Prólogo

574 76 4
                                    


Al ver a mi ex levantarse de la terraza, me estremecí ante el profundo corte sobre su ojo. Ay. Seguro que necesitaría unos puntos, pero no me sentía muy comprensivo en ese momento.

-Quizás deberías hacer algo, Roier. -Dijo Foolish, acercándose sigilosamente a mí.

Le di a mi padre adoptivo un encogimiento de hombros impotente.

Nadie con cerebro intentaría interponerse entre Cellbit y algo que él quisiera. Y en ese momento, lo que él parecía querer era golpear a mi ex prometido hasta dejarlo en el suelo.

No me opondría en absoluto a eso. Natalan había sido algo así como un idiota últimamente. Pero hoy, había ido demasiado lejos. Puede que no se hubiera vuelto tan problemático como los otros que estaban decididos a separarnos a Cellbit y a mí, pero él ciertamente lo estaba pidiendo.

Foolish miró a mi padre Vegetta.

-No podemos simplemente quedarnos aquí parados.

-¿Por qué no? -Preguntó Vegetta.- Natalan debería haberlo sabido mejor.

Sí, sí, debería haberlo hecho.

Como un magnate de los negocios de gran éxito, Cellbit tenía la reputación de ser alguien con quien no te cruzabas ni subestimabas.

Era determinado. Implacable. Despiadado. Autoritario. Intimidantemente inteligente. Más rico que Dios. Y, hasta hace varios meses, casado con su trabajo.

Ahora estaba casado conmigo. También era mi jefe.

Rara vez perdía la calma así. Probablemente porque no desperdiciaba energía emocional dejando que otros se metieran bajo su piel, pero como se suponía que los demás no debían saber que nuestro matrimonio era puramente un acuerdo comercial, él naturalmente tenía que desempeñar el papel de esposo posesivo. Y dado que no podía perder el flagrante borde del castaño que llevaba, ciertamente tenía una vibra amenazadora en este momento.

Cellbit miró fijamente al idiota.

-Te lo dije, ¿No? Te advertí una y otra vez que te alejaras de él, pero no me hiciste caso. -Lo reprendió, su tono suave. -Hiciste esta mierda. Si dices que te preocupas por Roier, no lo demuestras para nada.

Natalan apretó los puños.

-Yo si me preocupo por él, él es...

-No es tuyo. -Cellbit terminó la frase por él. -Son mis anillos en su dedo. Es mi nombre el que ha tomado. Es mi cama la que comparte. Él es mío. Así que si te importa o no, sinceramente no es relevante en absoluto.

Natalan tragó.

-Fue mío primero.

-Y deberías haberte aferrado con fuerza. No lo hiciste. Lo dejaste ir. Ese fue tu error.

-Hice lo mejor para él.

-No, hiciste lo que era mejor para tí. Tal vez te hayas preocupado por Roier, pero nunca lo pusiste en primer lugar, él nunca fue tu prioridad.

Las fosas nasales de Natalan se ensancharon.

-Yo era joven en ese entonces. Un chico.

-Un chico que quería espacio para perseguir sus ambiciones. Él te lo dio; No te maldecía por eso. ¿Y cómo lo agradeces? Intentando arruinar su matrimonio. ¿Creés que te lo agradecerá? ¿Creés que querrá a alguien que le haga eso?

La mandíbula de mi ex se endureció.

-Lo que creo... es que Roier merece ser amado. Tú nunca lo amarás, no tienes eso en ti.

Esas palabras me apuñalaron en el pecho... porque eran ciertas. Cellbit no me amaba. Nunca lo hizo. Nunca lo haría. No debería importarme.

No se suponía que me importara.

Y definitivamente no me gustó lo que hice, pero me había enamorado de mi falso esposo. Sí, era así de estúpido.

Cellbit suspiró.

-Eso ya lo dijiste antes, no me importaba lo que pensabas en ese entonces y todavía no me importa. No me interesas y no eres de ningún interés para él. Tienes que ser un hombre y aceptarlo, porque no quiero que juegues estos juegos con él. Vas a irte de aquí y te mantendrás alejado.

Natalan levantó la barbilla.

-No puedes dictar lo que hago.

-Cuando se trata de mi esposo, puedo hacerlo.

-No lo retendrás a largo plazo, ¿Sabes? El verá que tengo razón sobre ti eventualmente y entonces te dejará.

Cellbit ladeó la cabeza y lo miró con curiosidad.

-¿Por qué creés que permitiría que haga algo así?

La cabeza de Natalan se echó hacia atrás.

-No puedes obligar a alguien a quedarse contigo.

-Roier sabe que nunca lo dejaría ir.

Maldita sea, Cellbit era tan bueno actuando que, si no hubiera sido tan claro acerca de no querer un matrimonio real, podría haberlo creído.

-Él es sólo una posesión para ti. -Insistió Natalan.

-Él es mi posesión más preciada. -Dijo Cellbit. -Y tengo toda la intención de mantenerlo a mi lado. Acéptalo. Deja de molestar. Deja de aferrarte a este sueño de recuperarlo. No va a suceder.

-¿Y si no me alejo de él?

La boca de Cellbit se curvó en una sonrisa cruel y escalofriante que casi me hizo temblar.

-Haré que desees haberlo hecho.

Los ojos de Natalan parpadearon.

-Él puede conseguir a alguien mejor que tú. No lo mereces.

-¿Y crees que tú sí? Tú, que te comportaste como un completo imbécil, ¿Crees que lo mereces?

La vergüenza cruzó por el rostro de mi ex.

-Quizá ninguno de los dos lo hagamos, pero...

-No hay peros. Te equivocas al pensar que estarías casado con él ahora si no lo hubieras arruinado. Lo habría alejado de ti, incluso si me tomara años. No creas ni por un momento que sería tuyo si A, B o C no hubieran ocurrido. Lo habría hecho mío de una forma u otra. Sería un error pensar que no lo digo en serio. Cuando quiero algo, lo consigo. Deja de confiar en que lo arruine y lo pierda como tú lo hiciste. Nunca permitiría que alguien tan importante para mí se vaya de mi vida.

Natalan entrecerró los ojos y estudió a Cellbit con detenimiento.

-Hijo de puta, crees que podrías preocuparte por él a tu manera.

La mirada de Cellbit se deslizó hacia mí, ardiendo de posesión, impaciencia y algo... más. Algo que hizo que mi pulso se acelerara y mi respiración se detuviera, pero Natalan estaba equivocado, Cellbit no se preocupaba por mí. No había forma de que quisiera que este matrimonio fuera real. Ni siquiera quería un novio, mucho menos un esposo... ¿Verdad?

Only you. - GuapoduoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora