Capítulo 3: Hielo y filo

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Peter.

Alan está hipnotizado, tanto que murmura tonterías que están dirigidas directamente a su lobo. Le reclama el porqué no le avisó que era ella, que la esencia agradable representada en un olor inexplicable, era inconfundiblemente de su compañera.

Charlotte está tan ida como él, sus ojos son como las manecillas de un reloj averiado, no se quedan en un lugar en concreto y la confusión es bastante grande.

—¿Hija? —la preocupación en la vez de su padre.

—¿Qué ocurre? —es su madre. Ha dejado la charola en la mesa e intenta traer de vuelta a Charlotte.

Pero es en vano.

Ojeo al beta, quien avanza despacio, inducido por la tentación que es ver un sueño de la luna hecho carne y hueso.

Su mate, la encontró, a su compañera.

—Me disculpo —murmura— ¿Pero ha visto alguna vez al sol surgir en el horizonte por las mañanas?

Intento no reír ante su habitual personalidad romántica y patética. Pero las dos mujeres lo ven de lleno, una más interesada que la otra.

—Joven —empieza su madre pero Alan habla de nuevo en dirección a la rubia.

—Se parece mucho a su cabello, el sol, quiero decir. Una extensión de luz que te encandila la marida con calidez y fuerza.

Charlotte lleva sus dedos a su cabellera y juguetea con ella. Abre su boca pero la cierra de inmediato.

—Ha iluminado la habitación con su llegada, hasta las flores la siguen como si fuera su sol naciente.

—¿Que está pasando aquí? —la voz potente del alfa desequilibra a todos los presentes.

Alan lo ve pero yo me quedo estancado en la reacción de la chica, quien contrae su expresión a una de dolor suavizado. Los ojos se le nublan y de repente le parece mejor opción escapar.

Sale corriendo, su madre grita su nombre y corre tras ella una vez que el alfa lo hace también.

Un pequeño animal indefenso lo hace igual, pero lo agarro del cuello de su camisa. Larson pasa por sus ojos, derrumbando el azul claro por uno estrepitoso.

—Suéltame —ordena.

Lo ignoro, con fuerza y bastante problema logro arrastrarlo hasta la puerta de nuestra habitación asignada. Me golpea y rasguña.

Cierro la puerta y lo retengo contra la pared sujetándolo del cuello.

—¡Suéltame hijo de puta! ¡Es mi compa...

Cubro su boca arrastrándolo más lejos aún, me entierra sus colmillos de vez en cuando, pero Alan debería saber que hay que hacer más que eso para por lo menos, hacerme cosquillas.

Lo lanzo a la cama. Se endereza con la mirada embravecida.

—¡Cálmate de una maldita vez!

—Es mi compañera...

—Ya lo sé animal, te escuché. Pero por alguna razón ha escapado. Piensa con la cabeza fría.

Se ve abatido, le cuesta considerar mis palabras. Sin embargo me obedece, se sienta en el filo de la cama, cubriendo su cara con sus palmas.

—Es algo raro, me resultó alguien muy segura.

—¿La conoces? —resopla.

Está atento, con los ojos fijos en mi persona. Me cruzo de brazos arqueando una ceja en burla.

Cautivando Al Capitán © (L.I 0.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora