Prólogo

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- Si vienes para trabajar de verdad, cambiate- dice Aera cuando me ve y le sonrió falsamente antes de entrar a los aposentos de la dueña del burdel

Contrario a lo que se podría pensar, no soy una prostituta a pesar que he vivido en burdeles más tiempo que cualquiera de estas chicas y conozco a la mayoría de los hombres solteros de Westeros; tan solo limpio el lugar y sirvo bebidas durante las noches en las que no tengo recados que repartir ni funciones a las que asistir

Lo cual no es ni cerca de denigrante de lo que tienen que soportar las demás chicas que viven aquí; sin embargo, las miradas de los hombres a los que tengo que atender en las mesas son asquerosas y siempre tengo que tener un ojo abierto si es que quieren meterme mano o arrinconarme en el pasillo.

Si fuera por mi, robaría un bote y me uniría a cualquier barco rumbo a las ciudades libres; sin embargo,estoy al servicio de Heleen hasta que mi tío Aenys regrese de su viaje

Y le debo dinero, mucho

- Adelante, no seas tímida- canturrea la esposa de mi tío y comienzo a sacar mis cuchillos de mis ropas mientras inspecciono la habitación

Hay un hombre alto, de espaldas y con el cabello plateado como el mío observando por la ventana. Cuando voltea, aparto la mirada y sigo con lo mío a pesar que su presencia me genera intriga y nerviosismo ya que Heleen nunca me ha hecho llamar a sus aposentos con un hombre presente

¿Acaso no querrá que yo...?

- Bueno, Scarlett, te conseguí un cliente que no podrás rechazar ni aunque tuvieras todo el oro de Westeros- dice Heleen y niego con la cabeza, apretando el cuchillo que tengo en la mano- Deja eso en la mesa o tendremos problemas

- Estoy haciendo un trabajo para los Three- miento ya que esa familia ya me pagó por haber descubierto que su vecino era quien les robaba sus gallinas- No creo poder abrirme de piernas para tu cliente, Heleen- y pongo el cuchillo en la mesa con las manos temblorosas

-  No voy a permitir esa falta de respeto delante del hijo del rey, así que yo hablo y tú escuchas- dice Heleen y al instante me giro hacia él hombre, a qué descubro que tiene un parche en el ojo y una fina y delgada cicatriz por la la frente y parte de la mejilla

- Mi príncipe- digo inmediatamente haciendo una breve reverencia- No sabía que era usted, pido perdón por mi vocabulario

Él me mira brevemente antes de volver su mirada hacia la esposa de mi tío y depositar una pequeña bolsa de tela sobre la mesa que está junto a mis cuchillos.

- La devolveré mañana por la mañana, confío en la discreción- advierte el principe  y la mujer sonríe para tomar la bolsita para hacer que las monedas dentro tintineen al agitarla

Niego con la cabeza cuando ella hace el ademán de irse y tomo su mano para abrazarla con fuerza, aguantandome las ganas de llorar.

- Porfavor, no quiero...- pero ella me aparta para arrojarme al suelo

- Siempre es lo mismo contigo, Scarlett- grita Heleen y me siento avergonzada y humillada cuando patea mi pierna frente al príncipe- ¿Sabes a cuántos hombres con monedas abundantes en sus bolsillos he tenido que rechazar solo porque quieres conservar ese honor que seguro estará mancillado?- y me levanta jalandome del brazo

- No hay necesidad de tratarla de esa manera- la voz grave y aterciopelada del principe hace que la esposa de mi tío me suelte- Después de todo no me sirve si tiene algun moreton

- Tiene razón, su alteza- responde ella y me arregla los cabellos sujetos por una trenza mientras bato mis ojos para no llorar- Recuerda que me debes dinero por lo de tu hermano- susurra cuando me da un beso en la mejilla

El fin de la Danza || Aemond Targaryen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora