There's a tunnel under the ocean

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Max sentía que algo ya no iba con él, durante la época de Checo había estado seguro que la vida tenía sorpresas para él, estaba convencido que no todo se trataba de formula 1, había descubierto cosas nuevas y había convivido más con sus compañeros. Ciertas personas describían a Max como una luz al final del túnel, la verdad, es que para Max esa luz al final del túnel siempre había sido Checo. Si había sido más amable con la vida, era porque Checo le había enseñado a serlo. 

A menos de dos días para empezar la nueva temporada Max se armó de coraje y llamó a Cristian, no estaba seguro, pero se había dado cuenta que su vida sin la adrenalina de conducir un monoplaza de formula 1 era bastante aburrida, disfrutaba compartir el tiempo con Jaime, a veces visitaba a Leclerc, pero la vida simplemente se sentía mal. 

— ¿En serio lo harás?—dijo Cristian al ver a Max parado en la fábrica—estaba a punto de firmar contrato con alguien nuevo. 

—Sabes que mercedes tiene un asiento disponible—dijo Max cruzándose de brazos. 

Cristian observó de pies a cabeza a Max, en seguida se soltó a reír. 

—Nunca le daría el asiento a alguien más, siempre serás Red Bull—Cristian lo abrazó, a pesar que Max seguía sintiéndose tenso. 

Cristian le dio un recorrido con el equipo de ingeniería para que se familiarizará con el nuevo monoplaza, su ingeniero GP no pudo esconder la sonrisa del rostro al ver a Max caminar por los pasillos, Max se sentía en casa aunque si se ponía a analizar donde estaba, siempre iba a faltar algo, Checo. Su marca estaba por todo el lugar, incluso había una habitación donde había un simulador de golf. Cristian se detuvo al ver que Max se quedaba quieto. 

—¿Cómo vas con eso?—Cristian tuvo la audacia de preguntar. 

Max tragó saliva, con la única persona que hablaba de eso era con Jaime y a veces con Charles.

—Como si nada hubiera pasado—Max sonrió falsamente. 

Si algo había aprendido era evadir preguntas que lo hicieran sentir incómodo. 

—No te creo. 

—Entonces deja de preguntar—Max cortó cualquier conversación con Cristian. 

Cristian soltó un suspiro como si no lo hubiera visto venir, pero no volvió a mencionar el tema. Max no intentaba ser grosero, sin embargo, una parte de él evitaba que sus sentimientos reales fuera vistos, usualmente no era así. 

—Liam, ven acá—Cristian se asomó a los simuladores. 

El estómago de Max se encogió, no se había dado cuenta que si regresaba llegaría el momento de conocer a su nuevo compañero de equipo, tenía que convivir con alguien más, no quería hacerlo. Liam Lawson fue la mejor promesa para el equipo, tras varias pruebas, él fue el que mejor había demostrado su capacidad para conducir el nuevo Red Bull. Max nunca dudó de sus capacidades, sabía que Liam merecía ese asiento, solo que esperaba tenerlo como compañero después de Checo. 

—¿Liam nos hará conseguir un campeonato?—Max le preguntó discretamente a Cristian. 

—¿Vamos a tener esta conversación cada que tengas un compañero nuevo?

Max rodó los ojos y se cruzó de brazos esperando a que Liam se acercara más, era un chico agradable, era joven y como todos, tenía ganas de comerse al mundo. 

—Hola Max—Liam sonrió tímidamente. 

—Liam—Max frunció el ceño—bienvenido al segundo asiento de Red Bull. 

—Un placer—Liam no dejó de sonreír, como si ya esperara el comentario de Max. 

Cristian se llevó la mano a la frente, trabajar con Max no iba a ser fácil, se enfrentaban a muchas cosas desconocidas esta temporada. Max no dejó pasar ni un minuto más y se dirigió a la sala de entrenamientos, tenía que volver a estar en forma física, volver a llevar todo al límite, y era lo mejor que podía hacer, así evitaría pensar. 

El amor de mi otra vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora