Responsabilidades del cargo

824 76 41
                                    

Cuando se tiene un puesto de trabajo, es necesario ser responsable por sobre todo a la hora de ejercerlo. Si se descuida el cargo, se incurre en responsabilidad y baja confiabilidad del empleado; lo cual lo descalifica para desempeñar dicha labor.

...

Sentía que el fin de semana no había pasado y que en realidad había sido un producto de su imaginación. Se repetía continuamente en su cabeza que la respuesta de Shinobu no podía ser tan mala, que era parte de una pesadilla y que en realidad su cerebro estaba alucinando un mundo en donde las cosas se echaban a perder.

Porque en lo que a él respectaba las cosas entre ambos eran perfectas y creía haber interpretado adecuadamente las señales positivas de ella hacia él. Sus celos, sus caricias, su sed constante de él. Eso no podía significar otra cosa más que... Lo quería, ¿No es así?

Bueno, su mente solía hundirlo más que sacarlo a flote. Su consolación se fue a la mierda cuando al pisar el edificio de las oficinas sintió una marejada caliente en su estómago. El día acababa de empezar y él ya quería irse a su casa, refundirse debajo de las sábanas de su cama y dormir un largo rato.

De hecho, se sentía extrañamente cansado. Aunque eso podría ser porque su propio cerebro no le había dejado dormir por la ansiedad. El día continuo sin mucho movimiento, en todo su transcurso se la pasó reclinado en su escritorio, garabateando sin prestar mucha atención en un trozo de papel, de pronto, entraba en una espiral de concentración desmedida y comenzaba a trabajar sobre las bitácoras de contabilidad que estaban sobre su mesa.

Algunas personas entraron a preguntar cosas triviales, pero cuando el horario de comida vino, no se molestó en salir. En realidad estaba falto de apetito y su cerebro le decía que para consolarse, debía concentrarse en algo.

No obstante, otra parte de él se negaba a olvidar la situación pasada, sus pensamientos circundaban aquel gesto de rechazo que Shinobu hizo hacía él. Tomioka tomaba aire de poco en poco, pero realmente no llegaba a otro sitio más que a esas palabras que él dijo y ella también. Que por cierto, había dicho: Nos vemos en la oficina. Pero no había cruzado con ella en ningún momento en todo el día.

Estuvo tentado a escribir por teléfono, decirle que se vieran un rato para platicar, besarse o hacer lo carnal de siempre. Como si quisiera fingir que había un día, Shinobu no le había dejado con el corazón de la mano y de pie frente a la casa que compartía con sus hermanas. ¡Oh, rayos! ¿Qué habrían dicho ellas? Eran tan agradables y perspicaces, seguramente podrían pensar que él lo había arruinado deliberadamente, porque, ¿Qué otra cosa podría ser si no? Shinobu se había quedado congelada como si acabara de insultarla, cuando él sólo le había confesado sus sentimientos.

Seguramente había malinterpretado todo. Quizás esas noches juntos, esas caricias y besos no significaban otra cosa que sólo deseo. Si era el caso, se pondría muy triste al respecto... Bueno, más de lo que ya se sentía.

Los días comenzaron a acumularse. Ya había pasado una semana y la situación en la oficina se hizo ajena poco a poco. No volvieron a verse a la hora de salida. Tampoco habló con Shinobu directamente. De hecho, ella mandaba al joven Zenitsu a hacerle mandados, su humor decayó terriblemente. Si antes su rostro era frio, ahora no sólo estaba apagado, sino que también amargado.

—Dis-Disculpe, Tomioka-san. - habló Zenitsu, estaba cargando unas carpetas de bitácoras pasadas de gastos. —Kocho-san me pidió que por favor revisara estas cuentas y verificara si los sueldos de los empleados del mes pasado estuvieron bien. Dice que cree haber detectado inconsistencias.

—Si ella detectó eso, ¿Por qué no viene a verlo en persona? - se había prometido no ser invasivo, en no demostrar que estaba irritado y frustrado, pero se le escapó. Zenitsu se quedó callado y nervioso. Tomioka suspiró. —Dile a Kocho-san que lo haré. Pero no prometo nada. - tomó las libretas y las dejó en su escritorio, junto a una pila más grande. —Retírate, por favor.

Secretos de oficinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora