capitulo 5 ¿conociéndose?

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Lo bueno es que el timbre sonó, por lo que me levanté de la mesa para ir por la pizza, pero una vez que di unos pasos, noté la correa que estaba unida a mi collar, por lo que me puse nerviosa, pues no quería que me vieran como una pervertida.

Por lo que me giré para decir: —Ha, si es cierto... no tengo dinero, por lo que sería mejor que uno de ustedes vaya, ¿pues no lo creen más rápido que el que esté dando vueltas? Una vez que lo terminé de decir, fingí una sonrisa sarcástica y me crucé de brazos esperando que funcionara.

A lo cual solo vi una sonrisa en el rostro de los señores. La cual vino acompañada de un comentario de la señora: —Ja, ja, qué graciosa Emily, acuérdate de que perdiste una apuesta. Para este instante realmente estaba nerviosa, pues a este paso me obligarán a ir por la pizza, por lo que bajé la cabeza y dije: —La-a verdad es que-que no quiero que al-alguien me vea con un collar y una correa, es en serio.

Una vez que lo dije me sentía fatal, como si me fuera a explotar el corazón, pero lo que sí me hizo entrar en pánico fue que se pararon los dos y caminaron hacia mí. Al verlo yo casi estaba llorando por la situación.

Pero para mi sorpresa, solo me dieron un abrazo y me dijeron que no me preocupara, a lo cual yo me sentí aliviada, pues la verdad es que, en cierto modo, el exhibicionismo es un tema con el que he fantaseado, pero no creo que sea capaz de alguna vez practicarlo, pues soy muy tímida como para que alguien me vea.

Pero lo que sin duda nos sacó del ambiente fue que el repartidor volvió a tocar el timbre, por lo que el señor dijo que no tarda y se fue para recoger la pizza, la cual rápidamente trajo a la mesa de la cocina.

Al estar en la mesa de la cocina me preguntaron por lo que me pasó y si podían hacer algo para arreglarlo. La verdad es que en ese momento no sabía qué decir, pues la verdad me daba mucha pena hablar de ello, por lo que solo dije: —No me pasó nada, solo me sentí rara.

A lo cual los señores se vieron y se hicieron una seña con la cabeza antes de que me dijera el señor: —Mira Emily, tienes que decir lo que te pasa, pues no somos adivinos.

Mientras lo decía, no pude mirarlos por lo que bajé la cabeza, pues en cierto modo tenía la razón de que no les estaba diciendo lo que pasaba. No fue sino hasta que sentí que me tomaron de las manos que vi a la señora, la cual me dijo: —Eso es cierto, Emily, si no nos dices lo que tienes, la relación de amo sumisa no va a funcionar así.

En ese momento me sentí extraña, pues la realidad es que no soy una sumisa experimentada; a lo mucho me puedo considerar una fanática bdsm, la cual su única experiencia es lo que ha visto en los vídeos porno en Internet, así que tomé un respiro y decidí que diría lo que estaba pensando.

Así que respiré y bajé la cabeza, pues quería admitir que tenía miedo de lo que podía pasar, pues siempre pensé que era un bicho raro por mis gustos y que realmente me gustaba la idea de ser su sumisa, pero la realidad es que no sé mucho más que las cosas que he investigado y me da miedo que no les agrade y se burlen de mí.

Una vez que terminé, me sentía rara, pero a la vez estaba un poco mejor, pero eso no quita que tenía las piernas como gelatina. Pues dije lo de ser sumisa, primeriza y uno que otro miedo.

Por lo que no pude evitar pensar en lo malo, pues, ¡Haaa! Por Dios, dije todo lo que me pasaba y pensaba, pues de seguro que ahorita se burlan de mí; sin duda que soy una tonta, pero en fin, relájate y respira.

Pero lo que me sorprendió fue que no me juzgaron por eso; en cambio, me dijeron que eso era normal y que no me preocupara y que jamás se burlarían de mí por lo que me pasara, pues ellos también querían ser mis amos.

Una vez que terminaron, la verdad es que ya estaba llorando, por lo que me abrazaron hasta que me calmé. Una vez que me relajé, digiero que me sentara en la mesa donde me platicaron de temas básicos como los límites, la comunicación y otros temas, pero lo que me resaltó fue lo de que mañana firmaríamos un contrato de sumisión.

Lo cual trate de indagar, pero solo me dijeron que eso lo veríamos a fondo mañana, pero lo que sí me hicieron énfasis fue en la palabra de seguridad, la cual por el momento me dijeron que usaríamos la palabra "en serio", pues se les hizo muy divertido mi escusa para no ir por la pizza.

Para ser realista, ese instante realmente fue algo relajante, pues fue divertido el que solo platicáramos como amigos, lo cual, una vez que terminamos de platicar los temas más relevantes, la señora dijo que la pizza se enfría por lo que sería bueno que cenáramos, pues ya es tarde, por lo que rápidamente yo me ofrecí a ir por los platos en lo que ellos recogían la mesa.

Al regresar y poner los platos, la señora dijo: —Sabes que todavía me debes una petición. En ese momento realmente sentí miedo, pues con ella no sabía qué se le podía ocurrir, por lo que solo me quedé parada al borde de la expectativa mientras que veía cómo es que los señores discutían en voz baja qué hacer conmigo.

Una vez que terminaron, la señora dijo: —Después de pensarlo, decidimos que por ahora, qué te parece si comes en el suelo. A lo cual me quedé paralizada por lo que me están pidiendo, así que me quedé parada. No fue hasta que escuché al señor que dijo con un tono de autoridad: —Emily, tierra a Emily; o acaso no escuchaste o quieres un castigo.

A lo cual rápidamente respondí que no tenía un problema con la petición de la señora, por lo que me puse de rodillas al lado de la mesa. Al estar en el piso, no pude evitar el excitarme por la situación.

Por lo cual ni siquiera me di cuenta de que me pusieron un plato con una rebanada en el piso. Justo en medio de los señores, hasta que escuché que la señora dijo mi nombre y me indicó el plato.

Al ver el plato en otro lado me paré, pero rápidamente escuché cómo me regañaban por pararme porque las mascotas no caminan a dos patas, pero lo que más me sorprendió fue que la señora se paró y me sujetó de mi correa, obligándome a andar a cuatro patas por la cocina, pues le dio unas vueltas a la mesa hasta que se detuvo y se sentó, lo cual me hizo sentir aliviada.

Pues el que me jalaran de una correa mientras que me arrastraba a cuatro patas era muy humillante. Pero la cosa no terminó ahí, pues al estar de rodillas en medio de ellos dos, la señora sujetó mi correa a una de las patas de su silla.

Lo cual me hizo enloquecer, pues traté de soltar la correa, pero me detuvo el señor diciéndome que si me comportaba mal tendría que castigarme. La verdad es que eso me calmó, pues no quería que pasara eso otra vez.

Así que me quedé quieta hasta que una caricia en la cabeza me sacó de mi trance, pues me indicaron el plato en el piso y que comiera, a lo cual yo me quedé pensando en cómo hacerlo, pues no quería un castigo, pues todavía me dolía el trasero.

Así que después de unos minutos me incliné y puse mis manos en mi espalda, lo cual se me hizo muy humillante, pues parecía un perro comiendo y para mi desgracia tenía que batallar con la condenada pizza con cada bocado hasta que la termine.





Continuara.......................

the maid's notebook (el cuaderno de la criada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora