Capitulo VIII

4 1 0
                                    

Cuando Orión salió con la princesa todos se habían quedado platicando, jugando e incluso podría decirse que de un momento a otro eran "el alma de la fiesta" pues cuando Rachelle está ahí toda la atención se centra en ella, pero una vez que puso un pie fuera de la fiesta todo estuvieron menos tensos y fue ahí cuando ellos comenzaron con sus juegos. A pesar de ser tachados cómo seres malignos, ellos eran demasiado divertidos ya que comenzaron a hacer alguno que otro chiste, invitaron a varias damas a bailar, ellas a los caballeros que incrédulos aceptaron y al poco tiempo estaban muy divertidos; el baile había pasado de ser formal a hacer pasos bastantes divertidos, sin formalidad. Todos estaban maravillados con la luz que ellos desprendían dentro de su oscuridad.

Aunque poco duro su gusto dado que, en un momento, en un giro repetido alrededor de las copas pulidas de nebulosa terminaron cayendo encima de estás provocando el estruendo y la furia de los guardias. Una vez visto que querían agarrarlos para castigarlos por arruinar la fiesta perfecta de la princesa todos salieron corriendo fuera del castillo mientas que los seres de Luz tenían un inmenso miedo dentro de ellos. No le gustaría para nada a Rachelle.

Algunos seres de luz trataron de agarrar a los de oscuridad, sobre todo a Alex y a Sirio que estaban corriendo por todo el lugar buscando a Orión hasta que Sirio logró ver a través de una ventana al planetoide con la princesa del sol, fuera del castillo. Era extraño ver a ambos solos, sobre todo porque pensaba que ella estaba completamente perdida por Alexander pero al parecer no era así ya que ahora se encontraba con Orión, de cierta forma, eso le provocó una extraña calma.

— ¡Allá! —, gritó a Alexander señalando dónde se encontraba su amigo y, esquivando unos cuantos seres y guardias finalmente terminaron por "robar" a su amigo, dejando a una hermosa princesa confundida atrás.

. . . .

Una vez que llegaron a su destino, a aquella taberna que ya era su hogar y estaba llena de seres semidesnudos y con roba mojada por todos lados comenzaron a festejar y a hacer bromas sobre todo lo ocurrido. Sin embargo Orión estaba bastante pensativo y no sabía si decirle a Alexander o no sobre lo sucedido y la confusión que había provocado.

Estaba sentado en un taburete, con la cabeza abajo y la mirada perdida. Una vez que levantó la mirada del suelo y observo a Alexander tomando con Sirio y otras estrellas apretó sus labios «vivir en el castillo...», él estaba demasiado feliz entre el alcohol, las estrellas y esa vida. Esa vida de la cual todos quisieran salir... excepto él.

Se levantó del banco donde estaba y lo tomo del cuello de la camisa semi abierta hasta que se lo llevó a rastras al baño. El cubículo era pequeño pero lo suficientemente grande para que los dos estuvieran dentro, claro que el que estaba más incómodo era Alexander que terminó en el lavamanos del baño con una sonrisa de completa ebriedad y las manos a la altura de su pecho mostrando inocencia.

— ¿Y esa agresividad? No sabía que te gustaba hacerlo en baños Orión pero sabes que yo solo me acuesto con ellas.

Claro que sus palabras eran arrastradas, juguetonas y sobre todo excitadas. Ese alcohol lo cambiaba completamente, pero Orión no se veía igual, tenía aquella sombra en sus ojos el cual implicaba que nada iba a salir bien de ahí.

— ¿Amas estar aquí? ¿Amas perderte en esta miseria, Alexander?

Aquellas preguntas le tomaron por sorpresa e incluso aquel rostro juguetón se volvió más serio. Recargo sus manos detrás de él, tocando el suave mármol del lavamanos.

— Sí —, respondió firmemente —. Es mi hogar, están ustedes y aunque sea una miseria y todos los seres de luz nos repudien yo amo esta miseria.

— ¿No te gustaría cambiar? ¿Ir a otro lado? ¿Dejar todo esto?

— No, para nada... — Terminó por quitarse la camisa y la dejo a un lado, justamente en la tapa de la taza del baño. — Soy el príncipe de la luna y mi lugar es aquí, quiero divertirme con ustedes... no me gustaría volver a estar solo. Sin importar que a veces no quiera levantarme de aquella suave cama por querer cambiar... yo sé que en el fondo no quiero que esto cambie. Esto soy yo.

Destello Lunar | Incompleto|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora