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[Becky]

Odio venir de compras. Es una actividad estresante para mí, pero es de las pocas cosas que realmente comparto con mi madre, así que la mayor parte del tiempo intento aferrarme a estos momentos con ella.

—Tu padre dará una pequeña cena este fin de semana —dice casualmente—. Necesito tu ayuda con todo, cariño.

Desliza un par de prendas buscando la talla adecuada para ella.

—Llevo tres semanas de universidad, mamá —me le quedo mirando—. Puede que no lo parezca, pero ya me dejaron deberes en algunas asignaturas.

—Claro y ¿eso que tiene que ver con lo que te dije?

Dios...

—Que no tendré tiempo de ayudarte a preparar cantidades enormes de comida ni a ordenar y dejar listo todo antes de la "pequeña" cena que dará papá —hago comillas en lo de pequeña, porque jamás es así.

—Rebecca, si tú no me ayudas entonces tendré que hacerlo todo sola, lo sabes.

—Por supuesto que no, Sun y Moon pueden ayudarte.

Deja de rebuscar ropa y se gira con una expresión tensa.

Ellos son hombres.

—¿Y?

—No es su trabajo hacerlo, es el de nosotras.

—No lo entiendo.

Suelta un suspiro demasiado sonoro, y eso solo significa una cosa, que está perdiendo la paciencia.

—¿Qué es lo que no entiendes, Rebecca?

—No entiendo por qué nosotras debemos hacer todo en casa, Sun, Moon y papá solo se sientan y esperan a que todo se les haga. Jamás mueven ni un solo dedo, es que acaso... ¿Acaso no te cansas?

Un sentimiento que no logro identificar se instala en el rostro de mi madre por un breve momento.

—Tu padre trabaja y tus hermanos están en la universidad...

—Yo también estoy en la universidad y hago de todo en casa de igual forma —mi voz suena más alta de lo que planeaba.

Mi madre toma mi brazo, no con violencia, pero sí a modo de advertencia

—Baja la voz, Rebecca, no olvides que eres una señorita, compórtate —su tono es severo—. No tendremos esta conversación otra vez, ni aquí ni en casa, mucho menos en casa.

Me aparto de ella con un nudo cubriendo mi garganta.

—Iré al auto, ya no quiero seguir aquí, necesito aire —le informo antes de darme la vuelta y dejarla atrás.

Mis ojos se llenan ligeramente de lágrimas, pero no me permito soltar ninguna. Pienso en las palabras de mi madre justificando a mi padre y hermanos, pero solo puedo pensar en una Becky de diez años haciendo el mismo trabajo que mi madre en el hogar, y recuerdo a los mismos tres hombres, sin hacer absolutamente nada.

***

Al llegar a casa veo a mi padre sentado en la sala frente al televisor. Lleva un puesto un traje, lo que significa que acaba de llegar del trabajo. Cuando se da cuenta de mi presencia me hace señas con la mano para que me acerque.

—Siéntate —me señala otro puesto.

Lo hago.

—¿Qué tal la universidad? ¿Todo bien?

—Sí, igual que siempre.

A excepción de que ahora hay dos personas que me hacen sentir menos sola.

Todo De Mi | FreenBeckyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora