II: "¡Bromita!"

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[ Juan Pedro x Gustavo ]

Después de la charla que tuvieron, Juan Pedro y Gustavo intentaron volver a la normalidad. Sin embargo, había una tensión latente entre ellos, una sensación extraña que ninguno de los dos podía sacudir. Continuaron con sus bromas y risas, pero ambos sabían que algo había cambiado. El ambiente entre ellos se sentía diferente, como si una sombra invisible se cerniera sobre su amistad.

Una mañana, Juan Pedro se despertó con el sonido estridente de su alarma. El sol de verano entraba a raudales por la ventana, bañando la habitación con una luz cegadora. Frunció el ceño mientras se desperezaba y, después de una ducha rápida, se vistió con su uniforme escolar. Al bajar a la cocina, su primo lo miró con una sonrisa burlona.

—¿Vas a salir hoy o te quedarás en casa jugando videojuegos todo el día? —preguntó su primo, con tono jocoso.

—Voy a la escuela, pero quizás después juegue un rato —respondió Juan Pedro, esbozando una sonrisa. Mientras desayunaba, su mente divagaba hacia la tarde, cuando se reuniría con Gustavo para jugar a su juego favorito, Brawl Stars. Había algo especial en esos momentos, una complicidad que no compartía con nadie más.

Por otro lado, el sol también se colaba en la habitación de Gustavo, despertándolo de un sueño profundo. Miró su reloj y se dio cuenta de que era hora de levantarse. Se estiró, aún medio adormilado, y se dirigió al baño. Frente al espejo, intentó darse ánimos.

—¿Qué tal, campeón? —se dijo a sí mismo, intentando convencerse de que sería un buen día.

Mientras se duchaba, sus pensamientos se dirigieron automáticamente a Juan Pedro. No era la escuela lo que esperaba con ansias, sino verlo a él. Había algo en su conexión que Gustavo apenas empezaba a comprender, algo que lo hacía sentir más vivo. "¿Y si lo invito a jugar Brawl Stars después de clase?", pensó, esbozando una pequeña sonrisa.

Después de prepararse rápidamente y desayunar algo ligero, Gustavo salió de casa con su mochila al hombro, dispuesto a enfrentar el día. Al llegar a la escuela, sus ojos buscaron a Juan Pedro entre la multitud. Cuando finalmente lo vio, se sintió inmediatamente mejor.

—¡Hola, Gus! ¿Listo para jugar Brawl Stars después de clases? —le preguntó Juan Pedro, con entusiasmo evidente.

—¡Claro! He estado practicando con Piper —respondió Gustavo, con una sonrisa.

La conversación fluyó con naturalidad, como siempre. Pero entonces aparecieron Lía y Valentina, dos compañeras de clase que siempre estaban cerca. Con una actitud juguetona, se sentaron frente a ellos, observándolos con una sonrisa.

—¿Qué están haciendo, chicos? —preguntó Lía, con una mirada traviesa—. Se ven muy lindos juntos, ¿saben? Deberían ser pololos —añadió con un tono insinuante y divertido.

Juan Pedro frunció el ceño, sin estar seguro de cómo tomar el comentario. Gustavo, por otro lado, sintió cómo su rostro se ponía rojo. Lía se rió, notando su incomodidad.

—¡Lía, no digas tonterías! —dijo Juan Pedro, intentando sonar molesto pero sin poder evitar una sonrisa.

—Solo estoy leseando —respondió Lía, encogiéndose de hombros—. Pero si se ponen así, quizás sea verdad, ¿no? Ya saben, la primera etapa es la negación —continuó, con una risa traviesa.

Las palabras de Lía, aunque dichas en tono de broma, cayeron pesadamente en Gustavo. Intentó reírse junto con los demás, pero el comentario lo había afectado más de lo que quería admitir. Valentina, mientras tanto, se unió a la risa, haciendo un comentario que solo aumentó la incomodidad.

—El más inteligente de su casa, vive solo —dijo Valentina con ironía, apoyándose en el hombro de Lía mientras ambas reían.

Gustavo forzó una sonrisa, pero no pudo evitar sentirse incómodo. Los comentarios, aunque aparentemente inofensivos, tocaron una fibra sensible. Juan Pedro, aunque trató de disimular, notó la tensión en su amigo.

El timbre sonó, indicando el final del día escolar. Gustavo se despidió de Juan Pedro con una excusa rápida, diciendo que necesitaba irse a casa. Mientras caminaba hacia su hogar, su mente estaba en ebullición. Los comentarios de Lía y Valentina le habían hecho pensar. "¿Pololos? ¿Juan Pedro y yo?" La idea le parecía absurda y, sin embargo, no podía dejar de darle vueltas.

Una vez en casa, Gustavo se dejó caer en el sofá y encendió su celular, intentando distraerse. Pero su mente seguía regresando a lo ocurrido en la escuela. Decidió darse una ducha, con la esperanza de despejar su mente. Mientras el agua caliente caía sobre él, sus pensamientos se volvieron más claros.

La idea de ser algo más que amigos con Juan Pedro lo aterrorizaba y, al mismo tiempo, lo intrigaba. ¿Podía ser eso lo que realmente quería? ¿Había algo más que amistad entre ellos? La confusión lo abrumaba. Salió de la ducha, aún sumido en sus pensamientos, y se sentó en la cama, con una toalla alrededor de su cintura. Miró al techo, perdido en un mar de dudas.

—¿Qué debería hacer? —se preguntó en voz alta, sabiendo que no había una respuesta fácil.

Finalmente, se recostó, mirando fijamente al techo. Intentó ordenar sus pensamientos, pero la incertidumbre seguía presente. Cerró los ojos, esperando que el sueño lo alcanzara y le diera un respiro de su turbulenta mente.

Mientras tanto, Juan Pedro también estaba en su habitación, reflexionando sobre el día. Las palabras de Lía le habían dejado una sensación extraña. No podía negar que algo había cambiado entre él y Gustavo, pero no estaba seguro de qué era. ¿Era posible que sus sentimientos fueran más que una simple amistad? La idea lo desconcertaba. Se giró en la cama, incómodo. A diferencia de Gustavo, él no podía dejar de pensar en la posibilidad de que hubiera algo más entre ellos.

Las bromas de Lía y Valentina, aunque pequeñas e insignificantes en apariencia, tuvieron un impacto inesperado en ambos chicos. Lo que parecía una simple broma abrió una puerta a pensamientos y sentimientos que ni Juan Pedro ni Gustavo estaban preparados para enfrentar. La situación, aparentemente trivial, había desenterrado emociones profundas y confusas que cada uno debía enfrentar a su manera.

La noche avanzó lentamente, y ambos chicos se quedaron despiertos, sumidos en sus pensamientos. Cada uno, en su propia habitación, luchaba con las mismas preguntas, sin saber que el otro también estaba atrapado en una maraña de dudas. La confusión y la incertidumbre parecían crecer con cada minuto que pasaba.

Finalmente, el sueño los venció, llevándose con él las preocupaciones y las dudas, aunque solo fuera por un momento. Al día siguiente, las cosas seguirían su curso, pero ambos sabían que algo había cambiado. Una conversación se avecinaba, una que podría cambiar el curso de su relación para siempre.

...Fin del Capítulo 2...

"Amor inesperado" JP × GDonde viven las historias. Descúbrelo ahora