Resplandor entre Tinieblas
Por
WingzemonXCapítulo 157.
Acción de Gracias (III)Adrián llegó a New York un poco después del mediodía. El aeropuerto era un caos debido a toda la gente que arribaba al mismo tiempo por las fiestas, pero se las arregló para pasar desapercibido y subirse a un taxi que lo llevara directo a su departamento.
En cuanto Neff y Lyons les confirmaron que Damien estaba a salvo y de camino a Chicago, Adrián y Ann acordaron moverse; él de regreso a su casa con su madre y su hijo, y ella se encaminaría a Los Ángeles para ver a Verónica. Todo tenía que volver a la aparente normalidad lo antes posible, en especial cuando aún los acontecimientos de lo ocurrido en aquella base militar no se hubieran hecho públicos.
Pero independientemente de ello, Adrián ansiaba poder dejar todo ese asunto atrás, aunque fuera un par de días. Ya había cumplido con su deber con la Hermandad y con Damien; ahora le tocaba enfocarse en su madre. Luego de esperar tantos años para reunirse de nuevo con ella, se lo había ganado.
Al ingresar por la puerta principal del departamento, lo primero que lo recibió fue el delicioso aroma de la comida. Lo más seguro es que Gilda les hubiera preparado para cenar, pese a que usualmente se tomaba ese día libre. Dejó entonces su maleta un momento en vestíbulo y, sin anunciarse, se encaminó hacia la cocina. Esperaba poder dar la sorpresa de su llegada, pero el sorprendido terminó siendo él en cuanto echó un vistazo a la cocina y, además de Gilda frente a la estufa, vislumbró a alguien más.
Rosemary Riley, envuelta en una gruesa bata blanca de lana, y con su cabello canoso atado en una cola, estaba de pie a un lado, canturreando en voz baja, mientras cortaba con un cuchillo pedazos del pavo rostizado que tenían sobre la encimera de la cocina. Adrián se quedó atónito, tanto que fue incapaz de decir nada para hacer notar su presencia. Igual no fue necesario, pues en algún momento su silueta fue visible para Rosemary por el rabillo del ojo. La mujer se giró hacia él, y le sonrió ampliamente con alegría.
—Hey, miren quién está aquí —pronunció Rosemary con júbilo, dejando el cuchillo de lado por un momento, y acercando una servilleta para limpiarse las manos.
—Mamá —masculló Adrián, despacio—. ¿Estás...?
—¿De pie? —le complementó Rosemary, riendo divertida. Se acercó entonces una andadera de aluminio que tenía a un lado, y la usó como apoyo para así aproximarse hacia su hijo con paso lento, arrastrando un poco los pies—. Parece que la terapia física está dando resultado. ¿No es genial?
Adrián no supo qué decir. Ann le había mencionado algo sobre que en efecto su madre estaba respondiendo bien a la terapia, pero no se había imaginado poder verla levantada de la cama tan pronto. Si no conociera las circunstancias reales tras el malestar de su madre, incluso se atrevería a decir que se trataba de un milagro.
Rosemary se acercó lo suficiente a él para colocar una mano sobe su mejilla y luego inclinarse para darle un beso en la otra. Adrián se agachó un poco para facilitárselo. La sensación de sus labios contra su piel resultó más cálida de lo que se había imaginado.
—Pero no te acostumbres —indicó Rosemary justo después, con voz cansada—. Creo que ya he gastado mi cuota de hoy. Te dejó el resto, Gilda —indicó con tono vivaracho, al tiempo que se encaminaba hacia la mesa del comedor para sentarse.
—Tranquila, señora —respondió el ama de llaves desde la cocina—. Esto ya casi está terminado.
Adrián se apresuró para ayudar a su madre a sentarse, jalando una silla hacia atrás y tomándola del brazo para que se apoyara en él mientras bajaba lentamente hacia el asiento.
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Resplandor entre Tinieblas
FanfictionLa Dra. Matilda Honey ha dedicado toda su vida a ayudar a los niños, especialmente a aquellos con el "Resplandor", niños con habilidades especiales como ella misma lo fue. Desde hace muchos años, ha ayudado activamente en la Fundación Eleven, una or...