Capítulo 1: Revoltijos y sueños

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Escóndete en las grietas que quieras, estamos ligados y pronto nos encontraremos.

Mont.

Peter.

Llevo mi cabeza hacia atrás reclinando la silla. Estoy fastidiado y aburrido.

Ya quiero largarme de esta mierda de reunión.

—¿Por qué debemos pagar todos? Yo no hice nada malo.

Enderezo la silla y apoyo mi codo en la mesa para poder verlo en la punta. Esta sentado al igual que los cuatro mirando a los hombres que están de pie frente a nosotros.

Agradezco que no esté el padre de Fox, es un grano en el culo.

—Lo siento, Alan. Justos pagan por pecadores.

El castaño siente el peso de mi mirada, el azul de sus iris nunca antes me había mirado tan turbio. Levanto mi dedo corazón en su dirección.

—¡Peter Morets! —cierro mis ojos ante el grito— ¿Crees que es gracioso?

—Mucho...

—¿Cómo?

—No, papá —acepto soltando un suspiro—. Lo que hice no estuvo bien.

—¿No estuvo bien? —interviene el alfa— Tenemos una urbe de padres enojados esperando en la plaza.

—¡Los condones no funcionan en los hombres lobos! —grita el señor Dan.

Matthew me da una patada bajo la mesa.

—¡Auch!

—Sí después de esto mi padre me impone otro castigo, venderé tus órganos en el mercado negro del reino —susurra.

Masajeo la zona herida descubriendo una sonrisita.

—Tranquilo, el señor Dan nos adora.

Me fijo en él, el actual delta no luce nada contento.

—Nosotros no hicimos nada malo, papá —los tres adultos se centran en Pablo.

—No, hicieron algo aberrante. Se supone que debían dar charlas de responsabilidad y compromiso.

—Eso hicimos —Abel Morets me aniquila con una sola mirada, sello mis labios evitando blanquear mis ojos.

Son unos exagerados.

—Peter tiene razón y lo sabes. Es inevitable que los adolescentes no tengan sexo, nos diste una misión imposible papá.

—¿Misión imposible?

—Claro, los jóvenes no soportan la abstinencia.

El alfa pasa su palma frustrado por su rostro. El señor Dan se cruza de brazos dándole una mirada a papá.

—Ya que están tan dispuestos a dar soluciones realistas, nosotros empezaremos a darles misiones reales.

—Se dividirán en grupos de dos —continua el delta.

—Y ya que deben crear lazos entre los cuatro —prosigue el mío— Matt no irá esta vez con Peter, sino con Pablo.

Me levanto de golpe, señalando al mandril de Fox.

—No pienso pasar más de doce horas con ese inservible.

—¡Peter!

—¡¿Y te crees que yo tengo deseo alguno de compartir alguna maldita misión contigo?!

Cautivando Al Capitán © (L.I 0.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora