Capitulo 18: Sin retorno

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Amir abrazaba con ternura el pequeño cuerpo sin vida de Elsa, sosteniéndolo con delicadeza por unos instantes. Al salir de la casa, se quitó las gafas de manera decidida, junto con la mascarilla, los guantes y el traje, liberando su melena castaña, casi rubia, que le cubría las orejas. Al llegar a la camioneta, se sentó al volante y se sumió en sus pensamientos, con la mirada fija en la casa donde reposaba el cuerpo inerte. "Amir, ¿No crees que deberías empezar a sonreir debes en cuando? Eres totalmente mi tipo, pero si continuas siendo amargado, tendré que dejarte por alguien más"; Eran palabras que Elsa le decía casi siempre a Amir, "su amor imposible" según ella.

Amir la dejó envuelta en sábanas y colocó sobre ella, a la altura del pecho, un ramo de flores de plástico que se encontró encima de un mueble de la casa.

Después de pensar unos minutos mientras estaba sentado, contemplando la nada, encendió la camioneta y se dirigió hacia donde estaban los chicos. Los alcanzó cuando ya se habían alejado considerablemente; estaban sentados en las escaleras de la entrada de una iglesia, ninguno de los tres pronunciaba palabra alguna. Tras observarlos por unos minutos desde dentro de la camioneta, Amir decidió regresar a la base; no podía vagar por ahí sin protección contra el virus. Manejó justo al lado de ellos en su camino, las ventanas eran polarizadas por ende ellos no podían ver quién manejaba.

Vincent, lleno de aflicción en su mirada, observó la elegante camioneta que pasó cerca de ellos. No le importó quién la manejaba, no le concedió importancia; simplemente supuso que se trataba de personas adineradas que, de vez en cuando, transitaban por esas calles, por curiosidad.

Por su parte, Enzo, al avistar el vehículo se puso de pie, con furia —¿Qué hacen esos ricos aquí? ¡Si no van a ayudarnos, ¿por qué diablos están aquí?! ¡Regresen a sus malditas y protegidas mansiones! —luego se derrumbó en llanto, por Elsa.

Amir, con pesar, dejó atrás a los chicos, pudiendo verlos en el espejo retrovisor, pero se contuvo de mirar hacia atrás. A medida que regresaba a la base, cruzando el sombrío ambiente de las calles una vez más, no pudo evitar que la melancolía invadiera su corazón. La imagen de los chicos y Elsa quedó grabada en su mente, recordando el sufrimiento de ellos. Aun así, siguió adelante, con la determinación de seguir su camino pese a las sombrías circunstancias que lo rodeaban.

• • •

—¿Dónde está mi hermana?.

Amina no sabe que decir, no tiene ninguna explicación, ni siquiera tiene cabeza para inventar algo.

Gala empieza a llorar. —Por favor dime dónde está mi hermana... La extraño mucho.

Amina entra en pánico, sin saber qué hacer, prosigue rápidamente su camino hacia la salida; Gala se queda allí llorando mientras ella se aleja. La reina, con insomnio esa noche, despierta y baja para fumar un momento, encontrándose con Gala.
—Gala, ¿Qué te sucede? ¿Por qué lloras? —pregunta la reina con asombro.

Gala se abalanza sobre ella. —Mamá, mi hermana...—exclama entre sollozos. La reina queda desconcertada.

Pavel y María la esperan pacientemente en el coche, a pocos metros de la majestuosa entrada al palacio. Antes de subir, Amina se detiene por un instante, volviendo la mirada hacia el hogar de la princesa Amina, una última vez. Observa con melancolía cómo el rey emerge de la puerta, su mirada ansiosa buscándola en vano. Conteniendo las emociones, aparta la vista, respira profundamente y sube al coche.

—Pobre de tus padres clo... Amina.

—¿Estás bien cariño? —le pregunta Pavel antes de arrancar.

—Estoy bien Pavel, vámonos ya.

En el camino, María le da a Amina una peluca larga y rubia, unos lentes y una bufanda, con el propósito de que nadie la reconociera al llegar al aeropuerto, habían acordado esto con Pavel, luego de que ella les consiguiera identidades falsas muy convincentes para el viaje. A medida que se acercaban al aeropuerto, Amina se pone la peluca rubia, los lentes y la mascada, mientras que Pavel se pone un sombrero y un bigote falso, que le dió María. María demostró tener buen ojo para la elección de estos accesorios, lo que les permitió pasar desapercibidos por toda la gente que se encontraba en el aeropuerto.

María está muy relajada, sin embargo, el nerviosismo de Amina iba y venía en cualquier momento; mientras su ansiedad la acompañaba, iba de la mano con su determinación. Sentía que las personas la observaban, murmuraban sobre ella y todas las miradas parecían estar clavadas en ella, como si caminara sola y estuviera siendo exhibida. Su corazón se aceleraba, pero sabía que inhalando y exhalando profundo, podía tranquilizarse. Todo marcha bien, María les da sus papeles en regla.

—Les deseo a ambos un muy buen viaje, les deseo una excelente vida juntos y que lleguen sanos y salvos a su nidito de amor, empiecen juntos una nueva y saludable vida. ¡Bye bye! —Amina sabía que María era muy burlesca, salvo Pavel, quien pensaba que lo que les decía era en serio.

No tuvieron problemas con el equipaje, ya que prácticamente no llevaban nada, solo el bolso de Amina, llegan al mostrador del aeropuerto entregando sus papeles y todo esta en orden, su vuelo sale en unos minutos, por lo cual deben abordar el avión en ese momento; ellos avanzan hacia la entrada para ingresar al avión. Amina, con desdén en sus ojos, se giró hacia María antes de abordar el avión. María, con una mirada falsamente feliz, alzó una ceja en respuesta. Ambas conscientes de la falsa cortesía. Ambas mujeres, enfrentadas en un conflicto silencioso, intercambiaron un breve saludo antes de separarse, ocultando su verdadero sentimiento de desprecio mutuo bajo una máscara de amistad.

Ellos se abrochan los cinturones y el avión despega. Amina inhala y exhala intentado relajarse, Pavel viendo su nerviosismo, la toma de la mano en ese instante.

—No estás sola, estás conmigo y yo nunca te dejaré sola, te prometo.

—Lo sé... Te lo agradezco.

Pobre chico, lamento estarte usando.

Las horas pasaban y Amina se encontraba absorta en sus pensamientos al mirar por la ventanilla del avión, con los nerviosos por traspasar las fronteras de lo desconocido, de nuevo, como en el momento que viajó al pasado. El rumor constante de los motores se mezcla con la sutil melodía de su corazón acelerado, mientras el sol crepuscular dibujaba destellos dorados en las alas del avión.

De repente, como un sueño que se materializa lentamente, las primeras señales de Rusia comenzaron a emerger en el horizonte. Amina se sintió invadida por una mezcla de emoción y ansiedad al contemplar los paisajes que se extendían bajo ella: vastas llanuras cubiertas de un manto blanco de nieve, interrumpidas por bosques frondosos y ríos serpenteantes que parecían dibujar antiguos símbolos en la tierra.

Amina no puede apartar la mirada de aquel escenario tan hermoso que se desplegaba ante ella, sintiendo que cada árbol, cada montaña, cada copo de nieve lleva impreso el peso de la historia.

En medio de esa sinfonía de paisajes y emociones, Amina sabe en lo más profundo de su ser que su viaje a ese país se desarrollaría tristemente, como si aquel encuentro con las primeras señales del país fuera el prólogo de una historia que ella empezaría a escribir para el futuro.

Tranquila, tranquila.

El avión llega a su destino y aterrizan, ella siente un escalofrío de emoción recorriéndola mientras baja del avión hacia suelo ruso, con ojos de asombro ante las vistas y los sonidos que la rodean. La inmensidad del país se extiende ante ella como un lienzo en blanco, esperando ser explorado. Sin embargo, debajo de su euforia persiste una sutil corriente subterránea de miedo, de aventurarse en lo desconocido y poco familiar.

Pavel, siempre con una presencia tranquilizadora, exudaba una confianza serena. Mientras él paraba suavemente un taxi para llevarlos a la casa que él había rentado, por medio de Vladimir.

Ellos entran al taxi que Pavel detuvo —Llevenos a la calle Tverskaya, Por favor.

Amina no puede evitar sentir una punzada de tristeza. Es un reconocimiento de que la belleza transitoria de esta nueva tierra, con sus paisajes encantadores y misterios cautivadores, eventualmente se desvanecerán con sus acciones.

Ella se despoja de la peluca y las de más cosas. Mientras conducen por las calles de Rusia, las emociones de Amina se arremolinan como una tempestuosa tormenta dentro de ella. La tristeza y la ansiedad bailaron un delicado vals en su corazón, pintando un vívido retrato del agridulce viaje que le esperaba.

Continuará...

Amina: The Key To Time #PGP2024.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora