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If I'm on fire, you'll be made of ashes too

   Los días pasaban más rápido que lo que Haymitch deseaba. Pero sabía que sus tributos lo estaban haciendo bien. El Capitolio los amaba, y ni siquiera habían escuchado lo que tenían que decir. 

   Observaba al techo, demasiado nervioso para dormir. Al día siguiente evaluarían sus destrezas elegidas. Escuchaba los ligeros choques de metal contra metal en la sala.

  Llevaban varias noches haciéndolo, Haymitch los escuchaba durante horas. Se levantó de la cama, que hacía días que no se molestaba en deshacer, y caminó hasta la sala, apoyándose unos segundos en la pared del pasillo para observarlos.

   Olive y Atlas practicaban con un par de atizadores de la chimenea de la sala, utilizándolos como espadas, mientras se lanzaban preguntas sobre el terreno, plantas, animales y cosas, distintas a otro tributo, que podrían suponer la diferencia entre ganar o quedarse en la arena. Entre vivir o morir.

   Se lo habían tomado realmente en serio. Olive el salir viva de aquello, aunque todavía necesitaba matizar su plan de mantener a Atlas con ella, si consiguiese averiguar como obligar al Capitolio a que los dejasen vivir a los dos...

   Atlas el protegerla con su propia vida. Se había esforzado por aceptar que no saldría de la arena, que ya no vería más su Distrito, ni a sus padres, ni a su suegro, ni a su novia...

    Tenía miedo. Le era inevitable, ¿sentiría dolor? ¿sería lento o demasiado rápido para apreciar a Olive una última vez? ¿Conseguiría ayudarla a llegar hasta el final? No le daba miedo morir, porque sabía que si moría protegiendo a Livie no sería en vano, pero el cómo moriría... El que no podría volver a ver a nadie a quien amara... ¿Qué había tras la muerte? No más papá y mamá, no más Haymitch, no más Livie...

   Tal vez se reencontraba con su hermano...
  
   Eso lo hacía estar un poco más tranquilo. Aunque solo un poco, porque sabía que sus padres tendrían que ver morir a otro hijo, y esta vez no podrían estrecharle las manos.

   Haymitch carraspeó llamando la atención de los adolescentes, que le dirigieron una mirada antes de seguir luchando entre ellos -Debéis descansar. Mañana es vuestra evaluación- les dijo mientras caminaba entre ellos, cruzando los dedos a su espalda por no llevarse un golpe, ambos habían demostrado tener una fuerza de la que Haymitch no quería ser victima.

   Atlas soltó el atizador repentinamente, pasando a unos centímetros del hombre, golpeó la pared -A Effie no le va a hacer gracia eso- lo miró el hombre. Atlas suspiró -Da gracias que he mirado más por ti que por mi mismo- respondió pensando en la reprimenda que le daría la mujer de cabello azul, o rosa... Cambiaba demasiado como para acordarse. 

   Abrazándolos por los hombros, los condujo al sofá, donde se acurrucaron los tres bajo una pesada manta -Lo estáis haciendo realmente bien, chicos- aseguró Haymitch -Estoy muy orgulloso de vosotros. Mañana debéis salir frente a ellos y demostrarles que no estáis asustados de ellos. Que no os veis intimidados por ellos- dejando unos segundos de silencio, añadió -Y si os sentís intimidados, pensad en Effie y sus pelucas y se os pasará- Atlas sonrió apoyando la cabeza en su hombro y entrelazando su mano con la de Olive sobre la manta. 

   Poco a poco, el sueño venció a los jóvenes. Haymitch se mantuvo despierto, velando por ellos. Aprovechando su última noche de calma juntos. 

   A la mañana siguiente, Effie los levantó temprano, separando a Atlas y Olive, e iniciando con su preparación para la evaluación. Olive se sentía ciertamente tranquila, a pesar de que los engranajes en su cerebro no dejaban de rotar. Antes de lo que creía se encontraba esperando en una sala, sentada junto a Atlas, con los dedos entrelazados, e ignorando todas las miradas que se deslizaban a ella de vez en cuando. Temor, desagrado, odio, pena.... Pero todas centradas en ella.

The ArcherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora