IX ‐ LA CONFESIÓN

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Su respiración se vio entrecortada al sentir aquella inesperada presencia en el balcón de sus aposentos, solo había podido pronunciar su nombre de forma tonta, el hombre estaba con sus ojos normales, color obsidiana, no rojo sangre como había acostumbrado a ver, su cabello estaba más largo, al parecer lo dejo crecer, al estar más largo daban más vida a sus rizos, también se había dejado una leve barba. Era cómo si se hubiera descuidado por completo la apariencia esos 2 meses y medio donde no se vieron, pero lo que más le impresionaba era que se seguía viendo jodidamente sexy. El hombre dejo apoyado su yelmo espartano aun lado, también su gran lanza que casi siempre llevaba consigo, Afrodita había retrocedido unos pasos por la tensión provocada en pocos segundos.

Afrodita: Ares, yo... te informó, en caso que vengas a buscar a mi marido, aviso que el no esta, no estará aquí hasta 3 días más, en la tarde, el estará aquí y puedes presenciarte ante el, discul-

Ares: En realidad, Afrodita, no he venido a ver a Hefesto, el nisiquiera me importa, yo he venido a... a verte a ti. —
La diosa abrió sus ojos por la impresión, empezó a sentir frío, no sabía si era el hecho de que ya oscureció, el hecho de que no estuviera con nada arriba, solamente con una mini falda o el hecho de que el dios frente a ella era tan intimidante que congelaba con solo una mirada.
No sabía que responder a tal confesión del dios de la guerra, puso sus manos sobre su descubierto pecho, decidiendose sobre los pensamientos en respuesta a lo dicho anteriormente, avanzo lento dos pasos hacía el y miro hacía la altura de su esculpido rostro.

Afrodita: Entiendo, supongo que deseas hablar, Ares.. Si ese es el caso, considero que deberíamos hablar dentro ¿No? te invito a pasar a mis aposentos, sería descortés hablar aquí con mi visita, por favor, pasemos a la sala y ahí estaremos augusto; Hace frío también.
él violento dios solamente frunció el seño hacía tal invitación que no dudo en aceptar. Miro a la diosa, la cual se dio la vuelta y caminó hacía dentro de su hogar, el inevitablemente miro su contorneada y descubierta espalda, para finalmente mirar su formado trasero. Afrodita paro en seco al notar que el dios no estaba caminando tras ella, así que volteo su cabeza hacía la dirección donde debería estar el, lo pillo admirandola. 《Es atrevido》 Pensó ella de forma quisquillosa, pero solamente río haxiendole una seña, la cual fue rápidamente respondida, haciendo que el se despegará de su mundo y se le acercará a paso rápido. Finalmente ambos entraron, la diosa del amor dirigió a su acompañante hacía la sala de estar, la cual era preciosa, tenía dos sillones enormes, una mesa de centro, muchos muebles de adornos y lo que más llamaba la atención de ahí eran las increíbles joyas que habían, 《Seguramente cortesía de Hefesto》 Pensó Ares, admirando aquel lugar, Afrodita hizo que Ares se sentará y ella fue a buscar vino para ofrecerle, le tendió la copa con vino y se sento a su lado. El dios parecía ¿Nervioso? tenía que estar imaginándoselo.

Afrodita: Bueno, Ares.. ¿Para que has venido desde  tan lejos para verme? ¿Ha ocurrido algo? Me sorprende que sea por mi tu visita, usualmente solo vienen dioses para trabajos de mi esposo.
El no le contestó nada, solamente la miro directamente a los ojos mientras hablaba, eso la puso nerviosa, ¿Cómo era posible que ese hombre la pusiera tan... Así? Tan rápido, eso hasta la asustaba, su mano derecha la cual estaba sosteniendo su copa de vino, empezó a temblar, sintió que empezaba a trabajar grueso. Ares suspiró, rompiendo el contacto visual, parecía que estaba triste o nervioso, probablemente triste, el era demasiado duro para ponerse nervioso, al menos si lo estuviera no sería tan notorio.

Ares: Afrodita, yo he venido a ser honesto contigo, estos dos meses y medio que has estado alejada del olimpo en general, en si, desde tu boda.
— Afrodita por fin pudo tragar pero estaba sudando frío, sentía que lo que diría Ares sería de extrema importancia, Ares continuó ignorando su expresión —
Te tengo que confesar que.. yo desde el primer momento que te vi, no he podido dejar de pensarte, en todo lo relacionado a ti, te pienso en el día, en la noche, en las tardes. Tu imagen ha estado en mi cabeza desde que nos conocimos, yo de verdad lamento tanto haberte traicionado al momento de entregarte con Hefesto; entre en desesperación por mi madre. Ella y yo somos medianamente unidos y temía por su malestar. No he podido dejar de lamentar lo que hice y sé que no me quieres ver, odias que yo este aquí, ahora, en este momento, pero he venido a confesarme ante ti, liberarme de este sentimiento que yo no debería sentir, No soy experto en este sentimiento, pero creo que me he estado enamorando de ti, Afrodita.

Nuestra historia (Ares x Afrodita) // PAUSADA TEMPORALMENTE.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora