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— ¿Se puede saber en dónde te metiste ayer sin decirme nada? Me preocupaste tanto... no vuelvas a hacer algo así, tonta. — Se quejó la pelinegra siguiendo de cerca a la más baja en los pasillos de su escuela.

— No te debo explicaciones.

Hanni suspiró. — Lo sé, pero eso no quiere decir que puedes irte así como si nada cuando se te de la gana y dejarme preocupada y sola.— Detuvo su andar haciendo que Haerin haga lo mismo pero sin verla aún. —Hae... ya te he dicho que cuando quieras escaparte a algún país lo hagamos juntas. ¡Yo tampoco quiero seguir viviendo con mi familia! — Trató de aligerar el ambiente consiguiéndolo al notar una pequeña sonrisa asomarse en los labios de la menor.

— Está bien, cuando me escape de casa te avisaré.
Pero ayer solo quise irme de aquí, no soporto este lugar y tu no parabas de decir estupideces.

— ¡¿Estupideces?!

Haerin siguió caminando como si nada. Rodó los ojos al escuchar los quejidos de su amiga.

— ¡Lo hago por tu bien! No me gustaría que alguien te hiciera daño... — Suspiró. — No me perdonaría saber que pude hacer algo antes para evitar que te lastimen y no lo hice solo porque pensé que podrías ser feliz.

— Hanni, si lo dices así suenas como una psicópata sobreprotectora. Me harás más daño comportándote de esa manera. Además, lo dices como si lo único que te importa es estar bien contigo misma, y sé que no es así porque realmente te preocupas por mi.

Hanni no dijo nada más y se dedicó a pensar en sus palabras. Sabía que tenía razón. Además, Haerin no era una niña, ella no necesitaba de ninguna niñera o alguien que le cuide la espalda porque ella odiaba sentirse protegida. Pero el dejar mostrar su lado brillante solo a ella y nadie más de alguna manera le hacía sentir especial y quería demostrarle a Haerin cuan importante era ella en su vida.

¿Había algo de malo en eso?

Pues sí, cuando te obsesionas tanto por el bienestar de una persona y no dejas que nada lo lastime a tal punto que no lo dejas vivir su vida normal y te conviertes más en una guardaespaldas que en su amiga.

¿Dónde estaba la amiga que Haerin necesitaba en este momento?

¿Dónde estaba esa persona que le dijera que darse por vencida no debería estar siquiera en su vocabulario?

¿Dónde estaba quien le ayudaría a buscar a su madre?

Porque Hanni no se estaba comportando como su amiga. Era como la versión amable de su abuela o su madre, pero aún así no cambia ese comportamiento manipulador, así que, en realidad...¿quién estaba lastimando a quien?

— Te ayudaré. — Dijo después de unos minutos de silencio. Ambas ya se encontraban en su salón de clases.

Haerin se quitó sus airpods cuando vió los labios de
Hanni moverse. — ¿Ah?

— Dije que voy a ayudarte.

Haerin lo pensó unos segundos. ¿De qué estaban hablando antes? No lo recordaba. — ¿Con...la tarea de Química?

— No, idiota. Te ayudaré con lo de tu mamá.

Haerin le vió entre confundida y sorprendida. Sabía que Hanni era capaz de hacer cualquier cosa por protegerla, más no sabía que también era capaz de hacer cualquier cosa por apoyarla.

— ¿De verdad? — Hanni asintió. — Escucha, si es por lo que te dije ayer, olvídalo. No tienes por qué apoyarme en todo si no quieres, no lo hagas si es solo por mi.

— No lo hago solo por ti. — Lo hago también por mi, quiso decir. — Pero... tal vez tu madre lo haya pasado realmente mal todo este tiempo y te necesite. Honestamente, no parece mala persona.

Our Baby Haerin | Winrina Donde viven las historias. Descúbrelo ahora