IV: Mi promesa fallida manchada de tu sangre

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El resto de la semana pasó como un borrón. Sanji se alegró de que sus hermanos no hubieran intentado nada contra Zoro, pero tenía la extraña sensación de que estaban preparando algo. Sanji se mantuvo en alerta máxima y trató de proteger a Zoro tanto como pudo. Comían en la habitación de Sanji y por la tarde salían al jardín, lejos del ala familiar para evitar que alguien les espiara.

Sanji ayudaba a Zoro a comer primero y luego comía por mucho que Zoro se quejaba.

"Eres malo teniendo un esclavo, Rizado"

Él lo sabía. Por supuesto, sabía que era malo pero por su vida, Sanji no podía seguir las lecciones de su padre. No podía matar de hambre a Zoro o hacerle daño. Zoro era tan amable.

Así que hoy, como los días anteriores, almorzaron y fueron al jardín. Sanji había preguntado el significado de las flores y Zoro había trazado sus respuestas en la palma de la mano de Sanji.

Sanji realmente esperaba que Zoro no viera cómo sus mejillas y la parte superior de sus orejas se ponían rojas cada vez que Zoro rozaba su pálida piel con las yemas de los dedos.

Al anochecer volvieron uno al lado del otro a la habitación de Sanji. Todas las noches, pedía a sus guardias que les trajeran la cena, pero esta noche se negaron.

"¿Perdón?" Sanji enarcó las cejas.

Uno de los guardias, Sir Georges habló. "Lo siento Alteza, pero el Rey requería su presencia para la cena de esta noche".

Sanji tragó saliva. "Bueno, ¿al menos podrías traer comida a mi habitación para Zoro?". De ninguna manera Sanji llevaría a Zoro a una cena con su familia.

"Lo siento Señor pero el Rey requería la presencia de ambos".

Sanji negó con la cabeza. "No, Zoro se quedara en mi habitacion, yo ire solo a la cena".

El guardia agacho la cabeza. "Lo siento Su Alteza pero el Rey insistió mucho en llevarlos a ambos a la cena con el resto de la familia".

Sanji sintió una gota de sudor bajando por su sien. Sin que los guardias se dieran cuenta, Sanji sintió como Zoro trazaba letras en sus antebrazos. "No te preocupes Rizado, todo va a salir bien." y frotó las glándulas de su muñeca contra la de él.

Desde que Sanji lo hizo primero cuando Yonji los había confrontado acerca de la cercania, Sanji y Zoro habían comenzado lentamente a perfumarse el uno al otro pero nada mas que frotando sus muñecas.

Sanji sabía que su padre estallaría en cólera si se enteraba de que hacían eso. Un omega no deberia bajo ninguna circunstancia oler a un alfa. Eran animales y ser perfumados por un omega era un privilegio que no merecían.

Sanji asintió. "Supongo que no tengo otra opción. ¿Sería sólo mi padre?"

"No señor, sus hermanos también asistirán".

Sanji frotó sus muñecas contra las de Zoro. "Maravilloso. ¿La cena es en la sala de recepción?"

"Sí, señor".

"Entonces iremos nosotros, no hace falta que nos acompañéis".

Los guardias asintieron y se fueron. Sanji soltó el aliento que estaba conteniendo. Empezaron a caminar hacia la sala de recepciones y salieron del ala familiar. Zoro le cogió la mano y la trazó. "¿Preocupado?"

"Sí, esto no me gusta. No podrás comer y te quedarás detrás de mi silla todo el tiempo. Odio que vayas a estar en la misma habitación que ellos"

"No les tengo miedo"

"Lo sé pero deberías. No sabes de lo que son capaces. No quiero que te pase nada malo".

"Y no me va a pasar nada porque no vas a dejar que me alejen de ti."

Digno de Todo - ZosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora