My tears ricochet

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—Max, Max, estamos aquí, Checo no está. 

Checo no podía huir, no tenía motivos para hacerlo, a veces se veía decaído por alguna mala carrera, pero siempre salía adelante. Checo no se podía ir, aún no, todavía tenía más que dar, todavía tenía a Max. Pero todos a excepción de Max, creyeron que Checo decidió desaparecer por sí mismo, no habían encontrado evidencia que demostrara lo contrario, todo indicaba que Checo tomó la decisión de irse, así, sin dar explicaciones. 

Al cabo de dos semanas toda investigación paró, pues encontraron una nota oculta en el garaje de Checo que había estado custodiado por policías desde entonces. Se la entregaron a Max, y pudo jurar que hubiera preferido no verla. 

Max, 

La formula 1 ha sido una fantástica aventura, he sonreído, llorado y conocido gente que ha marcado mi vida, por supuesto hablo de ti Max, diría que eres el amor de mi vida. 

Desde mi accidente en Mónaco 2024 he aprendido a valorar cada pedacito de vida, cada experiencia y cada minuto que tengo en este mundo. 

Max, quisiera vivir cada momento contigo y que fueras mi acompañante perfecto, sin embargo, se que tu amor por este deporte es más allá de lo que cualquier ser humano puede ver, por lo cual creo que nuestro caminos han tomado rumbos diferentes. 

Lamentablemente mi paz mental ya no se encuentra ahí, debo conocer otros mundos, otras aventuras y perseguir nuevas metas. 

Se que esta es la manera menos indicada de decirte adiós, pero no encuentro el valor para hacerlo cara a cara. No me busques, no dejes que nadie lo haga, pues cuidaré bien de mí y tu harás lo mismo. 

Eres fuerte Max, un amor no te destrozará. No espero que me entiendas, simplemente es algo que debo hacer, de otra forma perderé la cabeza. 

Nunca te rindas, con amor, Checo. 

Max se quedó inmóvil cuando los detectives le entregaron la carta, la leyó mil veces. 

—Lo odio, que manera tan patética de irse—Charles estaba al lado de Max leyendo las mismas palabras que Max. 

Era terrible, irse y dejar una carta sonaba poco ideal, estaba escrita con letra hecha a mano y en una hoja que debieron sacar de las oficinas de red bull, parecía la letra de Checo, pero Max reconocía la letra con exactitud y había algo que no se veía precisamente bien. 

—¿Por qué creemos que es Checo?—Max guardó la carta en los bolsillos de su pantalón. 

—Tiene sus huellas Max—dijo Charles que había estado más al pendiente de la investigación— los detectives han dicho que se ha acabado la búsqueda, supongo que es lo mejor. 

—Pero no puede hacer esto—Max comenzaba a enojarse, podía dudar que la carta fuera falsa, pero al final era lo único que sabían, era su realidad. 

Charles le dio una palmadita en el hombro demostrando apoyo, pero Max estaba demasiado ensimismado para darse cuenta de lo que pasaba, una nube lo cubría y la vida simplemente no se sentía como antes. Dos semanas, dos malditas semanas que había tenido que estar sin Checo, sin embargo durante ese tiempo siempre tuvo la esperanza de volver a verlo, había algo por lo que vivir, pero ahora no había mucho. 

—Vamos a casa Max—Charles dijo al momento de dar media vuelta para irse, ambos vivían en Mónaco, pero seguían en Qatar, pues el mundo se había detenido desde la desaparición de Checo, pero ahora no quedaba mucho que hacer. 

—¿Qué pasa con sus cosas?—preguntó Max triste. 

—¿Las del garage? Bueno, mañana quitaran por fin todo el paddock, entonces sus cosas irán a la policía, a pesar de que no haya sido desaparición forzada tienen que guardar la escena del crimen—explicó Charles—venga, cenemos y subamos al cuarto. 

El amor de mi otra vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora