the sun proposed to the star

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En el reino celestial, las deidades del Sol observaban la Tierra con una mezcla de interés y preocupación. El Ministro del Sol, un ser imponente y sabio, se dirigió a los dioses con una propuesta que podría cambiar el destino de James y Regulus.

—Hemos observado a James en su misión de reencontrar el amor con Regulus. Si logra enamorar a Regulus y recuperar la conexión que tenían, propongo que se les permita a ambos ascender al reino celestial, para que puedan estar juntos una vez más.

Los dioses, incluyendo a los padres de James, se miraron entre sí, sus expresiones reflejando tanto esperanza como incertidumbre. Euphemia, la madre de James, habló primero.

—James siempre ha sido determinado y valiente. Si alguien puede lograrlo, es él. Pero esto no será fácil. Regulus ha cambiado, y su corazón ha sido herido antes.

Fleamont, el padre de James, asintió.

—Confío en que James encontrará la manera. El amor que compartieron fue poderoso, y creo que puede superar cualquier obstáculo.

El Ministro del Sol continuó.

—Entonces, estaremos de acuerdo. Si James logra que Regulus se enamore de nuevo, ambos podrán ascender al Sol. Mientras tanto, los observaremos y les brindaremos nuestro apoyo desde aquí.

Mientras los dioses discutían, los recuerdos del pasado de James y Regulus comenzaron a entrelazarse con el presente. Las escenas de su vida anterior brillaban como estrellas fugaces en la mente de James.

James y Regulus, jóvenes y enamorados, se encontraban bajo un árbol en un prado iluminado por el sol. Regulus sonreía mientras James le susurraba promesas de eternidad, sus manos entrelazadas con ternura. Aquellos momentos estaban llenos de risas, conversaciones profundas y una conexión inquebrantable.

En otra escena, James y Regulus se veían reflejados en un lago sereno, donde los rayos del sol danzaban sobre el agua. Sus ojos brillaban con un amor tan puro que parecía desafiar el tiempo mismo. Regulus, en un momento de intimidad, había susurrado:

—No importa qué ocurra, siempre nos encontraremos de nuevo. Nuestro amor es eterno.

De vuelta en la Tierra, James seguía trabajando arduamente para ganar el corazón de Regulus. Una tarde, mientras paseaban por un parque, James notó la mirada pensativa de Regulus.

—¿En qué piensas? —preguntó James, suavemente.

Regulus se detuvo y miró a James, sus ojos llenos de una mezcla de emociones.

—A veces, siento como si te conociera de otra vida. Como si nuestros destinos estuvieran entrelazados de una manera que no puedo explicar.

James sintió un nudo en la garganta, sabiendo que la verdad estaba más cerca de lo que Regulus imaginaba.

—Quizás... —dijo con una sonrisa suave—, nuestras almas han estado conectadas por mucho tiempo.

Regulus asintió, pareciendo encontrar consuelo en las palabras de James. Mientras continuaban su paseo, James decidió que haría todo lo posible por reavivar el amor que una vez compartieron.

En el reino celestial, los dioses observaban atentamente. Euphemia y Fleamont intercambiaron una mirada esperanzada.

—Nuestro hijo tiene la fuerza y el amor necesarios para lograr esto —dijo Euphemia, su voz llena de convicción.

Fleamont asintió, colocando una mano reconfortante sobre la de su esposa.

—Creemos en él. Y sabemos que, pase lo que pase, hará todo lo posible por traer a Regulus de vuelta a nuestro lado.

El Ministro del Sol, viendo la determinación en los ojos de los dioses, sonrió con benevolencia.

—Entonces, esperaremos y observaremos. Confiamos en que el amor verdadero prevalecerá.

Así, mientras James y Regulus seguían construyendo su relación en la Tierra, el destino de ambos se tejía cuidadosamente entre los hilos del pasado y las esperanzas del futuro. Los dioses del Sol, llenos de fe en su hijo, esperaban que el amor que había sobrevivido a la guerra y al tiempo, pudiera finalmente encontrar su lugar en la eternidad.

Era una noche tranquila, y James y Regulus se encontraban en el balcón del departamento de Regulus, observando las estrellas. La conversación había sido ligera hasta ahora, pero había un aire de reflexión en Regulus que James notó.

—¿Te contaban historias de niño? —preguntó James, rompiendo el silencio.

Regulus sonrió ligeramente, sus ojos fijos en el cielo.

—Sí, muchas. Mi madre solía contarme una en particular que siempre me fascinó. —Hizo una pausa, como si estuviera reuniendo sus pensamientos—. Decía que el Sol se enamoró de una Estrella, y le pidió matrimonio. La Estrella aceptó, y durante un tiempo, fueron muy felices juntos. Pero una guerra los separó, y desde entonces, el Sol ha estado buscando a su Estrella por todo el cielo, esperando que algún día se reencuentren.

James sintió un escalofrío recorrer su espalda. La historia resonaba profundamente en él, evocando recuerdos de su vida pasada.

—Es una historia hermosa, aunque triste. —dijo, tratando de mantener su voz firme.

Regulus asintió, su mirada aún perdida en las estrellas.

—Siempre me pregunté qué pasaría si se reencontraran. ¿Podrían ser felices otra vez? ¿O el tiempo y las cicatrices de la guerra habrían cambiado todo?

James se quedó en silencio, reflexionando sobre las palabras de Regulus. Sabía que la historia que había escuchado no era solo un cuento de hadas, sino un reflejo de su propia vida pasada. El Sol y la Estrella eran ellos, separados por la guerra, buscando desesperadamente reencontrarse.

—A veces, creo que las historias que nos cuentan de niños tienen más verdad de la que pensamos. —dijo James, mirándolo con intensidad—. Quizás, si el amor es lo suficientemente fuerte, puede superar cualquier obstáculo, incluso el tiempo y la guerra.

Regulus lo miró, sus ojos llenos de una mezcla de esperanza y duda.

—¿De verdad crees eso?

James asintió, con convicción.

—Sí, lo creo. Y creo que, si dos almas están destinadas a estar juntas, siempre encontrarán el camino de regreso, sin importar cuánto tiempo o cuántas dificultades enfrenten.

Regulus sonrió, y por un momento, el muro de reservas que solía mantener se derrumbó, permitiendo que un rayo de vulnerabilidad y esperanza brillara.

—Me gustaría creer eso también.

James sintió una oleada de emoción. Cada vez estaba más cerca de reconectar con el Regulus que había amado tanto, pero también apreciaba las diferencias del Regulus actual. Sabía que esta era una nueva oportunidad, un nuevo comienzo, y estaba decidido a no dejarla escapar.

La noche continuó, y ambos se quedaron en el balcón, compartiendo historias y sueños bajo el cielo estrellado. Para James, cada momento con Regulus era una mezcla de nostalgia y esperanza, un recordatorio de su amor eterno y una promesa de un futuro juntos.

Mientras tanto, en el reino celestial, los dioses del Sol observaban con expectación. La conversación entre James y Regulus no había pasado desapercibida, y la esperanza en los corazones de Euphemia y Fleamont creció.

—Está empezando a recordar, aunque sea en forma de historias. —dijo Euphemia, su voz llena de emoción.

Fleamont asintió, su mirada fija en su hijo y el joven Regulus.

—El amor verdadero siempre encuentra su camino. Solo necesitamos tener fe en ellos.

Y así, mientras la noche avanzaba, las estrellas brillaban más intensamente, como testigos silenciosos del amor que trascendía el tiempo y el espacio. James y Regulus continuaban su camino, cada vez más cerca de reencontrarse completamente, con la promesa de que su amor eterno los llevaría de regreso al lugar donde siempre habían pertenecido: juntos, bajo el mismo cielo.

I will always look for youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora