6. La incursión Choku.

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La aldea de la hierba era atravesada por un río de norte a sur, y las puertas se encontraban en el lado este. Había un pequeño lago artificial en el centro, junto a la plaza. En la parte más estrecha había un puente de madera que conectaba el lado este con el lado oeste. La torre del reloj, como punto turístico, adornaba el escenario.

En el centro se encontraba el palacio del señor feudal, con sus bellos jardines rebosantes de flores de cerezo. Era de noche, y la luz azul de la barrera lo cubría todo, sostenida por ocho miembros del clan Miyamizu. La barrera cubría todo el perímetro de la aldea de la hierba, formando un domo sobre ella, lo cual impedía que los guerreros Choku ingresaran.

En el ataque lanzado por Killer Bee, habían matado a cinco miembros del clan Miyamizu. Para sostener la barrera por tanto tiempo, se debían hacer rotaciones para dar descanso a los miembros del clan. Desafortunadamente, debido a las bajas, solo se podía notar a un miembro durante cuatro horas.

La persona que ahora tenía su descanso era Ai, quien se encontraba sentada en la cima de la torre del reloj, intentando recuperar energía. Hiroki sobrevolaba toda la aldea de la hierba. Se le había asignado la misión de ver si la barrera se debilitaba y si había perturbaciones de otro tipo con su Byakugan, y a su vez, alertar a Ai para que pudiera reemplazar a la persona que sufriera un ataque.

El Sr. Soichiro sobrevolaba junto a él.

—Me sorprendió cuando me pediste que desconectáramos a Satsuki y que Hanami utilizara la espada de la muerte con tu padre Neji —dijo Soichiro con una voz calmada.

El viento hacía que su cabello se moviera, y la brisa de la noche era tranquilizadora.

—Sr. Soichiro, eso significa que estoy listo para lo que sea y que el pasado ya no importa —dijo Hiroki con una voz melancólica.

—Me alegro.

El padre de Hiroki tenía razón. Él tenía algo por lo que luchar. Sin haberse dado cuenta, había hecho amigos, además de Taika, Yusuke y Koichi. Se encontraba muchas personas queridas por él. Por supuesto, Hanami tenía un lugar muy especial en su corazón.

La calma se sentía en el ambiente; al parecer los guerreros Choku no se habían dignado a atacar. Hablando de Hanami, ahora ella se encontraba debajo de la aldea de la hierba. Su misión era defender los túneles debajo de esta, en caso de que los Choku hubieran descubierto este lugar. Los túneles eran cavernas naturales que conectaban el exterior con la aldea de la hierba, cubiertas de estalagmitas y estalactitas, brillando con una luz verdosa.

Hanami se encontraba lista. Su escuadrón estaba compuesto por varios ejecutores. Su invocación, un Kappa, intentaba detectar los olores en el aire para alertar de algún intruso.

En la superficie, de repente, la tensa calma se rompió. La barrera fue penetrada por una técnica de viento extraordinaria.

—¡Gran tifón! —uno de los guerreros Choku había hecho esta técnica.

Hiroki y Soichiro en el aire se dirigieron de inmediato hacia el punto crítico.

—Parece que un miembro del clan Miyamizu ha muerto, señor —Hiroki observó con su Byakugan la escena e informó a Soichiro.

Entre el humo causado por la técnica que se iba disipando, Soichiro y Hiroki se encontraron frente a la amenaza: el general Pattenouk junto con varios guerreros Choku.

—Era solo cuestión de tiempo para que entráramos.

Hiroki avanzó hacia Pattenouk para impactarlo con su técnica.

—¡Puño gemelo del dragón!

Pattenouk esquivaba cada ataque. Hiroki movía sus brazos tratando de conectar algún golpe. Apareció su arco y flechas, y lanzó una hacia Hiroki.

—¡Rotación!

Hiroki trató de repeler la flecha con su defensa suprema, pero esta pudo atravesarla como si nada. Si la flecha impactaba en él, estaba perdido.

—¡Estilo de fuego, llamarada divina!

Ai había aparecido, y con su técnica de fuego fatuo hizo añicos la flecha. Soichiro, por su parte, estaba combatiendo contra los invasores que habían entrado.

—¡Estilo de tierra: Prisión de tierra! —dijo Soichiro. —¡Cadenas de Adamantina! —agregó Ai. —¡Estilo de fuego: Jutsu de flor espiral!

Varios ninjas de la aldea de la hierba habían caído. Los guerreros Choku utilizaban sus habilidades para librarse de los ninjas de la hierba. Los Choku invocaban osos, águilas y varias criaturas; los ninjas eran comidos y masacrados por estas.

—¡Rayos! —Soichiro utilizaba sus técnicas para intentar deshacerse de ellas. —¡Espada de la muerte!

Cortaba a las criaturas a diestra y siniestra junto con los guerreros Choku, pero esto no era suficiente. Así fue cómo Soichiro recurrió a realizar la técnica del Río Sanzu. La dimensión del inframundo se abrió y todas las criaturas y guerreros Choku fueron absorbidos en ella.

Después de tal hazaña, Soichiro exhausto trataba de reincorporarse. Para su sorpresa, alguien a quien él no esperaba había atravesado la barrera. Esa persona era el emperador Anchikar, el líder supremo de los Choku.

—Impresionante, no esperaba que un parásito como tú tuviera esas habilidades. Te felicito.

Mientras tanto, en las cavernas subterráneas, todo parecía en calma. Las gotas de agua hacían eco al impactar en los pequeños estanques formados por los minerales líquidos. Hanami y su escuadrón se encontraban listos. Ella utilizaba su modo sabio para detectar alguna presencia.

En ese instante, las cuevas empezaron a temblar, hubo derrumbes de rocas y las estalactitas comenzaron a caer por la conmoción. De repente, un perro gigante apareció frente a Hanami y compañía, y encima de este se encontraba Shinji Umino.

El rostro de Hanami estaba serio. Para este momento, ella se había preparado toda su vida. Shinji, al notar a Hanami, se echó a reír y después dijo:

—No esperaba que la pequeña Hajimi me estuviera esperando. Tengo que admitirlo, eres la viva imagen de tus padres. Me complacerá terminar el trabajo que no la última vez.

El puño de Hanami empezó a temblar por la furia contenida durante varios años.

—Me llamo Hanami, para tu información —respondió con una voz desafiante. —¡Ataquen! —ordenó Hanami.

El escuadrón de Hanami empezó a atacar a Shinji junto con su invocación.

—¡Agujas senpū de hierba! —¡Arte ninja: Jutsu bosque infinito!

El bosque empezó a extenderse por toda la caverna, y las enredaderas intentaban atrapar a Shinji y a su invocación. De repente, el perro surgió y, de su boca, salieron varias burbujas que atrapaban a los ninjas, despojándolos de sus almas. Shinji cortó las enredaderas que lo inmovilizaban utilizando su espada de oricalco.

—Buen intento, Hajimi, pero no te servirá de nada. Tengo algo especial guardado para ti.

Shinji extendió su palma y comenzó a reunir chakra en ella.

—¡Rasengan!

Hanami se quedó en shock, su respiración se agitó y la tristeza comenzó a brotar en su corazón nuevamente.

—Maldito, esa es la técnica de mi padre.

La feroz batalla estaba a punto de comenzar.

Hiroki Hyuga: Las estrellas Hyuga y UzumakiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora