Cambios

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Jake abandonó el hospital y se dirigió hacia los dormitorios del grupo junto al manager. Su corazón latía con fuerza en su pecho, como si quisiera escapar de su jaula costillar. La noche envolvía la ciudad con un manto de estrellas titilantes, pero para Jake, el cielo parecía tan oscuro como su ánimo

El viaje en coche fue una agonía silenciosa. Sentado en el asiento trasero, su cuerpo traicionaba su ansiedad. Sus dedos tamborileaban nerviosamente sobre su muslo, incapaces de quedarse quietos. De vez en cuando, se pasaba la mano por el cabello, despeinándolo aún más. Sentía la boca seca y la lengua pesada, como si hubiera tragado arena. Su respiración era rápida y superficial, y tenía que recordarse a sí mismo que respirara profundamente para no hiperventilar. Apretaba y soltaba las manos, sintiendo la tensión acumulada en sus músculos.

El manager, notando su nerviosismo, trató de tranquilizarlo con una voz suave y segura, como la de un padre consolando a su hijo.

—No te preocupes, Jaeyunie —dijo, posando una mano firme y reconfortante en su hombro—. Mañana tendremos una reunión con los ejecutivos. Has estado en el grupo demasiado tiempo como para que te saquen solo por ser omega. Además, los fans causarían una gran revuelta si eso llegara a pasar.

Jake asintió lentamente, tratando de absorber el consuelo que le ofrecían las palabras del manager. Sin embargo, en su mente, una voz más sombría y persistente contradecía cada una de sus afirmaciones. "Los fans estarán felices si me voy," pensó, sintiendo un nudo formarse en su garganta. Decidió no compartir sus inseguridades, no quería añadir más preocupaciones a las que ya estaban presentes.

Al llegar a los dormitorios, Jake se despidió del manager con una sonrisa forzada. Sus labios se curvaron apenas, tratando de ocultar la tormenta interna que lo consumía. El manager, con su habitual mirada comprensiva, le dio una palmadita en el hombro antes de marcharse.  Jake, observó cómo se alejaba, sintiendo que con cada paso del manager se evaporaba una capa de su protección. Inspiró profundamente, buscando una calma que parecía esquiva.

Con pasos lentos, se dirigió hacia el ascensor. El pasillo estaba desierto, las luces fluorescentes parpadeaban levemente, dándole un aire casi inquietante. Jake apretó el botón del ascensor, observando cómo el indicador numérico descendía lentamente, piso por piso. Su reflejo en las puertas metálicas le devolvía una imagen de cansancio y preocupación. Cuando las puertas se abrieron con un suave ding, entró en el ascensor y se apoyó contra la pared, dejando escapar un suspiro que había estado reteniendo.

Mientras el ascensor ascendía, sentía cómo la ansiedad aumentaba con cada piso. El espacio cerrado del ascensor parecía empequeñecer aún más, sofocándolo. Miró las luces de los botones, observando cómo se encendían en secuencia, acercándolo inevitablemente a su destino. Su mano temblorosa se pasó por el cabello, en un intento desesperado de calmar sus nervios.

Finalmente, el ascensor se detuvo en el piso de los dormitorios con un suave temblor. Las puertas se abrieron revelando el pasillo familiar, pero hoy le parecía desconocido y amenazante. Salió del ascensor con pasos vacilantes, su corazón latiendo con fuerza. Al llegar a la entrada del dormitorio, se quedó inmóvil, su mano temblorosa sobre el picaporte. El miedo lo invadía por completo, apretándole el pecho como una garra invisible.

Tenía pavor de enfrentar a sus compañeros, de ver cómo lo miraban, de oír lo que podrían decir. Aunque según el doctor aún no era un omega completamente, un leve aroma a fresas comenzaba a desprenderse de él, revelando su naturaleza incipiente. Este cambio, aunque en sus primeras etapas, ya alteraba la fragancia habitual de su piel. Temía lo que este descubrimiento podría desencadenar entre los alfas del grupo, cómo podrían reaccionar sus instintos.

La dinámica entre los alfas había sido relativamente tranquila hasta ahora. Había tontas peleas por dominio, sí, pero casi siempre terminaban en disculpas apresuradas o con Jake interviniendo justo a tiempo para evitar que las discusiones escalaran más allá de las palabras. Pero ahora, las cosas habían cambiado, por más que él no quisiera aceptarlo. El temor a lo desconocido y a cómo sus compañeros podrían reaccionar lo mantenía paralizado en la entrada, incapaz de reunir el valor suficiente para cruzar la puerta.

Attention, please! ᴶᵃᵏᵉ⁻ᶜᵉⁿᵗʳⁱᶜDonde viven las historias. Descúbrelo ahora