୧ ‧₊ recuerdos del ayer ⋅

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☆ atención : algo fluff para ustedes <3

☆ nota: algo aquí de experimento de miko castaña ! tengo muchas ideas más que estaré publicando, así que no se lo pierdan. ojalá les guste <33

☆ canción para este capítulo: "your love" por the outfield. 

"I don't wanna lose your love tonight."

★ PRIMER PUNTO DE VISTA ★

El sol de la tarde bañaba la pequeña plaza con una cálida luz dorada. Las sombras de los árboles dibujaban patrones intrincados en el pavimento, y el aire estaba lleno del zumbido suave de las conversaciones. En un banco cerca de la fuente, dos figuras destacaban entre la multitud de transeúntes.María Victoria, con su cabello rojo recogido en un moño, se reía con facilidad, su risa llenando el aire como una melodía. Vestía una camiseta desgastada y unos jeans rotos, su aspecto desaliñado contrastando con la vitalidad de su risa. A su lado, yo, con una sonrisa traviesa, observando a Vicky con una mirada llena de cariño y complicidad.

"¿Recuerdas esa vez en el parque?" pregunté, mis ojos brillando con la luz de la nostalgia.

"¿Cuál de todas?" respondió Vicky con una carcajada traviesa.

"Aquella vez que me trataste de enamorar con aquel rap freestyle y te caíste," dije, rodando mis ojos. 

Vicky soltó una carcajada, su risa resonando como campanas en la tranquila tarde.

"¡Oh, por Dios! ¡Déjame vivir sin acordarme de eso!" 

Negué con la cabeza, sonriendo.  "Me di cuenta de lo linda que eres, incluso cuando te caes de cara."

Era una tarde de verano en el parque, el lugar estaba lleno de familias haciendo picnics, niños corriendo y risas resonando en el aire. En medio de todo, un grupo de adolescentes había formado un círculo alrededor de una improvisada tarima hecha de tablas de madera.

María Victoria, con su cabello castaño suelto y una gorra de béisbol al revés, se preparaba para su turno. Vestía una camiseta de una banda de rock y shorts en mahón, sus tenis desgastados por tanto uso. Yo estaba entre la multitud, observando con una mezcla de expectación y nerviosismo.

Vicky tomó el micrófono, sus ojos brillando con determinación y un toque de rebeldía. Comenzó a rapear con una energía desbordante mientras me miraba, sus palabras fluyendo con ritmo y pasión. La multitud aplaudía y vitoreaba, contagiada por su entusiasmo. Todo iba perfectamente hasta que, en medio de un verso particularmente intenso, Vicky hizo un movimiento brusco, intentando un paso de baile que había practicado en privado. Sus pies se enredaron y, antes de que pudiera reaccionar, se encontró cayendo hacia adelante, aterrizando de manera cómica en el césped.

El micrófono rodó lejos de ella, y por un segundo, el parque quedó en silencio. Pero en lugar de quedarse allí, avergonzada, Vicky se levantó de un salto, riéndose de sí misma. Con una sonrisa amplia, recogió el micrófono y terminó su rap con un verso improvisado sobre su propia caída.

 La multitud estalló en aplausos y risas, apreciando su espíritu indomable. Desde mi lugar en la multitud, no podía dejar de sonreír. En ese momento, me di cuenta de que María Victoria era alguien especial, alguien que no se rendía ante las dificultades y que siempre encontraba una manera de convertir los tropiezos en oportunidades para brillar aún más.

Vicky se sonrojó ligeramente, apartando la mirada mientras una sonrisa tímida se formaba en sus labios.

"Siempre buscas como hacerme reír, ¿sabes?" dijo en voz baja.

El silencio se extendió entre nosotras, pero no era incómodo. Era el tipo de silencio lleno de comprensión y promesas no dichas. Vicky tomó mi mano, sus dedos entrelazándose con naturalidad.

Las dos nos quedamos allí, disfrutando de la compañía mutua mientras el sol comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo de colores cálidos. Éramos jóvenes, llenas de sueños y esperanzas, y aunque no sabíamos lo que el futuro nos depararía, en ese momento, bajo la luz dorada del atardecer, sabíamos que nos teníamos la una a la otra.

"Eres una caja de sorpresas, María Victoria. Cada día me sorprendes más."

"Espero seguir sorprendiéndote por mucho tiempo más," respondió ella con una sonrisa radiante.

Paseamos por las calles bordeadas de árboles, charlando sobre cualquier cosa y todo. El tiempo parecía detenerse cuando estaba con ella, como si el mundo fuera solo nuestro, y cada momento estuviera lleno de posibilidades.

Nos detuvimos en una pequeña tienda de helados. Vicky insistió en que probara su combinación favorita: chocolate oscuro con otra cosa que no me acuerdo que era. Mientras nos sentábamos en un banco cercano, disfrutando de los helados, noté cómo la luz del atardecer acentuaba los reflejos dorados en su cabello castaño, dándole un aspecto casi etéreo.

"¿Alguna vez has pensado en lo que haremos cuando seamos mayores?" pregunté de repente, la pregunta surgiendo de mis pensamientos más profundos.

Vicky se quedó en silencio por un momento, contemplando su helado. 

"Sí, pero prefiero no pensar demasiado en el futuro. ¿Y tú?"

"Yo... no lo sé. Supongo que a veces pienso en lo que haríamos."

Ella me miró con una intensidad que casi me dejó sin aliento. "Siempre estaremos juntas, T/N. No importa lo que el futuro nos depare, siempre encontraremos el camino de regreso la una a la otra."

Supe en ese momento que ella hablaba en serio, que sus palabras eran una promesa más fuerte que cualquier juramento. Sentí una calidez en mi pecho, un sentimiento de seguridad y amor que sabía que no encontraría en ningún otro lugar.

La tarde se desvaneció lentamente en la noche, y mientras caminábamos de regreso a casa, nuestras manos se entrelazaron de manera natural, como si estuvieran destinadas a estar juntas. La calle estaba tranquila, solo el susurro del viento y nuestras risas llenaban el aire.

"Prométeme que siempre serás así", dije en voz baja, "que siempre serás esa chica rara que se levanta después de caerse, que sigue adelante sin importar qué." 

Vicky sonrió, apretando mi mano con suavidad. "Lo prometo. ¿Y tú? Prométeme que siempre estarás conmigo." 

"Obviamente que lo prometo", respondí con firmeza.

"¿Te acuerdas cómo nos conocimos?" preguntó de repente, mirándome con una sonrisa juguetona en los labios.

Sonreí, recordando ese día con claridad.

"Nena, ¿cómo olvidaría eso?" respondí, mientras los recuerdos comenzaban a fluir. "Tú siempre hacías apariciones dramáticas." 

Era un día lluvioso de otoño, y yo estaba sentada en el pequeño café de la esquina, escribiendo en mi libreta para una tarea. El lugar estaba casi vacío, excepto por unos pocos clientes dispersos. El sonido de la lluvia golpeando las ventanas creaba un ambiente tranquilo, ideal para perderme en mis pensamientos.

Estaba tan absorta en mis palabras que no me di cuenta de la figura empapada que había entrado corriendo al café. Solo cuando escuché un suspiro de alivio, levanté la vista y la vi. María Victoria, con su cabello castaño oscuro goteando agua y su chaqueta de Fórmula 1, parecía una aparición en medio de la tormenta.

Buscó con la mirada un lugar donde sentarse y, al no encontrar ninguno vacío, se acercó a mi mesa.

"¿Te importa si me siento aquí?" preguntó, su voz suave pero firme.

Asentí, un poco sorprendida, y ella se dejó caer en la silla frente a mí, sacudiendo el agua de su cabello. No sabía qué decir, así que solo sonreí y volví a mi libreta, aunque mis pensamientos ya no estaban en las páginas, sino en la hermosa chica sentada frente a mí.

"¿Qué escribes?" preguntó después de un momento, inclinándose para ver mi cuaderno.

"Algo de la escuela",  respondí, sintiendo un leve rubor en mis mejillas.

Ella sonrió, como si entendiera perfectamente. "Me gusta escribir también. Aunque más que escribir, me gusta improvisar. Soy rapera, ¿sabes?"

"¿En serio?" dije, genuinamente interesada. "Eso suena increíble."

"Lo es," respondió ella, con un brillo en los ojos. "Deberías venir a verme algún día."

Y así, en medio de una tormenta de otoño, comenzamos. Pasamos esa tarde hablando de nuestras pasiones, sueños y miedos. La conexión fue instantánea, como si hubiéramos estado destinadas a encontrarnos. Y después de unas semanas, se cayó de la tarima, intentando impresionarme. 

Volví al presente. De repente, una risa suave escapó de mis labios mientras otro recuerdo emergía.

"Te acuerdas que ese mismo día.. el día de la caída tuya..." comencé, mis ojos llenos de diversión.

Vicky me miró, ya sabiendo a qué me refería, y su rostro se sonrojó ligeramente.

"¡Oh no, no vas a traer eso!" dijo ella, riendo y cubriéndose la cara con las manos.

"Sí, lo voy a traer, María Victoria",  respondí, aún riendo. "Después de tu impresionante rap improvisado, estabas tan nerviosa que, cuando fuimos a bebernos.. ¿qué fue?" 

"Un frappé," dijo María Victoria, tapándose la cara con la mano. "Fue un frappé."

"Al tratar de tomarte el frappé, te la viraste encima."

Vicky apartó las manos de su rostro, su sonrisa amplia y llena de cariño.

"¡Estaba demasiado nerviosa!" se defendió, aunque su risa y su carita roja la traicionaba.

"Recuerdo cómo abrí los ojos, y antes de que dijera algo, tú dijiste..." la animé a continuar.

Vicky tomó una profunda respiración, imitando su nerviosismo de aquel entonces.

"Perdóname, es que eres tan linda que me pones nerviosa ", dijo, sus palabras entrelazadas con una risa suave.

"Fue el momento más cute que había visto," admití, sintiendo el mismo calor en mi pecho que sentí aquel día.

Vicky me miró con ojos brillantes, un poco avergonzada por el recuerdo. 

"Diablo, que bochorno cabrón."

El sol se había ocultado completamente, dejando paso a un cielo estrellado. Nos quedamos en silencio, disfrutando de la compañía mutua, sabiendo que esos recuerdos, esas pequeñas anécdotas, eran los pilares que sostenían nuestra relación. Y aunque el tiempo pasara, siempre encontraríamos la manera de volver a esos momentos que nos hicieron ser quienes somos.

"¿Pero, te acuerdas de una vez que fue bochornosa pa' tí?" preguntó Vicky, su sonrisa traviesa iluminando su rostro.

La miré con una mezcla de curiosidad y temor, tratando de adivinar a qué se refería.

"¿Cuándo?" pregunté, aunque una parte de mí ya sabía la respuesta.

"Cuando fui a verte a tu casa de sorpresa", dijo Vicky, sus ojos brillando con diversión. 

De inmediato, el rubor cubrió mis mejillas mientras el recuerdo volvía a mi mente.Era una mañana de sábado y yo estaba disfrutando de mi día libre, relajándome en mi habitación con un libro. Estaba tan cómoda que no me molesté en vestirme apropiadamente, solo me puse una camiseta de botones y unos pantalones de pijama, sin prestar atención a los detalles.

De repente, el timbre de la puerta sonó, interrumpiendo mi tranquilidad. Con el corazón latiendo de sorpresa, corrí a la puerta, sin pensar en mi apariencia. Abrí la puerta de golpe, y allí estaba Vicky, sonriendo con su habitual entusiasmo.

"¡Sorpresa!" exclamó, sosteniendo una bolsa con unos chocolates que nos gustaban a ambas. 

Sonreí, emocionada de verla, pero su expresión cambió rápidamente a una mezcla de sorpresa y diversión. Fruncí el ceño, sin entender por qué.

"¿Qué pasa?" pregunté, mirando su rostro.

"Uh..." dijo Vicky, quien estaba más roja que un tomate. "Creo que tienes algo... sin botones."

Miré hacia abajo y me di cuenta de que mi camisa de botones estaba abierta, revelando mi brasier color de rosa. Sentí el calor subiendo por mi cuello hasta mis mejillas.

"Carajo," exclamé, poniéndome los botones rápidamente.

Vicky no pudo contener más la risa (para tapar que tenía la cara del color del ketchup) y estalló en carcajadas, su risa contagiosa llenando el aire.

"Perdón," dije, tratando de reírme de mi misma. 

Ella sacudió la cabeza, aún riendo. "Son las cosas que te hacen adorable", dijo, entrando a la casa y cerrando la puerta detrás de ella. 

Volviendo al presente, Vicky y yo nos miramos con una mezcla de cariño y diversión, recordando aquel momento.

"Todavía no puedo creer que abriste la puerta así. Yo creo que sabías que era yo y lo hiciste a propósito", dijo Vicky, riendo suavemente.

"¡Claro que no!" 

"Claro que sí", dijo Vicky, apretando mi mano. "Tú eres así media freaky." 

Y así, bajo el cielo estrellado, compartimos nuestras historias y risas, sabiendo que esos recuerdos, tanto los embarazosos como los hermosos, eran los que nos unían y fortalecían nuestra relación. No importaba lo que el futuro nos deparara, siempre tendríamos esos momentos para guiarnos y mantenernos juntas. Miré a Vicky, agradecida por ese día lluvioso que la trajo a mi vida.

LADYBELL ⟿ YOUNG MIKO˚ ༘ .  ᵎᵎDonde viven las historias. Descúbrelo ahora