Photoshoot

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Hoy era un día importante, el principio de su mayor miedo en las últimas semanas que  podría cambiar la percepción que los fans tenían de él para peor, si era posible.  Sabía que no podía escapar de lo que vendría; este photoshoot no era solo una sesión de fotos cualquiera, sino el anuncio formal de su subgénero, algo que la empresa había decidido como un paso necesario para capitalizar su aún  reciente presentación. Aunque se había acordado que él tendría tiempo para adaptarse a su nuevo cuerpo y por lo tanto a los cambios hormonales que lo acompañaban, la realidad era muy distinta. Su descanso se veía constantemente interrumpido por reuniones interminables donde se discutía, con meticuloso detalle, cómo se diseñaría su nuevo "rol" dentro del grupo. Mientras tanto, los alfas del grupo ya habían comenzado a disfrutar de la nueva libertad creativa que se les había concedido, componiendo música y explorando nuevas facetas artísticas, algo que contrastaba dolorosamente con el costo que debía pagar el mismo.

Al menos alguien estaba feliz con todo esto.

Parecía que la empresa estaba a punto de empaquetar y vender una nueva imagen de él, una cuidadosamente moldeada para complacer a los gustos del público. Ahora se veía más tierno, más delicado, más... como un omega. No era que él odiara esa imagen en sí; lo que realmente detestaba era no haber tenido la oportunidad de elegirla por su cuenta. Le estaban arrebatando el control sobre su identidad, convirtiéndolo en un producto más, diseñado para maximizar el impacto comercial sin considerar cómo se sentía al respecto. El hecho de que todo esto estuviera ocurriendo sin su consentimiento hacía que la frustración creciera aún más dentro de él, creando un abismo entre quien realmente era y la versión comercializable de él.

Lo que más le dolía no era solo la pérdida de control sobre su propia identidad, sino el hecho de que ninguno de sus compañeros parecía notarlo. Todos estaban tan inmersos en sus propias responsabilidades y en la emoción de la nueva dirección creativa que se les había concedido, que no se daban cuenta del peso que él estaba cargando. Se sentía solo en su lucha, invisible entre aquellos que consideraba su familia. Era como si, en medio de todo el ruido y el caos de sus nuevas realidades, su dolor hubiera pasado desapercibido, ignorado por aquellos que más deberían entenderlo.

Quería odiarlos, con la misma intensidad con la que odiaba a la empresa. Pero por más que lo intentara, no podía. Esos tontos alfas eran sus tontos alfas. Había pasado sus mejores años a su lado, compartiendo risas, lágrimas, y sueños. Cada momento, desde los más difíciles hasta los más felices, lo había vivido junto a ellos. Y aunque ahora no parecieran darse cuenta de lo que estaba pasando por su mente, seguían siendo las personas en las que había confiado y a quienes les había entregado su corazón. Ese vínculo, forjado en tantas experiencias compartidas, era lo que lo mantenía atado a ellos, incluso cuando sentía que el mundo se desmoronaba a su alrededor.

El estudio era un lugar pequeño, casi claustrofóbico, lo cual solo intensificaba la sensación de estar atrapado. A diferencia de otros eventos, donde el bullicio y la presencia de fans y medios ayudaban a distraerlo de sus nervios, aquí estaba solo, rodeado únicamente por el equipo de producción y un nuevo camarógrafo que acababa de ser contratado por la empresa.

Este era un joven beta, que apenas rondaba los veintitantos, era una presencia extraña. Aunque su sonrisa era cálida y sus ojos brillaban con una especie de admiración genuina hacia él, Jake no podía evitar sentir una incomodidad latente. No es que fuera grosero ni que tuviera alguna razón particular para desconfiar de él, pero la amabilidad que desprendía parecía casi demasiado, como si intentara invadir su espacio constantemente. Para alguien como él, que valoraba su espacio personal y detestaba el exceso de atención fuera de sus miembros, esta cercanía forzada lo ponía aún más nervioso.

El estudio estaba configurado de manera minimalista, con luces blancas y frías que iluminaban cada rincón, dejando pocas sombras donde pudiera esconderse, hoy sería una figura destacanle entre algunos globos, rositas claro, y pétalos de rosas. Se encontró a sí mismo examinando cada detalle: las cámaras dispuestas con precisión, el maquillaje y vestuario listos para ser usados, y un monitor en la esquina que mostraba en tiempo real lo que las cámaras capturaban. Era un recordatorio implacable de que no había margen de error, que cada movimiento, cada expresión, sería capturado y analizado no solo por el equipo presente, sino eventualmente por millones de ojos alrededor del mundo.

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⏰ Última actualización: Sep 05 ⏰

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