Prologo

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-Mikey... ¿Me quieres?

Miró al rubio, aún con los ojitos llorosos y el hipo sonando cada vez que intentaba respirar. El rubio, acariciándole el cabello, no supo qué decir.

-Manjiro.

Repitió su nombre angustiada, con las lágrimas bajando por sus ojos hinchados y rojos de tanto llorar.

-Te quiero, te quiero mucho ________.

Con una mano en su cintura, la atrajo hacia él, apegándola por completo, mientras repetía esas palabras en voz baja. Su voz estaba cargada de desesperación y frustración, incapaz de hacer algo para que aquella pelinegra no se fuera. Su inmadurez le había sugerido escapar, pero un golpe de su abuelo lo devolvió a la realidad cuando lo atraparon guardando sus cosas en una mochila la noche anterior. Eso solo empeoró las cosas y casi le impidieron despedirse de ella.

-Prométeme que volverás por mí... Que viviremos juntos en una casa, una que sea nuestra.

El rubio asintió repetidas veces mientras lloraba, aferrándose a ella.

-Te buscaré y viviremos juntos cuando seamos grandes.

Un bufido se escuchó a lo lejos y unos tacones apresurados resonaron mientras se acercaban. De repente, una mujer de cabellera negra jaló a la niña del brazo, separándola del rubio.

-¿Qué clase de estupidez es esta? Vámonos, ________.

La mujer tiró del brazo de la niña con fuerza, apartándola del rubio, quien gruñó molesto al ver cómo se la llevaban. La niña se giraba a mirarlo, extendiendo su mano hacia él.

-Mamá, un minuto más, por favor... Un minuto más, te lo pido.

Sus piernas tropezaban repetidamente, haciéndola caer, pero la mujer la levantaba rápidamente, sin dificultad por la diferencia de tamaños. Ante la insistencia de la niña, la mujer hizo caso omiso.

-¡Suéltala! -gritó el niño, intentando correr hacia la madre, pero fue detenido por su abuelo.- ¡Abuelo! -reprochó, sintiendo cómo lo sujetaba. Se sintió frustrado al verla partir; No quería que se fuera, la quería para siempre.

Las lágrimas bajaron por sus ojos cuando vio el vehículo partir, dejando como último recuerdo a la niña en la ventana despidiéndose de él. El anciano suspiro mientras se agachaba a la altura del niño y lo abrazaba, dejándolo llorar.

Donde tu estés yo estaré  (Mikey X Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora