Capitulo 20: Lo fructífero

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Amina se adentra al vecindario, a medida que camina por las frías e incómodas calles, ve a niños jugando con trozos de tela en medio de montones de basura y nieve. Sus risas llenas de inocencia contrastan con el trasfondo de pobreza que los rodea.

Escucha el débil llanto de un bebé que proviene de una de las humildes casas de madera. Las mujeres del vecindario, con rostros cansados y gastados por la lucha diaria, se reúnen alrededor de un pozo en busca de agua, compartiendo historias de penurias y esperanzas perdidas.

Observa a un anciano encorvado sentado en el umbral de su choza, mirando fijamente al vacío con ojos cansados y resignados. Los perros callejeros merodean por el lugar, buscando restos de comida entre la basura acumulada.

Se detiene para observar detenidamente los alrededores cuando, de repente, una anciana que pasaba a su lado cae al suelo. Amina percibe el gemido de dolor de la mujer y, preocupada, se voltea para ver qué sucede.

Amina se acerca a la anciana con amabilidad. -Señora, ¿se encuentra bien?.

La anciana le alza una inocente sonrisa. -Estoy bien, jovencita, solo que el hambre me ha dejado sin energías.

Amina se preocupa; saca una manzana de su bolso y gentilmente le ofrece a la anciana. -Tome, coma esto mientras tanto. -Con delicadeza, toma el brazo de la anciana para ayudarla a levantarse, sosteniéndola con un brazo, mientras con el otro lo apoya en la cintura para darle soporte. -Dígame dónde está su casa, por favor.

La anciana suelta una risita y responde con ternura. -Si a eso se le puede llamar casa, está justo enfrente, jovencita. -Amina lleva a la anciana hacia su hogar, asegurándose de que no vuelva a caer.

-Habia salido a pedir algo de comida, para mí y mi esposo, pero no logre conseguir nada, todos estamos sin recursos. -le dice la anciana en el camino.

Al llegar, lo que Amina ve es una pequeña choza, con paredes desgastadas y techos abatidos por el peso de la nieve, Amina no pudo evitar sentir una punzada de tristeza al ver las precarias condiciones en las que vivía la anciana.

-Esta es mi casita, gracias por traerme y gracias por la manzanita, jovencita. -la señora se suelta de ella y camina hacia adentro de su casa.

-¡Espere! -se acerca, lleva sus manos a su bolso -Déjeme le doy algo de lo que traigo aquí. -saca una bolsa de galletas y dos latas de frijoles.

La señora la observa como si tuviera un ángel enfrente y con una pequeña sonrisa, toma las cosas. -No tengo con que pagarte este lindo gesto, jovencita... Recuerdo que aún me queda un poco de té, ¿Te gustaría una taza de té? Es lo mínimo que puedo hacer en forma de agradecimiento.

-Sí, me gusta el té -Amina no era fanática del té, pero tenía acercase a alguien del vecindario, para obtener información y empezar a sembrar su plan.

Al entrar, sus ojos se posaron en el interior humilde y austero de la vivienda. La penumbra apenas dejaba ver los contornos de las cosas dispersas por la pequeña habitación. En una esquina, sobre una cama desgastada, yacía un anciano de aspecto frágil y enjuto, sumido en un sueño profundo. Su respiración rítmica rompía apenas el silencio reinante, llenando el ambiente con un eco tranquilo y apacible.

-Él es mi esposo -dice la anciana mientras le da la taza de té. Amina le agradece y la toma.

-Su vista se ha ido apagando conforme el tiempo, también le es muy difícil caminar por una fractura, causada en la guerra del país contra Francia; el pobre quedó atrapado debajo de unos escombros, y su piernita estaba atravesada por un tubo de metal... Usé todas mis fuerzas para sacarlo de ahí. Aveces me digo que quizás hubiera sido mejor dejarlo morir ahí... -empieza a llorar - ...para que así no estuviera sufriendo desde ese día. No pudimos pagar el tratamiento para la mejoría de su pierna y por eso nadie le ha dado trabajo desde ese entonces ¿de qué les puede servir un anciano discapacitado?.

Debo sembrar mis ideas ahora.

Amina frunce su seño de tristeza. -Lo lamento tanto -Amina empieza a hablar según lo que había planeado. -el gobierno es una basura, estoy cansada de ello. Es increíble su egoísmo y despreocupación durante todo esté tiempo; sus acciones tan injustas e insensibles, son dignas de un demonio, y no sabemos que más puede hacer en el futuro si continúa en el poder, no podemos dejarlo ahí.

-Así es, jovencita, según lo que nuestro difunto hijo nos contó antes de morir en la guerra, el presidente ha estado robando los votos todo esté tiempo, por eso nadie lo ha quitado del poder. No podemos hacer nada, solo morir o quizás esperar una pequeña esperanza de la llegada de un ángel que nos saque de esta miseria, ¡y que quite de ese lugar a la basura que tenemos por presidente!.

-Algun día llegará ese alguien que nos salve a todos de vivir bajo el mandato de un idiota, y cuando llegue, procuremos darle todo el apoyo para que pueda sobresalir en el gobierno, y poder llegar a la presidencia. No hay que perder las esperanzas.

Amina obtuvo información muy útil de la plática con la anciana y logró sembrar las ideas como había planeado, de manera fácil y rápida.

-Tienes una carita muy hermosa, casi como un ángel.

Amina le sonríe y le agradece.

La anciana la observa de pies a cabeza -No pareces ser de por aquí, ¿de qué parte vienes?.

Tengo que pensar en algo convincente que decirle, debo aparentar ser de este país.

-Estuve viviendo en la capital por un tiempo, pero mi papá enfermó y tuve que venir a cuidar de él, ya que yo era su único familiar.

-¿Eras su único familiar? No me digas que tu papá murió.

-Él tenía cáncer en etapa muy avanzada, hice lo que pude, ahora descansa en paz y sin dolencias en su longevo cuerpo. No vivo en este vecindario, vivo cerca de la calle Tverskaya; mi papá me platicaba acerca de los estragos que había dejado la guerra en este vecindario, a él le hubiera gustado poder venir y ayudarlos con algo, cuando aún podía caminar sin dificultades, por eso ahora yo he decidido hacerlo...

La conversación de ella con la anciana duró casi media hora, fue una plática productiva. Amina procede a despedirse y sale de la pequeña vivienda, para continuar su camino por el vencidario. Sus pasos la llevan a lo que resta de un parque, donde se podían sentir aires de tristeza, donde un día ese parque irradió felicidad de infantes, donde muchos de esos infantes ya no estan en este mundo, donde solo quedaron en los recuerdos de los habitantes del vecindario. Ella se dispone a tomar asiento en una banca cerca de ahí, para pensar un momento, de pronto Amina lleva su mirada hacia a un lado y se percata que una joven está pasando por las frías calles, con su pequeña hija en brazos; la joven tiembla de frío e intenta darle calor a su pequeña hija, con sus brazos.

Amina camina rápidamente hacia ella, quitándose el largo abrigo gris, que lleva. -Usa esto, el frió esta muy insoportable. -le ofrece con una sonrisa y se lo acomoda a la joven sobre sus hombros.

La joven la ve con una sonrisa; apenada, le agradece por el gesto y sigue su camino. En su recorrido, obsequia el resto de alimentos que le quedan en su bolsa, a las personas con las que se topaba, mientras entabla conversaciones con ellos. Todos le agradecen por su solidaridad, ella se ha ganado el cariño de esas personas, aunque la veían por primera vez, unos incluso lloraban de la felicidad, de que almenos ese día tendrían algo para comer, gracias a Amina. De la boca de ella se transpiraba el frío, que aumentaría en unos días en el país, pero eso no le impedía sonreír ante las personas.

Su estrategia ha sido implementada con éxito y parece estar progresando como ella lo había imaginado. Amina regresa a su casa después de haber pasado un poco más de una hora en el vecindario. El frío invade su pequeño cuerpo y su nariz se ve enrojecida como consecuencia, pero ella lo soporta con entereza. Amina se dirige a la habitación para descansar unos minutos, toma la almohada y la abraza en busca de algo de calor. Unos segundos después, observa hacia el mueble en el que había guardado la "Brújula".

Espero que estén bien, chicos.

Continuará...

Amina: The Key To Time #PGP2024.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora