Capítulo 4: Mates y destinos desastrozos

373 37 44
                                    

Peter.

Alan busca consuelo en Pablo, quien no pudo esconder la emoción ante la aparición de Charlotte.

Era la primera compañera líder de la nueva generación de Dhalia, era tan importante como Alan en esta nueva coronación de líderes. Y tenerla ahora, antes de que tomáramos el mando, demostraba lo espacial que éramos. Lo fuertes que éramos.

Por lo menos, esa noticia nos había quitado un poco a nuestros padres de encima, la prioridad ahora era convencer al alfa de Villa del mar y a la rubia.

—El rey aceptó hablar con nosotros mañana.

Matthew acomoda la última arma del cuarto de entrenamientos. Pasa el trapo por última vez sobre ellas puestas en la pared.

—¿Crees que sea algo muy serio?

No se toma el tiempo de mirarme.

—Se escucha como algo muy grave. Dudo que nuestro rey cuente con soldados suficientes para proteger a las manadas del sur —tuerce la boca ante la realidad de sus propias palabras.

—Se debe más que nada a las ceremonias de sucesores y al baño de luna.

—Los reclutas aún son inexpertos —señala.

—Y los guardias actuales ya están muy viejos para asumir una misión de tal magnitud.

—Quizás debamos meter las narices.

—También nos estamos preparando Matt, aún somos aprendices.

—¿Un aprendiz que logra luchar con un vampiro? —resalta orgulloso.

Me mofo aburrido.

—Era una vampiresa y me ganó.

Me mira por fin dejando el pañuelo mugriento a un lado.

—Pero casi lo logras. Puede que salir de nuestra manada nos lleve a nuestras compañeras, tal y como le pasó a Alan.

Mi mirada va directo al suelo.

—Puede ser —mi voz siendo un murmullo.

—No me gusta esa cara —subo mis hombros despreocupadamente—. Sé en quien estás pensando y es una mala idea.

—Cállate...

—Diana no está destinada a ti.

—He dicho que te calles, maldito hijo de perra.

—Oh no, claro que no. Debes escucharme.

—No necesito tu opinión y lo sabes.

—Si la necesitas. No quiero que te metas en más problemas, déjala a ella y a Peterson en paz —era una orden y me enojaba ese tono.

—Diana no es la compañera de Francisco.

—No hasta que aparezca su loba, pero estoy seguro de que esos dos son compañeros.

Rechino los dientes, aburrido de la conversación.

—Me largo.

Matthew me toma del cuello de mi camisa, su respiración acelerada se mezcla con la mía.

—Te conozco, no te gusta. Solo quieres hacerle la vida imposible a Peterson.

—No sabes nada.

—Hablo en serio maldito. Ella no es para ti, mereces algo mejor.

Lo empujo con fuerza.

—Déjame en paz.

—¡Tú compañera enamorará a todo Dhalia, Diana solo te tiene enamorado a ti!

Cautivando Al Capitán © (L.I 0.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora