Capítulo 45

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El corazón empezó a latirle con rapidez. Físicamente, había cambiado muchísimo con los años. Tenía la cara más redonda, con arrugas prematuras alrededor de los ojos, y había perdido mucho pelo. Pero aún conservaba la misma sonrisa burlona.

- Este era el que estaba con Alma - le dijo uno de sus acólitos.

Una calma mortal rodeó a Enzo, haciendo que Matías se estremeciera de miedo. Él no sabía de lo que era capaz y, por lo que estaba viendo, Fer no había cambiado por dentro tanto como por fuera. Un pendejo de comercial, rodeado de seguidores, que siempre se movía con su séquito. Todo lo que hacía tenía que ser notorio para dejar claro su poder. Con ese ego de chulo de playa, estaba claro que no se iría hasta que consiguiera enredar a Enzo en una pelea.

Lo único que esperaba era que su general tuviera más sentido común y no cayera en la trampa.

- ¿Necesitas algo? - preguntó, sin mirar a Fer ni a sus amigos.

Este se rió y palmeó a uno de los suyos en el pecho. - ¿Qué acento es ese? Tiene voz de marica. Pensaba que el nene bonito iba detrás de mi chica, pero por su pinta y por su voz, creo que iba detrás de uno de ustedes.

Enzo se giró y lo miró furioso. A cualquier otra persona con más entendimiento, esa mirada la habría hecho retirarse. Fer, por supuesto, carecía de entendimiento. No había tenido nunca ni una pizca de sentido común.

- ¿Qué te pasa, nene bonito? - se burló -. ¿Te ofendí? - Miró a sus amigos y meneó la cabeza -. Lo que pensaba; es un mariquita cobarde que seguro tiene ganas de chupármela.

El griego soltó una carcajada siniestra.

- Vamos, Enzo - lo increpó Matías, agarrándolo del brazo antes de que las cosas se pusieran peor -. Vámonos.

Fernando lo miró con aquella risita burlona y entonces lo reconoció. - Vaya, vaya, vaya, miren a quién tenemos acá. Matías Recalt. Hace mucho que no nos vemos. - Le dio una palmada en la espalda al tipo alto que estaba a su lado -. Ey, Blas, ¿te acordás de Recalt, el de la facultad? Su ropa interior me hizo ganar nuestra apuesta.

Enzo se quedó paralizado ante sus palabras.

Matías sentía que el viejo dolor volvía, pero se negó a demostrarlo. Jamás le daría ese gusto a Fernando de nuevo.

- No me extraña que fuera detrás de Alma - siguió Fer -. Probablemente quería probar a alguien que no estuviese todo el rato llorando mientras se lo cogen.

El griego giró hacia Blas con tal rapidez que apenas si fue capaz de percibir el movimiento. El tipo se movió un poco pero Enzo se agachó y le lanzó un puñetazo a las costillas que lo envió hasta la multitud, que se agolpaba unos metros detrás de ellos. Con una maldición, el alto se arrojó a plena carrera encima suyo.

Enzo se ladeó un poco, le puso la zancadilla y lo empujó haciéndolo volar por los aires.

Blas aterrizó sobre la espalda. Antes de que pudiera moverse, el imponente guerrero colocó el pie sobre su garganta y le sonrió con tal frialdad que Matías comenzó a temblar de la cabeza a los pies.

Blas le agarró el pie con las dos manos e intentó apartarlo. Comenzó a agitarse por el esfuerzo, pero Enzo no se apartó. - ¿Sabías... - le preguntó con un tono de voz tan pragmático que era realmente atemorizante - ... que solo son necesarios poco más de dos kilos para aplastarte el esófago por completo?

Los ojos y los brazos de Blas comenzaron a hincharse cuando ejerció más presión sobre su cuello.

- Hombre, por favor - suplicó mientras intentaba quitarse el pie del griego de encima -. Por favor, no me lastimes, ¿sí?

Esclavo ; MatienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora