Capitulo 2

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Era absurdo cómo habían avanzado las cosas. La alegría que emanaba de aquel peliblanco al verte era desmedida y fuera de la realidad. Te explicó por encima las cosas que habían pasado (por no decir solamente lo "bueno") y sonreía despreocupado mientras mencionaba algunos actos delictivos y poco morales que había cometido para convertirse en uno de los grandes en el bajo mundo de Tokio, uno de los Yakuzas más fuertes y con mayor poder en toda la ciudad. Aun cuando intentabas hablar acerca de tu libertad, él parecía no escuhcarte y seguía hablando de los planes que tenía contigo. Realmente parecía emocionado de tenerte. Te sacó de aquella habitación que parecía estar en el subterráneo de lo que parecía ser un edificio, subieron por el ascensor y llegaron a una planta donde él empezó a mostrarte emocionado lo que decía ser tu "nueva casa". Pero, a diferencia de él, tú estabas llena de miedo. Primero, por el fuerte agarre que tenía sobre ti mientras te llevaba a ver todo lo que había en esa planta. Y segundo, por los hombres que habías visto en tu casa, que estaban detrás de ustedes sin perderlos de vista.

—Y... Este es el cuarto principal.—Abrió la puerta dejando que pasaras primero y soltando tu mano por primera vez durante todo este tiempo.— ¿Es lindo, no?

Entraste en la habitación con pasos lentos, tus ojos recorriendo cada rincón, tratando de asimilar lo que veías. Lo primero que te golpeó fue la inmensidad del lugar, tan grande que te hacía sentir insignificante, y las ventanas, enormes, casi desafiantes. Caminaste hacia ellas, hipnotizada, hasta que tus manos se apoyaron en el cristal frío. Desde allí, las luces de Tokio brillaban como un mar interminable de estrellas artificiales. En otro momento, quizá habrías sentido una chispa de emoción, tal vez habrías gritado de alegría ante la majestuosidad de la vista. Pero ahora, nada de eso importaba. Tu corazón y tu mente no podían escapar de una sola verdad: habías dejado de ser tú misma. Eras un objeto, algo que se poseía, y esa realidad te aplastaba, robándote cualquier destello de emoción que la ciudad pudiera ofrecerte.

—¿No te gusta? —Preguntó el chico al ver tu rostro decaído por el reflejo del vidrio.

Lo viste llegar por el rabillo del ojo, aún manteniendo tu mirada en las calles. Luego suspiraste y te volteaste para verlo. Él aún mantenía su emoción en su expresión, pero al verte, poco a poco suavizó su expresión, intuyendo lo peor.

— Manjiro, me quiero ir...

— ...

Su rostro se endureció al oír tu negativa. Aunque intentaba ser lo bastante bueno contigo, sentía una frustración creciente. Dio un suspiro antes de darse la vuelta y ordenar a los hombres que salieran. Ellos hicieron caso y salieron, y escuchaste el sonido de la puerta cerrándose con cerrojo mientras mirabas tu única salida desaparecer.

— ¿Qué he hecho mal?

— ¿Qué? -Volteaste a verlo y observaste cómo fruncía el ceño mirando el piso.- Nada, es solo que-

— Entonces, ¿por qué te comportas de esa manera? -Su voz sonaba molesta mientras caminaba hacia ti-

—Manjiro... —Diste un paso atrás, sintiendo una creciente amenaza en su manera de acercarse.

—Esto es todo lo que siempre quisimos, ¿cuál es el problema?

—No es eso... Manjiro, por favor, entiende, éramos solo unos niños, teníamos diez a—

No alcanzaste a terminar. En un movimiento rápido y violento, Manjiro agarró un jarrón de la mesa y lo lanzó con fuerza hacia ti. El objeto se estrelló contra la pared cercana, esparciendo fragmentos por todas partes. Instintivamente, cubriste tu cabeza y te encorvaste, esquivando los escombros. Cuando te atreviste a mirarlo de nuevo, sus ojos reflejaban un dolor profundo. Sabías que tus palabras lo habían herido.

Donde tu estés yo estaré  (Mikey X Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora