VII: "Aclaraciones"

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[Juan Pedro x Gustavo ]

El sábado amaneció con un cielo despejado y un aire fresco que llenaba de promesas el día. Juan Pedro se despertó temprano, con una inquietud latente en el pecho. Hoy era el día que había decidido enfrentar sus sentimientos hacia Gustavo. Mientras se vestía, repasaba una y otra vez en su mente lo que quería decir, pero las palabras se le escapaban, y la incertidumbre lo embargaba. El miedo al rechazo y la esperanza de ser correspondido se entremezclaban, creando un cóctel de emociones que lo tenía al borde de la ansiedad.

Durante el desayuno, sus padres lo miraron de reojo, notando su inusual silencio. Sin embargo, no preguntaron, respetando lo que asumieron eran problemas típicos de la adolescencia. Juan Pedro apenas tocó su comida; su apetito se había desvanecido bajo el peso de la conversación que planeaba tener. Se despidió de sus padres con un nudo en la garganta y salió de casa, dirigiéndose a la escuela. Sabía que Gustavo ya estaría allí, esperándolo para el almuerzo. Habían acordado encontrarse en un lugar apartado del patio, lejos de la vista y oídos de sus compañeros, para poder hablar sin interrupciones.

Al llegar, encontró a Gustavo sentado bajo un gran árbol, con una mochila al lado. Su amigo sonreía, ajeno a la tormenta interna de Juan Pedro. Mientras se acercaba, notó cómo su corazón latía con fuerza, casi dolorosamente, en su pecho. Se forzó a sonreír, aunque sentía que el mundo entero podía ver a través de su fachada.

-¡Hola, J.P.! -saludó Gustavo con su habitual entusiasmo-. Traje algunos sándwiches y frutas. ¿Tú qué trajiste?

-Eh, lo mismo de siempre -respondió Juan Pedro, tratando de sonar casual mientras sacaba su almuerzo de la mochila.

Se sentaron en el césped, y durante los primeros minutos, la conversación fluyó con naturalidad. Hablaron sobre la última película que habían visto, sobre los videojuegos que estaban jugando, y sobre los planes para el fin de semana. Sin embargo, debajo de la superficie, Juan Pedro sentía una creciente urgencia. Las palabras que quería decir se arremolinaban en su mente, pero cada vez que intentaba pronunciarlas, el miedo lo detenía. No era solo miedo al rechazo; era miedo a perder la amistad que tanto valoraba.

A medida que la conversación avanzaba, Gustavo se dio cuenta de que algo estaba molestando a su amigo. Habían sido amigos por tanto tiempo que podía leer a Juan Pedro como un libro abierto. Sus sonrisas eran menos frecuentes, y sus respuestas, más cortas.

-J.P., ¿estás bien? -preguntó Gustavo, finalmente, con una nota de preocupación en su voz-. Pareces distraído.

Juan Pedro sintió cómo la preocupación genuina de Gustavo le apretaba el pecho. Miró a su amigo, a esos ojos que siempre habían sido tan amables, tan llenos de vida, y se sintió atrapado entre la necesidad de ser honesto y el temor de lo que esa honestidad podría desatar.

-Sí, estoy bien... o eso creo -respondió finalmente, su voz temblando ligeramente-. Es solo que... hay algo de lo que necesito hablar contigo.

Gustavo frunció el ceño, dejando a un lado su sándwich. -¿De qué se trata? ¿Te pasó algo?

Juan Pedro respiró hondo, sintiendo cómo su corazón se aceleraba aún más. Bajó la mirada, incapaz de sostener el intenso escrutinio de Gustavo.

-Es complicado... No estoy seguro de cómo decirlo -empezó, sus palabras apenas un murmullo-. Pero es algo que he estado sintiendo... sobre nosotros.

El silencio que siguió fue ensordecedor. Gustavo se quedó quieto, su rostro una mezcla de sorpresa e incertidumbre. Juan Pedro sintió como si el tiempo se hubiera detenido, el aire se volviera denso, difícil de respirar.

"Amor inesperado" JP × GDonde viven las historias. Descúbrelo ahora