Epílogo

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Ocho años después...

-No me gusta cómo te pone esta época del año.

Dejando caer mi plato de papel en el bote de basura de la cocina, miré a Cellbit por encima del hombro.

-¿No te gusta verme feliz?

-No me gusta verte ir para atrás. Ni ver la planta baja de nuestra casa como una cueva tenebrosa.

-No fui tan lejos. -De acuerdo, tal vez lo hice. Había calabazas, lápidas de espuma, telarañas sintéticas y esqueletos falsos por todas partes. Murciélagos de goma y cadenas de luces fantasma colgaban del techo.

Incluso tenía accesorios inflables como espantapájaros, brujas y parcas. Mi favorito era el caldero burbujeante que ocasionalmente dejaba escapar una carcajada malvada u otro sonido espeluznante.

La verdad era... me volvía loco con las decoraciones cada Halloween.

Dándome la vuelta para mirarlo de frente, dije.

-No me arrepiento de nada.

-¿De verdad hacía falta la máquina de humo? -Se quejó.

Incliné mi cabeza.

-¿Estás seguro que el problema es la máquina de humo o estás asi porque has derramado jugo rojo por toda tu camisa?

-No lo derramé, nuestro hijo me lo tiró encima porque pensó que sería ''increible'' si parecía que estaba bañado en sangre.

-Apreté los labios para reprimir una sonrisa.

-Supongo que te refieres a Richas.

Nuestro pequeñín de cuatro años no era el más tranquilo. Insistía en que era un príncipe, peleaba como un luchador de MMA reencarnado y tenía una picardía que parecía estar encajada en cada huesito.

-Él sólo quiere que luzcas, ya sabes... Halloweenado. -Me defendí. -Nunca te disfrazas.

-Porque no tengo siete.

-Los mayores también se ponen disfraces. -Le recordé, señalando mi atuendo de un líder de la revolución con un gran sombrero mexicano en la cabeza. Me acerqué a él y deslicé mis manos por su pecho. -Es una lástima que no lo hagas. Te verías atractivo como un alcalde corrupto. -Tarareé mientras nos besábamos, y él me abrazaba con fuerza. -Pero esta fiesta en particular te ha gustado más, lo consideraré una victoria.

Él gruñó.

-Vamos, te estás perdiendo esta fiesta que insististe en hacer.

-Es bueno ver que lo estás disfrutando. -Dije secamente.

Cellbit mantuvo un brazo alrededor de mi cintura mientras me conducía fuera de la cocina. Al entrar en la sala de estar, tuve que sonreír al ver a los niños bailando el tema de los Cazafantasmas mientras tocaban estatuas musicales.

Cellbit podría no estar muy contento con el esfuerzo que hice para la fiesta, pero los niños estaban disfrutando. Les gustó especialmente la comida. Muchos de los alimentos se hicieron para que parecieran decoraciones de Halloween, como fantasmas, globos oculares, dedos y momias.

Bebiendo un vaso de ponche, Foolish frunció el ceño ante la mancha en la camisa de Cellbit.

-¿Qué te pasó?

Él suspiró.

-Richas.

-Ah, ya veo. -Dijo Foolish. Porque, para ser honesto, no se necesitaban más explicaciones: el niño hacía todo tipo de cosas.

-Es una pena que Leo no haya venido. -Dije.

-Tiene trece años ahora. -Me recordó. -Dice que está grandecita para celebrar Halloween.

Only you. - GuapoduoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora