Capitulo 27: El nudo

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Dos días habían transcurrido desde la muerte de Elsa; los chicos estaban en una de las muchas casas abandonadas a su disposición.


Dos días habían transcurrido desde la muerte de Elsa; los chicos estaban en una de las muchas casas abandonadas a su disposición

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Vincent entró y se acercó a Gabriel que estaba sentado en el piso de madera de esa casa. —Toma. —le dice extendiendole tres plátanos maduros lo cuales se encontró hace poco que salió a buscar comida.

—Estoy bien, no quiero. —agitó la cabeza negando.

—No, no estás bien, no hemos comido nada decente desde la mañana de ayer, toma. —insistió.

Gabriel suspiró y tomó de mala gana los plátanos, miró que en el racimo que Vincent había llevado solo sobran tres plátanos más. —Debiste haberme dado dos, así los tres tendríamos dos cada uno.

—Yo no comeré, estoy bien. —le respondió Vincent mientras buscaba con su mirada a Enzo.

—¿Así? ¿Estás bien? Pff. —bufó Gabriel ante la mentira.

Enzo estaba acostado en una cama desgastada que había en una de las habitaciones de la casa.

—Enzo, salí afuera a buscar algo de comida, por suerte encontré cerca de aquí plátanos maduros —le dijo acercándose a él; acerca los plátanos restantes en su mano, Pero Enzo la apartó en cuanto siente el contacto.

—Cometelos tu.

—Enzo. —le insistió.

Él se levantó de la cama de inmediato. —Ya te dije que estoy bien, cómetelos tú. —buscaba la salida.

—¿A dónde vas?. —Vincent lo siguió con la mirada.

Se le dificultó encontrar la puerta para salir a la sala ya que ellos estaban recientes de haber llegado ahí. Viendo esto, Vincent se acercó para ayudarlo. —No conoces el espacio de esta casa, déjame te ayudo, ¿A dónde quieres ir?. —lo tomó del brazo pero él se desprende bruscamente de él.

—¡No tienes porque ayudarme, yo puedo caminar! ¡No soy inútil!. —logró salir a la sala.

Vincent y Gabriel se estremecen por el tono de voz de Enzo.

Gabriel lo ve salir e intentar buscar la salida de la casa; pudo haberlo ayudado pero cansado del mal genio de Enzo que ha tenido de ese ayer, decidió quedarse quieto comiendo uno de los platanos.

Vincent fue trás Enzo por si necesitaba ayuda; él observaba a Enzo tocando las paredes para guiarse por ellas, mientras tropezaba con escombros y muebles que habían en el piso. Encontró la salida y se dispuso a bajar las escaleras deterioradas que habían en la entrada, las bajó con cuidado tomándose del barandal que formaba parte de ellas; Vincent lo siguió en silencio mientras su corazón se entristecía por ver el estado de uno de sus mejores amigos, el chico lleno de energía y con sentido de responsabilidad, que dibujaba cada cosa que sus ojos podían ver.

Enzo caminó a la calle tropezando con los otros escombros que se encontraban en todos lados, en las casa, calles, edificios, parques, etc. En un momento uno de sus pies se poso en una caja de madera la cual se quebró al instante debido a su estado deteriorado, haciendole caer de rodillas; Enzo quiso ayudarlo pero se quedó ahí, parado en la entrada observando en silencio, sabiendo el tipo de frustración que su mejor amigo tenía. Enzo se puso de pie Pero al dar un paso tropezó con un tronco de los restos de una fogata de hace días, esta vez no se levantó sino que se sentó ahí, limpió sus manos llenas de tierra después de haberlas usado para amortiguar su caída anterior. Mientras se las limpiaba, de repente sus ojos empezaron a llorar, una a una sus lágrimas caían acompañadas de gemidos de frustración e impotencia; llevó sus manos a su rostro, encogió sus piernas y luego enterró sus dedos en su cabello.

—Maldito inútil, no puedes hacer nada. ¿Porqué solo eres una carga? Sería mejor que murieras de una vez. —se decía a si mismo.


 —se decía a si mismo

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Vincent se acercó un poco en silencio a él pero al escucharlo decir eso se detuvo; observaba su estado con tristeza en sus ojos que luego de unos minutos compartieron el mismo sentir que Enzo, convirtiéndose en lágrimas silenciosas, retrocedió unos pasos dejando que Enzo sacara todo lo que se estaba guardando para sí mismo, Vincent se vió en la necesidad de tapar su boca con una de sus manos para callar su llanto de cansancio; su corazón y alma estaban destrozadas. Gabriel no hizo más que quedarse sentado en dónde estaba, observando una esquina con ojos de agotamiento.

 Gabriel no hizo más que quedarse sentado en dónde estaba, observando una esquina con ojos de agotamiento

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Amina: The Key To Time #PGP2024.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora