Capítulo n°23

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Iba tarde.

Rara vez llegaba tarde, pero no había dormido bien anoche. En parte porque era una cama extraña, el colchón del hotel era divino, pero no me había ayudado a acomodarme, y en parte porque me había despertado a las tantas horas sintiéndome nervioso. Si fue una pesadilla lo que me despertó, no lo recordaba.

Me quedé despierto durante horas. Al final, dejé de intentar dormir y simplemente me senté cerca de la ventana que daba al horizonte de Nueva York. Y ahora, cansado y aturdido, no era tan rápido como de costumbre mientras me movía por el dormitorio, preparándome para la conferencia que pronto comenzaría.

Sin embargo, mi cabello y higiene personal finalmente estaban listos, y me puse mi ropa interior. Todo lo que necesitaba hacer era ponerme el traje. No iba a tener tiempo para desayunar, lo cual era un fastidio. Tal vez podría masticar una manzana durante el viaje en ascensor o algo así.

-Roier, ¿Has visto el...? -Cellbit se detuvo abruptamente en el umbral de la puerta.

Grité y giré. Pero, mierda, ¡Estaba parado ahí en ropa interior! Y no había nada cerca de lo que pudiera agarrarme para taparme.

-¿No puedes tocar?

Sus ojos azules me recorrieron, concentrándose en mí con tanta intensidad que una corriente subió por mi cuerpo. Me quedé quieto, sintiéndome atrapado, incómodo y expuesto. El aire se cargó de una tensión eléctrica que hizo que mi cuerpo se tensara.

No me moví ni un centímetro, no pude, me sentía clavado en el suelo por el calor en su mirada. Había algo muy depredador en él en ese momento, algo que me hizo sentir... no del todo amenazado, no, sino perseguido. Y, sin embargo, un hambre peligrosamente perversa se desplegó en mi estómago.

Se me ocurrió que me había congelado como una presa. Eso irritaba mi orgullo. No me intimidaba ni me ponía nervioso fácilmente, pero sí, estaba nervioso en ese momento. Nadie me había mirado nunca con tanta necesidad y posesión, como si tuvieran derecho a hacerlo.

Bueno, no tenía derecho. Para nada. Pero no me atrevía a decir eso, porque sonaría como un desafío.

Sus ojos se encontraron con los míos, todavía calientes y hambrientos.

-Pensé que ya ibas a estar vestido. Por lo general, estás listo a tiempo.

-Solo necesito un minuto.

-Lo puedo ver. -Pasó la mirada sobre mí una vez más y luego salió de la habitación.

Un suspiro tembloroso salió de mí.

Rápidamente agarré mi camisa y me la puse, decidido a sacar esa mirada de mi mente y seguir con mi día, pero con mi pulso acelerado y mi sangre caliente, no estaba tan seguro de que fuera tan fácil.

Cuando finalmente estuve vestido y listo para irme, me dirigí a la sala de estar y encontré a Cellbit ahí, con una expresión en blanco. Bien. Nos marchamos sin decirnos una palabra. El descenso en el ascensor fue... interesante.

En el momento en que las puertas se cerraron, el aire pareció zumbar y espesarse. Nunca había sido más consciente de él; de su olor, de su cuerpo, de cada movimiento que hacía. Como si todo mi ser estuviera enfocado en él.

Mis hormonas se volvieron locas, la tensión aumentó y todo lo que no quería sentir en mí lo alcanzó. Honestamente, era casi como si su jodida mirada hubiera cebado mi cuerpo o algo así.

Me senté a su lado durante toda la conferencia. Mis terminaciones nerviosas estaban tan sensibles que pequeños toques, incluso el mero roce de su brazo contra el mío, podían hacer que todo mi cuerpo reaccionara. Una chispa subía por mi columna y provocaba que pequeñas sacudidas recorrieran mi piel.

Only you. - GuapoduoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora