
La figura etérea miró a Sirius y Remus desde la distancia, como si reconociera sus rostros y sus roles en el pasado. Aunque no podía interactuar con ellos, su esencia irradiaba un entendimiento y una paz que trascendían el tiempo.
De vuelta en el mirador, Sirius y Remus se dieron cuenta de la luz brillante en la estrella.
—Parece que alguien más está observando. —dijo Remus suavemente.
Sirius sonrió tristemente.
—Es solo una memoria, pero su amor sigue vivo en Regulus. Eso es lo que importa.
Y así, mientras James y Regulus continuaban su viaje en la Tierra, la esencia del pasado seguía vigilante, esperando que el amor verdadero pudiera sanar las heridas del tiempo y traer la paz que ambos reinos anhelaban.
Con cada paso que James daba hacia el corazón de Regulus, se acercaban más a la unión de sus almas, una unión que había sobrevivido a la guerra, al sacrificio y al paso de los siglos. La esperanza brillaba en el horizonte, iluminando el camino hacia un futuro donde el amor pudiera florecer una vez más.
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I will always look for you
FanficJames era un dios hijo del sol y regulus hijo de la estrella al regulus morir en una guerra James después de un tiempo ve su reencarnación en la tierra y decide hablar con su padres para estár con el la única condición es que si en 50 días no lo ena...