Hace seis años.
Era el mejor cirujano del país.
Algunos me llamaban arrogante y me tomaban como el idiota del año pero definitivamente ellos no eran ni la mitad de capaces de salvar vidas como lo había hecho yo con tan corta edad.
Mi tasa de cirugías exitosas era la más alta del hospital y mi servicio era solicitado en diferentes partes del país porque la voz de mi talento había volado. Miles de personas me admiraban.
Los que no te conocen en persona.
Y me tomaban como referente, como ejemplo a seguir.
Pobres corderos, no me llegarían nunca a los tobillos.
Tenía experiencia en varias áreas y, pese a que mi preferida siempre fue cardio, trauma y neuro también se me daban excelente. Aún no escogía a cual dedicarme de lleno, para eso me faltaba un año, igualmente amaba involucrarme en otros casos donde generalmente los demás doctores se aliviaban cada que entraba a su quirófano porque, muchas veces, arreglaba el desastre que ellos hacían.
Por lo que no, no solo era bueno en la cirugía.
Era un Dios.
Fue por ello que, mientras salía de una que me había tomado unas doce horas, sintiendo como mi cuerpo estaba algo contracturado por la tensión acumulada pero a la vez sintiéndome contento porque mi racha seguía intacta, un residente de tercer año que se había cambiado a este hospital hace una semana me llamó y me hizo saber que un trauma había llegado.
—Mujer de veintitrés años, accidente en auto, fuerte lesiones y fracturas en cuerpo —comenzó el nuevo.
—¡Está embarazada! ¡Llamen a obstetricia! ¡Ahora! —gritó otro a mi lado.
—Evalúala y pide un quirófano de ser necesario —hablé con tranquilidad.
Opté por dejarle las evaluaciones básicas a quienes estaban en un nivel más bajo y fui a revisar a un paciente en el post operatorio. Treinta minutos después mi aparato sonó enviándome a quirófano, la mujer desconocida había entrado en crisis y la cirugía era inminente.
Me encaminé con paciencia a lavarme y prepararme para entrar. Luego de que una trabajadora ajustara mi bata y yo colocarme mis guantes me encaminé hacia el cuerpo de la mujer, evaluando la situación.
—¿Qué tenemos?
—Hipertensa, su ritmo cardíaco es irregular y ha entrado en crisis tres veces, le han practicado una cesárea de urgencia porque el feto no recibía oxígeno, ahora es necesario atender su médula espinal.
—¿Y estoy aquí porque...? —pregunté al ver a un titular realizando el procedimiento.
—Sufre arritmias y, como le dije doctor Kol, ha entrado en crisis múltiples veces, necesitamos ayuda.
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Corazón sin latidos
Подростковая литератураLa colisión de dos mundos distintos pueden ocasionar que un campo se llene de flores, colores y vida o quede desierto para siempre. "Ámame cuando menos lo merezca, ya que es cuando más lo necesito" -Dr. Henry Jekyll