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[Becky]

Por mi cabeza pasan un montón de cosas a la vez, pero por alguna razón mi mirada parece ser la única que sabe en qué enfocarse, o más bien en quién.

—¿Becky?

Escucho a Sea de fondo llamándome, mas no lo tomo en cuenta.

Observo en detalle esa sonrisa que me tiene paralizada, y esos ojos, esos profundos ojos café que por algún motivo que desconozco se sienten familiares, conocidos.

—Becky —Yoko toma mi brazo y me da la vuelta para que la mire—. ¿Está todo bien?

Su expresión desprende nada más que preocupación, o es así hasta que dirige su atención al mismo sitio en el cual me encontraba absorta hace un momento.

—¿Freen? —ahora sonríe.

¿Freen?

No entiendo nada.

Yoko me suelta y corre en la dirección de la chica de hace un segundo. Mi sorpresa es enorme cuando Yoko le salta encima envolviéndola en un abrazo apretado.

¿Se conocen?

Entonces no me estaba fotografiando a mí, era a Yoko.

[Freen]

Los pequeños brazos y piernas que se aferran a mí como los tentáculos de un pulpo son demasiado inoportunos justo ahora.

—Hace días no te veo —dice la chica que no conoce el significado de espacio personal—. Ni siquiera me has escrito.

Intento apartar su cuerpo del mío, pero no cede.

—Te dejé un mensaje invitándote a cenar, pero rechazaste la invitación —mi tono es neutro—. Ahora, si no te importa, suéltame y apártate, Yoko.

Se tarda un par de segundos en hacerme caso. Cuando pone sus pies en el suelo se para frente a mí.

—Sé que en el fondo amas que te abrace —golpea suavemente mi brazo en broma.

—Sí, como no.

Mi interés se va nuevamente a la chica que ha invadido mi mente desde hace ya un par de semanas.

Nuestros ojos vuelven a toparse y por un breve instante Yoko y todo lo demás simplemente desaparece.

Es así hasta que un bocinazo me hace darme la vuelta. Mi hermana. Sin embargo, el foco de esta no está precisamente puesto en mí, sino más bien en Yoko. Ambas se observan detenidamente, y algo entre ellas, de alguna manera, se siente triste y lejano.

Faye rompe el contacto primero.

—¿No te subirás? —me pregunta.

Le asiento. Antes de ir en dirección al auto me giro hacia Yoko.

—Ven a comer con nosotras, mamá y papá te extrañan.

Percibo su incomodidad en cuanto hago la propuesta.

—Yo... mejor otro día —me sonríe forzadamente.

—¿Por qué? —la miro inquisitiva—. Es la quinta vez que te lo propongo en un periodo de tres semanas, y es la quinta vez que me rechazas.

—Es que... yo —se da la vuelta y me señala a la chica de antes—... estoy acompañando a mi amiga a casa, por eso no puedo —suelta una risa nerviosa—. ¿Verdad, Becky? —le pide confirmación.

—Tráela también, podemos dejarla en su casa y luego tú, Faye y yo nos vamos a casa de mis padres.

Yoko me mira de una manera extraña, con pánico. Su mirada va de Faye a mí, pero cada que se detiene en mi hermana... no lo sé, es diferente.

Algo raro pasa aquí.

—Está bien —termino cediendo—. No vayas hoy, pero la próxima vez que te invite, irás.

Me doy la vuelta, no sin antes mirar por última vez a, quien ahora sé, se llama Becky.

Supongo que ahora que sé que es cercana a Yoko la veré con más frecuencia.

Eso espero.

***

—¿Qué ocurre entre tú y Yoko?

Vamos en el auto a un par de minutos de casa.

—No sé a qué te refieres.

Mentira.

—Sabes, me parece extraño que Yoko rechace cada invitación que le hago, sobre todo cuando hace apenas un par de años adoraba ir a casa incluso cuando nadie la invitaba.

El semblante de mi hermana es neutro, con la vista fija en la carretera.

—Me sorprende que te importe tanto, creí que detestabas pasar tiempo con ella.

—Estás equivocada —aclaro enseguida—. Sé que la mayor parte del tiempo soy distante con ella, pero es mi amiga, y aunque no lo creas, la extraño.

—Tal vez si fueras más expresiva de vez en cuando, ella querría pasar más tiempo contigo.

—Ese no es el problema, el problema es cuando el panorama te involucra a ti.

Sus manos se aprietan contra el volante a tal magnitud que sus nudillos se ponen blancos. Por otra parte, su rostro luce pacífico.

—Pienso que simplemente estás viendo cosas donde no las hay.

[Becky]

No dejo de escuchar el ruido de esa cámara, ni de ver esos ojos oscuros.

—¡Rebecca! —grita mi madre para después apartarme del frente de la cocina.

Apaga el paso del gas y se gira con rapidez.

—Acabas de quemar la salsa, ¿ahora qué haremos?

Diablos.

—Lo siento, mamá.

—Lamentarte no hará que el desastre que ocasionaste desaparezca —señala un poco molesta—. Mejor ve al comedor y pone la mesa.

Y lo hago, bueno, lo intento, porque mi cabeza no deja de vagar por ese momento.

¿Por qué no puedo sacar ese instante de mi sistema? ¿Por qué siento cierta molestia, como si tuviera que acordarme de algo?

Esto es frustrante.

La cena es tranquila, a pesar de que no logro comer demasiado. Por lo general no soy muy habladora, pero nunca he tenido problemas con comer lo que está en mi plato, y el tenerlos justo ahora es lo que despierta la curiosidad de mi hermano Sun.

—¿Todo está bien, Bec Bec?

De todos mis familiares, Sun es con quien tengo más afinidad. No diría que somos inseparables, porque es una complicidad que solo comparte con su mellizo, Moon. Sin embargo, cada que tengo un mal día, Sun es el único que se toma la molestia de preguntar qué ocurre.

—Sí —respondo—. Todo está bien.

—¿Segura? —insiste nuevamente—. No has comido casi nada.

—Sí —le regalo una sonrisa—. Fue un día largo, solo tengo sueño.

—Entiendo.

No dice nada más. En cambio, mi madre...

—Nada de pensar en descansar, Rebecca —advierte—. Debes lavar los platos luego de comer.

Por supuesto que sí.


















Sigan, subí otro (🤎)

Todo De Mi | FreenBeckyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora