XI ‐ EL ERROR DE ARES

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El dios llego a tracia, después de su encuentro con la mujer que lo traía loco, nunca había estado tan feliz, iba de forma mental aborreciendo a su fiel compañero Alectrión, les había interrumpido en el mejor momento, estuvo a nada de besar a Afrodita, pero no podía culpar al joven, pues en total fue culpa del dios de la guerra, el fue quién se demoró mucho en entregarle el regalo por mera vergüenza. El dios bajo de su terrorífico carruaje, despidiéndose del adolescente. Quién iría a descansar, el pobrecito no había podido dormir por esperar que Ares terminará con su amada. Ares entró a sus aposentos, dispuesto a dormir, seguramente tendría unas peleas y mini guerras durante el día, así que debía descansar un poco, el sol ya había salido pero le daba igual.
Fue a su habitación, la cual era una recámara enorme, una cama matrimonional con sábanas negras, la habitación en si era muy oscura la verdad, pero preciosa, tenía miles de joyas que brillaban, dándole luz a la habitación, se cambio a una ropa cómoda, dejo su yelmo espartano, la armadura, tendidos en un sillón de la habitación. Se lanzó a la cama y en segundos ya estaba dormido.

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Despertó ya cuando eran cómo las 11:00PM, el dios no era de los que se despertaba temprano, para nada. Con molestia y a puros quejidos, se dirigió al baño, su rutina era diferente a la de Afrodita, el solo aplicaba shampoo y con la misma espuma de este se restregaba el cuerpo ¿Eso de usar jabón qué? si el siempre olía bien, tenía un olor a masculinidad impregnado, el lo sabía, todas las mujeres con las que se había acostado se lo habían dicho, así que tenía que creerse el cuento. Salió de la ducha con una toalla pequeña al rededor de la cintura, mirando su rostro al espejo decidío recortarse la barba, estaba un poco larga, agarrando una cuchilla se la recorto con cuidado de no cortarse la cara. al terminar enjuago la cuchilla y la dejo donde estaba anteriormente.
Salió del baño aun con la toalla sobre su pelvis, abrio sus cortinas que daban a un balcón medianamente grande, que daba vista a las montañas, justo cuando retiraría la toalla de ser lo único que le cubriera, cuando el dios mensajero apareció frente a el, con entregas hacía su persona.

Hermes: Ay, esconde el arma amigo, he venido en paz y amor, te tengo unos paquetes que te dieron tus admiradoras, eres muy popular y ahora entiendo la GRAN razón del porque, Ares.
- Dijo el dios de las mentiras, en tono jugueton, cosa que irritaba a Ares, tomó los paquetes de forma brusca y los lanzo a la cama, no le interesaban esos paquetes con pura mierda que le enviaban. Hermes río ante eso, el dios de la guerra le recordaba a un niño pequeño de los que se enojaba y hacía rabieta cuando no le compran los dulces que quería. -
Hermes: Eso era todo, me retiró, Don juan. Con tu permiso...

Ares le tomó el brazo, se había puesto a pensar en algo, Hermes era uno de los únicos dioses que podría confiarle "algo", pues no era tan chismoso (eso creía de forma inocente) era el que mejor le caía de sus infinitos hermanos bastardos, quería pedirle unos consejos sobre el amor, espeficicamente de conquista. Aunque usualmente pediría la presencia de Hades, no tenía con certeza cuando vería a su tío, el verano ya había empezado y eso significaba que no estaba con su mujer, eso siempre hacía que se refugiara en el trabajo del indramundo, provocando que encontrar su paradero fuera extremadamente difícil.

- Ares: Hermes, te quiero pedir un consejo, es sobre una mujer...
- Hermes: ¿Una mujer?

- Ares: Si, una mujer. ¿Sabes? Hermes, yo no soy de los hombres que cortejan a una mujer, simplemente las hago mías y usualmente nunca me presento, pues no me interesan realmente, pero lo que siento por esta mujer es diferente. Siento la necesidad de llenarla de regalos, halagos, coqueteos, cortejarla, en si. Quería saber si tú... Tienes consejos para ayudarme en cómo conquistarla, realmente no soy bueno en esto, solo sé que le gusto, pero quiero enamorarla y hacerla mía de forma formal.
- El joven Hermes sonrió impresionado, eso era nuevo. El gran Ares, dios de la guerra, sonaba enamorado, eso era extraño, habían muchis horribles rumores sobre el, cómo que solamente seducia a las mujeres para follarselas y abandonarlas al despertar. Que tenía hijos perdidos que abandonó porque abandonaba a las mujeres con las que se acostaba, que era un mujeriego, que era insensible al amor, incluso decían que era gay al no haber tenido nunca una pareja fija. Sin duda tenía que sacarle provecho a aquello, ojo por ojo. -

Nuestra historia (Ares x Afrodita) // PAUSADA TEMPORALMENTE.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora