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─ ¿Realmente no tienes corazón? ¿Es acaso de hielo? ─ Preguntó Xóchilt con los ojos llenos de lágrimas.

Claudia cambió su expresión; siempre mostraba una actitud intimidante y fría, pero al ver a Xóchilt al borde de las lágrimas, pareció que Claudia experimentó una intensa punzada en el corazón... aunque lo ocultó hábilmente. ─ Parece que no has perdido tu toque dramático.

Xóchilt inclinó la cabeza y contuvo las lágrimas que amenazaban con brotar. Se dirigió hacia la puerta para salir de la habitación, pero antes de girar el picaporte, le lanzó una última mirada a la pelinegra . ─ Y como siempre, no llegamos a nada. ─ Murmuró antes de marcharse.

"Tus ojos... llenos de rencor."

Claudia interpretó esas palabras como una referencia a que no lograron llegar a un acuerdo en lo laboral, ya que discutieron sobre el próximo debate pero no llegaron a ninguna conclusión realmente.

Pero todos sabemos que Xóchilt no se refería a eso...

─ Ya vámonos, llévame a casa. ─ Dijo Xóchilt a Antonio mientras salía apresuradamente de la casa ajena. Antonio se levantó rápidamente del sillón en el que estaba sentado y siguió a Xóchilt hasta que salieron por completo de la residencia Sheinbaum y se encontraron con la camioneta de Xóchilt, listos para partir.

Xóchilt abrió la puerta de su camioneta y entró rápidamente, lo que desconcertó un poco a Antonio, ya que solía ser su tarea abrirle la puerta a su jefa. Sin embargo, esta vez incluso él notó que Xóchilt no estaba bien.

Una vez dentro, Xóchilt se sentó en el asiento del copiloto y, antes de que Antonio comenzara a avanzar con la camioneta, le lanzó una mirada extrañada a la mujer de cabello oscuro, quien ni siquiera lo notó, ya que estaba absorta mirando por la ventana, perdida en sus pensamientos.

─ Señora, ¿todo bien? ─ Preguntó Antonio. Parecía que Xóchilt finalmente salió de su estado de shock, le miró y simplemente asintió. Aunque el hombre no estaba del todo convencido, decidió avanzar con la camioneta.

               7 de Abril, México.

Después de ese día, Xóchilt y Claudia mantuvieron silencio entre ellas. Solo se comunicaban a través de sus managers, incluyendo los de Máynez, el otro candidato.

Y finalmente llegó el tan esperado día del debate presidencial. Xóchilt estaba nerviosa, pero no era por el debate, sino por Claudia.

Sin embargo, esos nervios debían desaparecer para mantener el profesionalismo. Xóchilt estaba tan enamorada que a veces olvidaba la importancia de su cargo; era literalmente candidata a la presidencia de México.

En ocasiones, envidiaba y anhelaba ser como Claudia: fría, sin corazón y muy seria. Xóchilt siente demasiado y profundamente, como lo demuestra su amor por Claudia, que perdura como el primer día.

Finalmente, el esperado debate estaba a punto de comenzar, pero antes de adentrarse en el set, los candidatos se reunieron para entablar una conversación sólida. No es un secreto que en la política, no existen enemigos, todo se reduce al trabajo, por lo que se esperaba que mantuvieran una buena relación más allá de lo laboral.

SE SUPONE.

¿Cómo podrían dos personas con un pasado amoroso llevarse bien? A pesar de esta complicación, un ejemplo destacado fue Máynez, quien demostró su amigable naturaleza al conversar cómodamente con ambas mujeres durante ese momento.

Incluso Máynez, al notar la falta de comunicación entre Xóchilt y Claudia, que contrastaba con la forma en que hablaban con él por separado, se sintió confundido y preguntó: "¿Realmente se odian? No hay cámaras, damas, pueden hablar como las amigas que sé que son".

Amor y Política // Sheinbaum X Gálvez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora