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Xóchilt y Claudia se encontraban solas en la oficina del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien las había dejado a solas después de una importante reunión con muchas personas influyentes, incluyendo miembros de la prensa y los esposos de ambas.

La situación era caótica.

Xóchilt trató de defenderse explicando que su empleado Antonio fue quien filtró la información, pero no recibió mayor atención. En ese momento, lo menos importante era descubrir quién había sido el responsable de la filtración.

Fueron interrogadas individualmente para esclarecer cómo y cuándo había comenzado su romance. Los esposos de ambas se negaron a hablar con ellas. Rubén, el esposo de Xóchilt, decidió divorciarse de ella, mientras que Jesús, el esposo de Claudia, a pesar de querer hacerlo, no podía debido a la necesidad de mantener las apariencias.

A Xóchilt se le ordenó retirarse de la política y al día siguiente dar un discurso público en el que pediría disculpas y anunciaría su alejamiento de México. Por otro lado, a Claudia se le ofreció quedarse con el puesto de la próxima presidenta.

─ Claudia... ─ susurró Xóchilt mirando a su contraparte, quien también la observaba con tristeza en sus ojos. Xóchilt luchaba contra las lágrimas que amenazaban con aparecer.  ─ Perdón...

─ ¿Perdón por qué? Ya no tiene sentido, Xóchilt, todo está destrozado. ─ respondió Claudia con la voz entrecortada.

─ No... ¡no todo está perdido!

─ ¿Qué estás diciendo? ¡Por supuesto que lo está! ─ exclamó Claudia levantándose de su asiento, lo que hizo que Xóchilt hiciera lo mismo, quedando ambas frente a frente.

Xóchilt tragó saliva y se acercó a Claudia, tomándola de los hombros.

─ Una vez me retire de la política, después del discurso que daré mañana... tengo planeado irme del país. ─ dijo Xóchilt, dejando a Claudia sorprendida. ─ Y quiero que te vayas conmigo, ¡escapemos, Claudia! ¡Seamos felices juntas lejos de todo, incluso si nos buscan! ─ exclamó Xóchilt, emocionada pero con la voz entrecortada mientras las lágrimas caían por sus mejillas.

El corazón de Claudia comenzó a latir con fuerza, sin saber qué decir.

─ Por favor... no he pensado en nada, todo esto sucedió hace apenas un día, pero... ¡por favor! ¡Ven conmigo! ¡Huyamos! Vayamos a... no sé, a un lugar apartado de todo.

─ Estás loca. ─ finalmente dijo Claudia, y Xóchilt tomó su rostro entre sus manos.

─ Podemos escaparnos a Grecia, fingir ser hermanas, comprar una casa cerca del lago y ser felices juntas.

Claudia abrió los ojos y las lágrimas comenzaron a brotar antes de abalanzarse sobre Xóchilt, abrazándola fuertemente y llorando, apoyando su cabeza en su cuello.

─ C-cállate... cállate...

Xóchilt abrazó con más fuerza a Claudia y la sostuvo por las mejillas, sonriéndole.

─ No llores... no quiero verte llorar... ya te ofrecí una solución, por favor, hazme caso. Dijimos que seríamos felices sin importar qué. ─ le dijo Xóchilt, pero Claudia se separó de ella, interrumpiendo el abrazo y haciendo que Xóchilt levantara una ceja, confundida.

─ Si tan solo me hubieras propuesto esto antes, si tan solo fuéramos más jóvenes, más tontas, más atrevidas, no dudaría en seguirte. ─ dijo Claudia, secándose las lágrimas. ─ Perdóname, Xóchilt. Pero no quiero seguir traicionando a México.

El corazón de Xóchilt latía con fuerza al escuchar las palabras de Claudia, y se acercó a ella intentando tomar sus manos, pero Claudia se negó, retrocediendo.

Amor y Política // Sheinbaum X Gálvez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora