3. ✧ Voces en el Silencio ✧

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Los pensamientos de Lyra estaban una y otra vez en el bosque de Muir Woods, la mirada serena de aquel simio de ojos azules invadiendo su mente

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Los pensamientos de Lyra estaban una y otra vez en el bosque de Muir Woods, la mirada serena de aquel simio de ojos azules invadiendo su mente. Sus propios ojos se perdían entre la multitud de los sobrevivientes del refugio, sintiéndose ajena a las acciones rutinarias que realizaba. Sus dedos jugaban con los mechones de su cabello, deslizándolos entre los finos hilos color platino en un intento inconsciente de encontrar una explicación.

Acción que alguien notó e iba a cuestionar.

—¿Qué sucede? —preguntó Alexander con su libreta y pluma en la mano, liberando a Lyra de sus pensamientos, sacándola de los recuerdos verdes y húmedos del bosque, trayéndola de vuelta a la realidad.

—¡Ay Dios, me asustas! —contestó la mujer, el corazón latiéndole rápidamente por la inesperada llamada, soltando su cabello-. No es nada, solo...

Fue interrumpida antes de terminar.

—¿Tus salidas? Papá me contó que otra vez saliste —dijo el chico sentándose a su lado, observando a la gente ir y venir, ignorando sus presencias.

—Qué chismoso —respondió con recelo, sintiéndose acusada como si fuera una niña expuesta ante sus amigos.

—No es solo eso, Lyra —dijo suavemente, su voz apenas audible sobre el murmullo del refugio—. Es la forma en que te ves después de cada salida. Pareces... diferente. Más inquieta.

Lyra suspiró, sintiendo el peso de las palabras de Alexander. Era cierto, cada vez que regresaba de sus escapadas nocturnas, algo en su interior cambiaba. El encuentro con los simios había reavivado viejos recuerdos y nuevas preocupaciones, y ahora se sentía atrapada entre dos mundos.

—Es complicado, Alex —respondió finalmente, usando el apodo que solo unos pocos tenían el privilegio de usar—. Hay cosas ahí fuera que no puedes entender, cosas que yo misma estoy tratando de comprender.

Alexander la miró con una mezcla de preocupación y curiosidad. Aunque era reservado por naturaleza, su empatía y buen corazón lo empujaban a acercarse a Lyra. Sabía que algo la perturbaba profundamente y quería ayudarla, aunque no sabía cómo.

—Hay algo que pueda hacer para ayudarte? —No insistirá en saber la verdad pero si podía ayudarla en cualquier cosa lo intentaría.

Lyra se conmovió por el gesto de Alexander. La genuina preocupación en sus ojos la hizo sentir menos sola, pero sabía que no podía revelarle todo lo que pasaba por su mente. Sonrió débilmente para calmar sus preocupaciones.

—Solo no le digas a Ellie ni a Malcolm —pidió suavemente. No quería preocupar más a los que ya están pendientes de mis travesías—. Estaré bien.

Sin nada más que insistir, Alexander no se metió más en el tema. Colocó su libreta sobre sus piernas con la pluma en mano y comenzó a dibujar. Las páginas antes blancas contenían dibujos de lo que normalmente se hacía en el refugio, representado con un toque caricaturesco. Otros simplemente eran ideas de la misma mente de su creador, como un paisaje lleno de simios en la ciudad, vagos recuerdos de algunos eventos, y otras escenas que mostraban un mundo lleno de posibilidades.

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