Capitulo 2

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Creditos al autor (a): RukiaHaruno


Al principio, no pude entender por qué estaba allí, apartado de la puerta, alejándose de mí. Y luego su cabeza golpeó el suelo. Dos veces. Se volvió loco, sus puños golpeaban a la nada. No fue hasta que chocó contra mi camioneta que pude ver con qué —o quién— luchaba.
El chico nunca apartó sus ojos de Deidara mientras le daba dos fuertes golpes en el rostro, esquivando los contrarios mientras rodaban y Deidara lanzaba golpes inútiles, con sangre fluyendo de su nariz. Finalmente, Deidara bajó la cabeza y se lanzó como un toro, pero su esfuerzo fue su perdición, el desconocido lanzó un gancho fácil hacia su mandíbula. Cuando la cabeza de Deidara se alzó, se escuchó un repugnante ruido sordo de algo rompiéndose. Chocó contra el lateral del auto de nuevo, empujando y lanzando golpes ciegos al extraño por segunda vez. Como si toda la pelea fuera coreografiada, el chico tomó a Deidara de los hombros, lo jaló hacia él y le dio un rodillazo debajo de la barbilla. Deidara cayó al suelo, gimiendo y quejándose.
El desconocido bajó la mirada, sus puños cerrados, los codos ligeramente flexionados, preparándose para ofrecerle un nuevo golpe si fuera necesario. No lo fue. Deidara estaba casi inconsciente. Me acurruqué contra la puerta del fondo, jadeando y en posición fetal, como si el shock fuera sustituido por pánico. Debí haber gemido, porque sus ojos se encontraron con los míos. Rodó a Deidara a un costado con una de sus botas y se acercó a la puerta, aún mirándome.
—¿Estás bien? —su tono era bajo, precavido. Quería decirle que sí. Quería asentir con la cabeza, pero no podía. No estaba tan bien—. Voy a llamar al 911.¿Necesitas asistencia médica o sólo a la policía?
Imaginé a la policía del campus llegando a la escena, los fiesteros huyendo despavoridos por la casa cuando escucharan las sirenas. Ino y Shikamaru eran dos de los muchos amigos que estaban allí, más de la mitad eran menores de edad y bebían. Sería mi culpa si la fiesta se convertía en el objetivo de la policía. Sería una paria.
Negué con la cabeza. —No los llames. —Mi voz era ronca.
— ¿No llamo a una ambulancia?
Aclaré mi garganta y negué. —No llames a nadie. No llames a la policía.
Su mandíbula cayó y me miró a través de la extensión del asiento.
— ¿Estoy equivocado, o este chico trató de violarte. —Me estremecí al oír la fea palabra— ¿Y me dices que no llame a la policía? —Cerró su boca de golpe, sacudiendo su cabeza y mirándome fijamente otra vez—. ¿O interrumpí algo que no debí?
Jadeé, mis ojos se abrieron de golpe.
—N-no. Pero sólo quiero irme a casa.
Deidara gimió y rodó sobre su espalda.
—Mierda —dijo, sin abrir sus ojos, uno de los cuales estaba hinchado, probablemente estarían cerrados mucho tiempo.
Mi salvador bajó la mirada hacia él, con su mandíbula apretada. Movió su cuello de un lado a otro y luego hacia atrás, relajó sus hombros.
—De acuerdo. Te llevo.
Negué con la cabeza. No estuve a punto de escapar de un ataque sólo para hacer algo tan estúpido como subirme al auto con un desconocido.
— Puedo manejar —dije con voz áspera. Mis ojos fueron a mi bolsa, debajo de la consola. Todas mis cosas estaban regadas en el suelo del lado del conductor. Él bajó la mirada, se agachó para recoger mis llaves entre los pedazos de mis objetos personales.
—Creo que buscabas esto. —Las colgó entre sus dedos mientras noté que yo no había hecho nada para acercarme a él.
Humedecí mi labio y probé la sangre por segunda vez en esa noche.
Inclinándome un poco hacia la débil iluminación que entraba, tuve la precaución de mantener mi falda hacia abajo. Una ola de mareo se estrelló contra mí mientras fui consciente de lo que casi había ocurrido, y mi mano tembló cuando alargué el brazo para tomar mis llaves.
Frunciendo el ceño, apretó su puño alrededor de ellas y dejó caer su brazo a su costado.
—No puedo dejarte conducir. —Juzgando por su expresión, mi rostro era un desastre.
Parpadeé, mi mano seguía extendida por las llaves que acababan de ser confiscadas.
— ¿Qué? ¿Por qué?
Marcó tres razones con los dedos. —Estás temblando, probablemente un efecto secundario del asalto. No tengo idea de si en realidad estás ilesa. Y probablemente has estado bebiendo.
—No —espeté—. Soy el conductor designado.
Arqueó una ceja y miró a su alrededor.
— ¿Quién exactamente te eligió de conductor? Si hubiera estado contigo, por cierto, puede que estuvieras a salvo esta noche. En cambio, entraste a un estacionamiento oscuro, sola, sin poner nada de atención a tu alrededor. Eso es realmente responsable.
De pronto, estaba cabreada. Cabreada con Kiba por romper mí corazón dos semanas atrás y no estar conmigo esa noche, protegiéndome. Cabreada con Ino por convencerme de venir a esta estúpida fiesta, y más cabreada conmigo por aceptar venir. Furiosa con el imbécil apenas consciente que babeaba y sangraba a unos pocos metros. Y molesta con el extraño que tenía mis llaves de rehén, mientras me acusaba de ser una descerebrada y descuidada.
—Entonces, ¿es mi culpa que me atacaran? —Mi garganta ardió, pero me olvidé del dolor—. ¿Es mi culpa que no pueda caminar de una casa hasta mi camioneta sin que uno de los tuyos trate de violarme? —Escupí la palabra hacia él para hacerle ver que podía soportarlo.
—¿Uno de los Mios? ¿Me comparas con ese pedazo de mierda? —Señaló a Deidara, pero sus ojos seguían en los míos—. No soy como él. —Fue cuando noté el delgado anillo plateado atravesando el lado izquierdo de su labio inferior.

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Fanfic NS: Operacion Chico Malo [+18][Actualizado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora