¿Qué somos?

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Chuuya pasó mucho tiempo pensando en qué podría haber hecho llorar a Dazai, tuvo que haber sido algo grande e importante, algo que lo haya sacudido hasta lo más profundo considerando que hizo llorar a alguien tan inexpresivo como él.

Sin embargo, no se entrometió, sabiendo que eso no los llevaría a buenas conclusiones.

Pasaron dos días hasta llegar al miércoles y Chuuya notó dos cosas:

Primero, cuando intentaba entrar a cualquier habitación mientras sus contrapartes mayores estaban cerca, Dazai siempre revisaba si la puerta estaba cerrada o no y si lo estaba, lo arrastraba lejos de allí para hacer otra cosa.

Segundo, Dazai estaba actuando muy sospechoso.

La verdad era que Dazai, apenas ayer, había vuelto a encontrar algo que no debió.

Algo que desearía recordar.

En busca de una aspiradora para limpiar las papas fritas que había derramado en el suelo, abrió uno de armarios libres sólo para encontrar preciosos recuerdos enmarcados en varios tamaños y colores.

Recuerdos de Osamu.

Recuerdos con sus amigos.

Recuerdos con Chuuya.

Recuerdos que él aún no tenía.

Hubo muchas cosas que le llamaron la atención, como aquella en la que Atsushi lo cargaba como una princesa, mientras le daba un beso descuidado en la mejilla, el más joven estaba radiante.

O aquel en el que parecía que estaba bailando posicionado entre Chuuya y Yosano, los tres aparentemente borrachos, pero aun riendo a carcajadas.

También habían algunas que capturaban momentos de la vida de Chuuya, como aquella en la que él y Akutagawa tuvieron una pequeña cita y se tomaron una foto juntos, Chuuya sonriendo como un idiota y una sonrisa muy pequeña tirando de los labios de Akutagawa.

Había uno con Chuuya sentado al lado de Kyōyō, aprendiendo a coser, se mordía el labio en concentración mientras Kyōyō lo observaba con ojos tiernos.

Y al igual que esas había muchas más, pero hubo una conjunto específico de fotos que realmente llamó la atención de Dazai.

Era una serie de fotografías tomadas en París, enmarcadas en un cuadro enorme, aproximadamente la mitad del tamaño de Dazai.

Lo alegró mucho saber que Chuuya finalmente llegó al único lugar al que siempre había querido ir.

Chuuya sabía hablar francés, aunque Dazai nunca lo había escuchado, nunca había tenido ningún interés en hacerlo, pero ahora lo tenía, simplemente no estaba seguro de si su cuerpo sería capaz de soportarlo.

Dejando eso de lado, parecía que ambos disfrutaron el viaje, las fotos lo evidenciaban.

La mayoría fueron tomadas aleatoriamente y sin precisión alguna, a excepción de la última, todas selfies tomadas por Chuuya frente a la Torre Eiffel mientras se iluminaba.

El primero eran ellos posando con una sonrisa en el rostro y los ojos mirando a la cámara.

El segundo era un Dazai girándose para besar a Chuuya en la mejilla, con una sonrisa aún presente en su rostro.

El tercero era Chuuya haciendo lo mismo y besando a Dazai en la mejilla, sus ojos marrones muy abiertos por la sorpresa, incluso las calles poco iluminadas de París no pudieron ocultar el espeso rubor que cubría las mejillas de Dazai.

Lo más probable es que en la cuarta imagen los dos intentaran besarse en las mejillas al mismo tiempo, lo que resultó en un beso muy incómodo, con sus rostros aplastados en un ángulo extraño.

Tempus Fugit • SoukokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora